domingo, 22 de diciembre de 2024

PALABRA COMENTADA


 




REFLEXIÓN

ti saldrá el jefe(mashal:tener dominio) de Israel

Esta Palabra se expresa por su vocero en tiempos de la monarquía del reino del sur.

Este reino comparado con el desaparecido reino del norte es más ordenado y menos violento en la sucesión de los reyes, porque está fundamentado en la dinastía de David.

Sin embargo no deja de tener en su mayoría reyes corruptos y poco leales a la alianza con el Señor y a la justicia para el pueblo.

La Palabra interviene para anunciar un giro en la historia: un jefe más carismático como en tiempos de los jueces, cuando los líderes surgían coyunturalmente, según las necesidades de la población frente a sus enemigos.

Con esto se indica que el Señor inspiraría un nuevo modelo de liderazgo y dominio, más dócil a su Espíritu, incluso aun fuera de una línea dinástica.

Y por eso no vendrá de Jerusalén sino de una aldea pequeña, como David que salió de Belén.

Eso es Belén: un símbolo de pequeñez en cuanto al poder dinástico, pero poderoso por su obediencia al Señor.

Salmo responsorial: 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19



REFLEXIÓN

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos

Porque el anhelo es un poder que salva a todos. No que salve a unos a costa de otros.

Un dominio diferente y verdaderamente alternativo. Que no signifique mera revancha, voltear la tortilla, para que la opresión se siga perpetuando.

Hebreos 10, 5-10



REFLEXIÓN

"Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.""

Celebremos que entra en este mundo Jesús de Nazareth y su reino. Nos llega con él un liderazgo centrado en la obediencia a la voluntad del Señor, Padre y madre de todos.

todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre

Quien sigue este liderazgo no requiere nada más: por eso está santificado, puesto aparte.

Vemos en nuestro mundo y sociedades abundante búsqueda exótica que más bien es síntoma de desorientación y confusión.

Depende de nuestra vida de oblación en seguimiento de Jesús prestigiarlo, dar gloria a su liderazgo.

Lucas 1, 39-45



REFLEXIÓN

Dichosa tú, que has creído

En consonancia con la aceptación de la buena nueva, María se suma al nuevo dominio del servicio por amor. Como su hijo por nacer, hace oblación de su persona. En ella con su hijo se pone en ejecución el nuevo dominio alternativo. El único hasta el momento.

Decir y hacer, a imagen y semejanza de Dios en la creación.

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Domingo 4 de Adviento

Miqueas 5, 1-4ª

Salmo responsorial: 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19

Hebreos 10, 5-10

Lucas 1, 39-45

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS


ESCUCHANDO TRANSMITIÓ MISERICORDIA

 
Del Comentario de san Beda el Venerable, presbítero, sobre el evangelio de san Lucas
(Libro 1, 46-55: CCL 120, 37-39)

MAGNIFICAT

María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.»

«El Señor -dice- me ha engrandecido con un don tan magnífico e inaudito que no se puede explicar con palabras humanas, y el mismo corazón con todo su amor apenas puede llegar a comprenderlo. Por lo tanto, me entrego con todas mis fuerzas a la alabanza y a la acción de gracias, contemplando la grandeza de aquel que es eterno, y gustosamente le consagro mi vida, sentimientos y pensamientos, porque mi espíritu se alegra en la divinidad eterna de Jesús, es decir, del Salvador, que se ha revestido de mi carne y reposa en mi seno.»

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Estas palabras se relacionan con el comienzo del cántico, donde se dice: Proclama mi alma la grandeza del Señor. Sin duda que sólo aquel en quien el Poderoso hace obras grandes sabrá proclamar dignamente la grandeza del Señor y podrá exhortar a los que, como él, se sienten enriquecidos por Dios, diciendo: Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.

Pues el que no proclama la grandeza del Señor, sabiendo que es infinita, y no bendice su nombre será el último en el reino de los cielos. Se dice que su nombre es santo porque, por su inmenso poder, trasciende toda creatura y está infinitamente por encima de todas las cosas creadas.

Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su misericordia. Con toda propiedad el cántico llama siervo o niño del Señor a Israel, pues, para salvarlo, Dios lo acogió como se acoge a un niño obediente y humilde, según aquello que dice Oseas: Cuando Israel era un niño yo lo amé.

Porque quien no quiere humillarse no puede tampoco ser salvado ni decir con el profeta: Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida, pues, el que se haga pequeño tal como este niño será el más grande en el reino de los cielos.

Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Al hablar aquí de la descendencia de Abraham no se refiere a la descendencia según la carne, sino según el espíritu, es decir, no sólo habla de aquellos que han sido engendrados según la carne, sino también de todos aquellos que han seguido los pasos de Abraham por medio de la circuncisión de la fe. Porque Abraham creyó cuando estaba en la circuncisión y, ya entonces, su fe le fue tenida en cuenta para la justificación.

Por lo tanto la venida del Salvador fue prometida a Abraham y a su descendencia por siempre, es decir, a los hijos de la promesa, de quienes se dice: Si sois de Cristo sois por lo mismo descendencia de Abraham, herederos según la promesa.

Con razón la madre del Señor y la madre de Juan se adelantaron con sus respectivas profecías al nacimiento de sus hijos; con ello, de la misma forma que el pecado comenzó por la mujer, también por la mujer se inicia la salvación, y la vida, que fue perdida por el engaño que sedujo a una sola mujer, es ahora devuelta al mundo por la profecía de dos mujeres que compiten en su empeño por anunciar la salvación.