martes, 24 de septiembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Martes 25 de tiempo ordinario Año Par

 

Proverbios 21, 1-6. 10-13



REFLEXIÓN

Practicar el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios

Un proverbio en la literatura bíblica es un mashal: un dicho que tiene impacto y nos persuade a una acción. Es como una consigna. 

Es como un llamado al que nos sometemos con docilidad y emprendemos el camino del objetivo señalado. 

La fuerza del impacto no se le tiene que atribuir, ni en este ni en otros casos de la Palabra, exclusivamente a la inspiración del Espíritu de Dios, sino también a la fuerza y la belleza de la expresión humana.

Así se comprende que literatura no religiosa, meramente literaria o de autoayuda pueda inspirar acciones nobles. Y no sólo literatura, sino toda obra de arte que brota de la inspiración humana y no está contaminada por el burdo interés comercial.

Sin embargo, para la visión profunda y de largo alcance de la fe bíblica, es el Señor quien tiene los hilos del tejido vital de la existencia humana. Y en una y otra forma somos de él, no como marionetas, sino con la dignidad de hijos, co - propietarios, colaboradores.

En el dicho que se seleccionó se remarca la justicia y el derecho, que este proverbio trae de la literatura profética, con ecos de Amós, Jeremías y otros.

Eso quiere decir que la insistencia de esas voces de la Palabra en palabra humana habían calado lo suficiente para que se entendiera en la vida común y corriente, cuál es el verdadero sacrificio agradable al Señor.

Justicia y derecho es una endiadis: figura retórica por la que se hace un solo concepto de dos nombres, aunque los matices se pueden mantener. Así miro el derecho desde la justicia y la justicia desde el derecho, pero ambos configuran una competencia de la persona justa.

 

Salmo responsorial: 118

 


 

REFLEXIÓN

 

Enséñame a cumplir tu voluntad / y a guardarla de todo corazón 

Caemos en cuenta mientras vamos viviendo que esa competencia es ardua de mantener y que requerimos ser enseñados constantemente a ser justos para guardar la justicia y el derecho 

Porque es un aprendizaje que hay que hacer con el corazón, no con un concepto teórico. Y el corazón humano es volátil.

 

 

Lucas 8,19-21


 

REFLEXIÓN

 

vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos 

"Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte."

Ser familia de Jesús no parece ser muy reconocido entre los que lo rodeaban o Jesús mismo no les otorga tanta importancia. 

Podríamos considerar a Jesús como un ingrato y hasta falto de piedad, porque no guardaba para su madre en concreto, el afecto debido y acostumbrado. 

La nueva familia y los nuevos lazos de parentesco surgen para los seguidores de Jesús de su contacto y aceptación vital de la Palabra. 

No es ya el sacrificio del Templo el fundamento, sino la Palabra de Dios.

Otro tanto habría que re-pensar para la variada concepción familiar del presente. 

Sin un fundamento del Espíritu, más allá de lo legal normativo, cualquier modelo de familia puede volverse disfuncional. 

Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra."

Pero no se trata de consideraciones familiares sino deprioridades en el mensaje evangélico.

 La ocupación primordial es el Reino del Padre, el único familiar permanente y perdurable más allá de esta existencia y desde ella misma.

 Y nuestro Padre Dios que nos enseña justicia y derecho, para que lo practiquemos, ubicará en su sitio nuestros lazos familiares.

 La nueva familia, la nueva humanidad, el nuevo parentesco: son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. Eso vivía Jesús de Nazareth.

 

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1572194895711936517?s=20&t=Lai5-z-OC1080fI3ZmtoNQ

motivaciondehoy


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Martes 25 de tiempo ordinario Año Par

 

Proverbios 21, 1-6. 10-13

Salmo responsorial: 118

Lucas 8,19-21

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS


 


MARTES, XXV SEMANA

Del tratado atribuido a San Germán de Constantinopla, sobre la contemplación

de los bienes eclesiásticos

(PG 98, 442-443)

Todos nosotros te glorificamos a ti, Dios nuestro, en medio de una profunda

tranquilidad

Padre nuestro, que estás en los cielos. Realmente él es el Padre de todos nosotros y a todos nos conserva en el ser. ¿Le llamas Padre? Regula tu vida como el Hijo, de que seas grato y puedas complacer a ese Padre tuyo que está en los cielos. Porque, ¿quién militando a las órdenes del poderoso príncipe de este mundo y del mundo infernal, que ha adoptado como hijo, se atreverá, con sus

malas obras, llamar Padre al Autor y al Señor de todo bien? Consta que este tal a quien llama Padre no es al Señor de los ejércitos, sino al adversario, cuyas obras realiza. 

Oh hombre, ¿llamas Padre a Dios? Muy bien dicho, pues es Padre y Autor de todos nosotros: pero date prisa en cumplir aquellos deberes que agraden a tu Padre. Si, por el contrario, tus obras son malas, es evidente que invocas al diablo como padre, pues él es el jefe de los malos. Por tanto huye inmediatamente de él, y trata de agradar a tu buen Padre y procreador tuyo.


Santificado sea tu nombre. El nombre es el del Hijo de Dios y que nosotros llevamos. El es Cristo y, nosotros, cristianos, y de su nombre hemos derivado nuestro apellido. Cierto, Dios es realmente santo: lo que pedimos es que su

nombre sea santificado en nosotros, lo cual constituye nuestra propia tarea en perfecto acuerdo con la razón: haga santo y absolutamente puro nuestro cuerpo, para que sea hallado irreprochable el día del juicio. ¿Es que tal vez Dios no es santo? Evidentemente que lo es; pero tú oras: 


Santificado sea tu nombre en mí,

para que los hombres vean mis buenas obras y te den gloria a ti, Padre y hacedor mío.


Venga a nosotros tu reino. El reino de Dios es el Espíritu Santo. Lo dice el mismo Señor: El reino de Dios está dentro de vosotros. En efecto, al Espíritu Santo, juntamente con el Padre y con el Hijo, le corresponde reinar, pues él santifica e ilumina a las potestades espirituales y angélicas, a los ejércitos

celestiales y a todo hombre que viene al mundo y cree en el nombre del Padre, y

del Hijo, y del Espíritu Santo. El es realmente Rey de la tierra, de todo lo visible e invisible. Pero así como una ciudad asediada por el enemigo pide refuerzos al rey, así también nosotros, asediados por los poderes adversos y por los pecados, recurrimos a Dios en busca de auxilio para que nos libere. ¿Lo llamas Rey?

Conviértete en soldado espiritual, de forma que agrades al Rey que te ha enrolado en su ejército. Y ¿qué? ¿Es que Dios no es rey, dado que su reino está por venir? Ciertamente es un rey universal. Pero así como una ciudad

asediada... (según el ejemplo antes alegado). Otra explicación: al decir el profeta: Dios reinó sobre las naciones, empleando el pretérito en lugar del futuro, por esta razón rezamos a grandes voces: 


Venga a nosotros tu reino,

Señor, sobre nosotros que somos las naciones.


Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. La voluntad de Dios Padre es la economía de su Hijo. En el cielo, los ángeles viven en la concordia y en la común armonía: por eso, también nosotros buscamos vivir en un amor sincero. Todo cuanto quieres y persigues, se hace en el cielo: haz lo posible para que esto mismo se haga en la tierra. El sentido es éste: Señor, así como en el cielo se hace tu voluntad, y todos los ángeles viven en paz, y no hay entre ellos ni agredido ni agresor, no hay ni ofendido ni ofensor, no hay quien declare la guerra ni quien la sufra, sino que todos te glorifican en medio de una profunda tranquilidad, paralelamente hágase tu voluntad también entre nosotros los

hombres que habitamos la tierra, para que todas las naciones, a una voz y con un solo corazón, te glorifiquemos a ti, hacedor y Padre de todos nosotros.