lunes, 12 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 


Lunes 19 de tiempo ordinario

Ezequiel 1, 2-5. 24-28c

 2(En aquel día cinco del mes, en el año quinto del destierro del rey Joaquín, 3la palabra del SEÑOR fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en la tierra de los Caldeos junto al río Quebar, y allí vino sobre él la mano del SEÑOR.)
4Mientras miraba, vi que venía del norte un viento huracanado, una gran nube con fuego fulgurante y un resplandor a su alrededor. En su centro había algo como un metal refulgente en medio del fuego. 5También en su centro vi figuras semejantes a cuatro seres vivientes. Y éste era su aspecto: tenían forma humana.

24Y oí el ruido de sus alas cuando andaban, como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso (Shaddai), un ruido de tumulto como el ruido de un campamento militar. Cada vez que se detenían, bajaban sus alas. 25También hubo un ruido por encima del firmamento que había sobre sus cabezas. Cada vez que se detenían, bajaban sus alas.
26Sobre el firmamento que estaba por encima de sus cabezas había algo semejante a un trono, de aspecto como de piedra de zafiro; y en lo que se asemejaba a un trono, sobre él, en lo más alto, había una figura con apariencia de hombre. 27Entonces observé que en lo que parecían Sus lomos y hacia arriba, había algo como metal refulgente que lucía como fuego dentro de ella en derredor, y en lo que parecían Sus lomos y hacia abajo vi algo como fuego, y un resplandor a Su alrededor. 28Como el aspecto del arco iris que aparece en las nubes en un día lluvioso, así era el aspecto del resplandor en derredor. Tal era el aspecto de la semejanza de la gloria del SEÑOR. Cuando lo vi, caí rostro en tierra y oí una voz que hablaba.



REFLEXIÓN

El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequiel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar.

 profeta sacerdote era una persona de mayor cultura que el promedio, entrenado en los calendarios del templo para los ritos y sacrificios.

Ahora aplica su precisión del tiempo a la Palabra, un giro en el enfoque de la fe israelita, que nace a su etapa judía, hasta el presente. Ya no será el templo sino el libro de la Palabra: Dabar YHWH

Resulta un detalle llamativo esta precisión. Como si un reportero de nuestros días ubicara en el minuto exacto una visión sobrenatural. Sería una primicia!

Por lo tanto en la Palabra escrita que nos llega a nuestras manos se contienen no solo mitos y leyendas, medio de comunicación de tiempos remotos, sino también testimonios de acontecimientos ubicados en nuestro cuadrante de tiempo y espacio. Hoy le daríamos mucha credibilidad a un testimonio que hiciera gala de tanta precisión.

y vi

Y oí

El testimonio del profeta sacerdote sigue con precisión registrando lo visto y oído, mostrando un alerta de conciencia que pudiera contradecir una acusación de alucinación.

También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas

Entre las muchas especulaciones que producimos los humanos destaca una que atribuye el fenómeno testimoniado por Ezequiel a un objeto alienígena de una civilización superior. Sólo que no dicen cuál sería el objetivo de tal visita.

sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecía un hombre

La narración de la visión se mantiene en lo semejante y conocido. Como para comunicar familiaridad. 

Las especulaciones de alienígenas tienden más bien a figuras poco humanas, zoomorfas, tal como los indígenas americanos representaron sus divinidades.

Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra

La palabra profética más bien induce a la adoración: se trata de una presencia sagrada que se visibiliza en comparaciones y metáforas, pero no se identifica con ellas.

Porque la Palabra del profeta balbucea un misterio de trascendencia. Invita a una superación de nuestros límites humanos conocidos para abrirnos a una realidad que nos sobrepasa.

Mientras las especulaciones humanas, de matriz científica, pretenden anular y cortar el acceso al Misterio.

Por qué? Se podría decir que se dan dos actitudes en la humanidad: una de cara al mundo que busca descifrar sus misterios para poseerlos, lamentablemente con poca justicia.

Otra de cara al mundo, que también busca en los misterios abrirse al Misterio del Creador, como padre de su creación y sus criaturas.

Una actitud –la primera- terminará cosificando. La otra desembocará en la dignificación de la persona.

Era la apariencia visible de la gloria del Señor

Pero el Señor es más que esa apariencia visible. Esta es la visión de un sacerdote, como la de Isaías es la de un noble. La de Apocalipsis en su capítulo 8 no se sabe de quién es, pero en el horizonte de su comprensión está la majestad imperial que se quiere rebasar. 

Como si dijeran: imaginarse lo más de lo más majestuoso, imponente, glorioso para acercarse humanamente al Señor de los señores.

Sin embargo hay otra visión más a la mano fundamentada en la encarnación. 

Es cierto que la apariencia de hombre se menciona en las visiones apocalípticas. Pero la alocuciones evangélicas van más por la identificación de la divinidad con Jesús, al modo de Jesús, y de Jesús con sus seguidores y los pequeños, como identidad. 

Ésta es materia de una conversión de Espíritu, una nueva sabiduría que nos otorga visiones nuevas sobre la presencia del Señor entre nosotros.

Salmo responsorial: 148



REFLEXIÓN

Alabad al Señor

Como reconocimiento de Él, que es el Misterio que da salida a nuestra entropía: una energía que, por más transformaciones que sufra, terminará inerte si el Misterio no interviene.

La alabanza nos descentra de nosotros mismos y nuestros pequeños intereses, para contemplar la amplitud del Señor y su señorío.

Mateo 17, 22-27

22Mientras andaban juntos por Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres. 23Lo matarán, y al tercer día resucitará." Y ellos se entristecieron mucho.
24Cuando llegaron a Capernaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban las dos dracmas (salario de dos días) del impuesto del templo y dijeron: "¿No paga su maestro el impuesto del templo?" 25"Sí," contestó Pedro. Y cuando él llegó a casa, Jesús se le anticipó, diciendo: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes cobran tributos o impuestos los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?" 26"De los extraños," respondió Pedro. "Entonces los hijos están exentos," le dijo Jesús. 27"Sin embargo, para que no los escandalicemos, ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que salga; y cuando le abras la boca hallarás un siclo (salario de cuatro días); tómalo y dáselo por ti y por Mí."



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos la Galilea, les dijo Jesús: "Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día." Ellos se pusieron muy tristes.

Jesús desahoga su presentimiento: va a ser ajusticiado. Lo que está haciendo y diciendo tendrá consecuencias trágicas. Se da cuenta por las acechanzas.

Pero algo en él le da sentido a la tragedia para irla transformando en un drama, una elegía de superación.

Intervendrá el Misterio a su favor resucitándolo.

El anuncio de la pasión deja en la oscuridad la promesa de la resurrección. Puede ser indicio de un dicho histórico, y no un producto de la experiencia pascual. 

El evangelista recoge la tristeza como tristeza? O desde el gozo y la certeza de la vida, recoge la tristeza de la muerte?

En medio de una gira triunfal: milagros, curaciones, multitudes agradecidas que hacían presagiar grandes proyectos de ambición personal surge este anuncio o advertencia de su líder, como una preparación. 

Frente a eso se sienten desalentados e impotentes. 

Quizás hasta frustrados porque no parece justo que su inversión de interés y tiempo termine en el callejón sin salida del fracaso.

Ellos se apuntaban para ganar, no para perder. Y eso de resucitar en el contexto de pérdida y fracaso de la misión se entendería muy poco, muy mal. Casi como un premio de consolación, pero sin mayor significación.

Entonces, los hijos están exentos

Los hijos en el reino no pagarán impuesto.

El reino de Dios se caracteriza porque sus hijos están exentos de tributar. No así con los reinos mundanos, en los que la corrupción consiste en robar el tributo para beneficio de los que lo cobran, erosionando el bien común.

Por eso los enriquecidos con el poder mundano han de amasar grandes cantidades, por si son llamados a juicio, y así poder costear abogados astutos e inescrupulosos, y sobornar los tribunales.

Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti".

Es para pensarlo mejor: mal ejemplo para quién o de qué? 

Si se niega el impuesto se azuza la rebeldía y la confrontación, con sus consecuencias del ajusticiamiento por el más fuerte que es el Imperio. 

Si se acepta el impuesto, se doblega en apariencia de pusilanimidad y cobardía que acepta una injusticia, pero se salva la vida frente al más fuerte, el Imperio. Pragmatismo? Repliegue estratégico? Sensatez? O enfocarse en lo primordial: mantenerse como hijos del reino donde no habrá impuestos.?

Si Jesús no hubiera accedido se tomaría como rebeldía. No significa que está de acuerdo, pues se siente como hijo exento del impuesto. 

Además paga con un artilugio mágico, que no está a disposición de cualquiera, ni es un milagro con un objetivo de fe y conversión.

Para no ponerles una zancadilla, ponerlos en aprieto, o crear confusión sobre sus verdaderos motivos. Táctica o estrategia de Jesús?

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Lunes 19 de tiempo ordinario

Ezequiel 1, 2-5. 24-28c

Salmo responsorial: 148

Mateo 17, 22-27

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Del comentario de San Cirilo de Alejandría, sobre el libro del profeta Jonás
(Cap 3, 23—4, 29: PG 71, 631.638)
El Señor es pronto a la misericordia y salva a los que hacen penitencia

Y vio Dios sus obras y cómo se convertían de su mala vida. El Señor es pronto a la misericordia y salva a los que hacen penitencia, perdona inmediatamente los antiguos pecados, y cuando los hombres dejan de pecar, él también deja de airarse y planea cosas mejores. Y al comprobar que el alma hace buenos propósitos, se revela manso, difiere la condena y otorga el perdón. Pues dice la verdad cuando afirma: ¿Por qué queréis morir, casa de Israel? — oráculo del Señor—. No me complazco en la muerte del que muere, sino en que cambie de conducta y viva. Cuando, en cambio, habla de la «maldad» con que había amenazado, no has de entenderlo en sentido de «perfidia», sino más bien como equivalente a «ira», de donde emana la aflicción prometida. Pues nuestro Dios no comete la maldad, él que tanto ama la virtud.

¡Oh incomparable e incomprensible clemencia! ¿Dónde encontrar palabras capaces de ensalzarla debidamente? ¿Con qué boca podremos entonar dignos cantos de acción de gracias al misericordioso y buen Dios? Aleja de nosotros nuestros delitos, etc. Fíjate, por favor, cómo Jonás, a destiempo y sin razón, se muestra disgustado, cuando lo correcto, y cual convenía a una persona santa, hubiera sido aplaudir la conducta del Señor y secundar con entusiasmo sus designios. Si tú te lamentas —dice—, más aún, sientes un disgusto mortal porque se te secó el ricino, que brota una noche y perece la otra, ¿cómo no voy a sentir yo la suerte de una gran metrópoli, donde habitan más de ciento veinte mil hombres, que por su edad no alcanzan a distinguir la derecha de la izquierda? Los niños, en efecto, no saben todavía distinguir estas cosas: por eso es justo ser más benévolos con ellos, porque no han pecado. Pues, ¿qué? ¿Qué pecados podían haber cometido quienes todavía no distinguían sus manos?

Cuando a continuación hace mención de los animales de carga y cree justo tener compasión de ellos, esta actitud es consecuencia de su gran bondad. Pues si el justo se compadece de las almas de los mismos jumentos, y esto cede en su honor, ¿qué de extraño tiene que el Dios del universo perdone y se compadezca también de los justos?

Lo mismo Cristo: dándose a sí mismo como precio de redención, salvó a todos: pequeños y grandes, sabios e ignorantes, ricos y pobres, judíos y griegos. Por eso, podemos decir con pleno derecho: Tú socorres a hombres y animales, Señor: ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios! Los humanos se acogen a la sombra de tus alas.