jueves, 14 de septiembre de 2023

BEATO CARLO



 De las Disertaciones de san Andrés de Creta, obispo
(Disertación 10, Sobre la Exaltación de la santa cruz: PG 97, 1018-1019. 1022-1023)


LA CRUZ ES LA GLORIA Y EXALTACIÓN DE CRISTO

Por la cruz, cuya fiesta celebramos, fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy la fiesta de la cruz, y junto con el Crucificado nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado, gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz posee un tesoro. Y, al decir un tesoro, quiero significar con esta expresión a aquel que es, de nombre y de hecho, el más excelente de todos los bienes, en el cual, por el cual y para el cual culmina nuestra salvación y se nos restituye a nuestro estado de justicia original.

Porque, sin la cruz, Cristo no hubiera sido crucificado. Sin la cruz, aquel que es la vida no hubiera sido clavado en el leño. Si no hubiese sido clavado, las fuentes de la inmortalidad no hubiesen manado de su costado la sangre y el agua que purifican el mundo, no hubiese sido rasgado el documento en que constaba la deuda contraída por nuestros pecados, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de la vida, el paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada la muerte, ni despojado el lugar de los muertos.

Por esto la cruz es cosa grande y preciosa. Grande, porque ella es el origen de innumerables bienes, tanto más numerosos, cuanto que los milagros y sufrimientos de Cristo juegan un papel decisivo en su obra de salvación. Preciosa, porque la cruz significa a la vez el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios: el sufrimiento, porque en ella sufrió una muerte voluntaria; el trofeo, porque
en ella quedó herido de muerte el demonio y, con él, fue vencida la muerte. En la cruz fueron demolidas las puertas de la región de los muertos, y la cruz se convirtió en salvación universal para todo el mundo.

La cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante de que nos habla el salmo, y la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria, cuando dice: Ya ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él, y Dios a su vez lo revestirá de su misma gloria. Y también:
Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti antes que el mundo existiese. Y asimismo dice: «Padre, glorifica tu nombre.» Y, de improviso, se dejaron oír del cielo estas palabras: «Lo he glorificado y lo glorificaré de nuevo», palabras que se referían a la gloria que había de conseguir en la cruz.

También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice:
Yo, cuando sea levantado en alto, atraeré a mí a todos los hombres. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo.
REFLEXIÓN

La cruz como instrumento de exaltación, a la par de ignominia, es un sentido inspirado para servir el peregrinaje del creyente. Muchas voces pastorales se esfuerzan en convocar seguidores eliminando el sufrimiento de la cruz en la existencia humana, para aliviar la depresión por el posible sin sentido de una vida que se obsesiona en sufrir. Pero el sentido de exaltación ayuda a contraponer a ese sentido destructivo otro exaltador, que brota de la experiencia del Jesús Resucitado que se dona al creyente.

miércoles, 13 de septiembre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 23 de Tiempo ordinario

Año Impar


Colosenses 3,1-11



REFLEXIÓN


habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios


Estamos vivos, pero escondidos con Cristo en Dios. Actualmente ya morimos y estamos muertos. Una paradoja viviente somos.


Sacramentalmente por el bautismo, en efecto o por intención u opción fundamental, por lo correcto, el bien, lo justo, la verdad.


Esta perspectiva y visión no es evidente, ni comprobable, sino de fe o visión cristiana.


Según ella estamos en una latente vigencia de vida, con Cristo en Dios.


Como los años entre la infancia y la pubertad, cuando todavía no aparece lo que seremos en la apariencia: nuestra estatura definitiva, nuestro físico en plenitud de adultez. Tomará sus años.


Como en el amor genuino de pareja, que late en él/ella lo que podrá ser, su futuro despliegue. Es un amor escondido en las palabras hermosas, que sólo en el pasar del tiempo se profundizará y aportará muestras de entrega.


la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría


Se trata de la idolatría como estilo de vida. A la letra: adoración de lo que aparece, de la apariencia, de lo que deslumbra.


Podríamos decir que se trata de la tendencia a regirse por las apariencias.


Con lo cual entramos de lleno en una época como la nuestra, que se enfoca en la imagen de lo atractivo, bello, sensual, agradable como prioridad de vida. La cultura de la imagen


Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo


Nuestra responsabilidad, en lo que sí podemos responder, es entrar y seguir un proceso de revestimiento de hombre nuevo en nuestras obras.


En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.


Aunque no cayeran definitivamente las etiquetas y las clasificaciones por medio de las cuales ordenamos la realidad y establecemos jerarquías, Cristo trasciende todo y hace posible-o sea que sí se puede- el proceso del hombre nuevo como él.


Las diferencias no se pueden negar y seguirán existiendo, pero en Cristo son trascendibles.


Salmo responsorial: 144



REFLEXIÓN


Día tras día, te bendeciré / y alabaré tu nombre


Ese paso tras paso, cotidiano, es lo que nos cuesta fijar en nuestro derrotero, y huimos al pasado, para auto justificarnos y al futuro para soñar como omnipotentes.


Explicando tus hazañas a los hombres, / la gloria y majestad de tu reinado


Las criaturas hablan de su criador y nos recomiendan adorarlo y servirlo como ellas.


Lucas 6,20-26



REFLEXIÓN


Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios


Despojados de la ambición, de la avaricia y la acumulación de bienes de cualquier tipo, entienden cuál y cómo es el reinar de Dios.


La dinámica de su dominio está en el compartir.


Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados


Porque la palabra que sale de la boca de Dios será la que los sacie.


Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis


Hay promesa y esperanza que tras el dolor vendrá la alegría. Tras la desolación la consolación.


Nuestro tiempo está dedicando especial concentración de atención y cuidado a la realidad social de los despojados de bienes de este mundo.


Se insiste con razón que la creación es para que todos vivan a plenitud los bienes de la vida y que no existan excluidos porque si no se viola sus derechos al bienestar material, y su derecho a la felicidad de este mundo, y a la dignidad de hijos de Dios, hermanos entre sí.


Lo que podemos olvidar o menospreciar cuando insistimos en este enfoque es la felicidad y dicha anunciada a los que asumen la falta de posesión como una liberación para el mundo venidero y se abren en su carencia a la dicha de la unión definitiva con el Padre.


Esto también es evangelio, buena nueva. Y si dejamos de señalar el Principio y fundamento, fallamos en la consistencia de nuestra misión.


Por eso en los ejercicios espirituales ignacianos se abre al horizonte último de la unión desde el principio, y se cierra con la metodología y proceso de peregrinaje en la Contemplación para alcanzar amor.


Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre-


Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas


Lo que acarrea vivir en contracultura de la idolatría circundante. Lo que acarrea vivir la palabra y significarla en un estilo de vida.


Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas."


Los ayes o lamentaciones, al estilo profético, no son maldiciones, sino dolor, como el de Jesús cuando llora sobre Jerusalén, porque el estilo de vida idólatra no cesa ni cesará, y el camino de vida para muchos se perderá.

https://x.com/motivaciondehoy/status/1701925504729726998?s=20


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Colosenses 3,1-11

Una vida escondida en Dios implica cierta falta de protagonismo de la propia fe, inmersa como está en el Misterio Absoluto del Dios Vivo. Sólo por su gratuita donación se asoma en nuestra representación mental y verbal una semejanza, un parecido, una analogía, que confiamos corresponda a la realidad desconocida perceptualmente de Dios.

Salmo responsorial: 144

Día tras día bendecirlo implica estar conscientes que sólo tenemos el día presente para construir desde la fe, porque el pasado no existe sino el recuerdo intepretado por nuestro afecto, y el futuro tampoco existe sino nuestra fantasía e imaginación. Es el Jesús del evangelio quien nos exhorta a vivir el presente en su presencia.

Lucas 6,20-26

Es aleccionador comparar las dos versiones de las bienaventuranzas, la de Mateo y la de Lucas, y captar semejanzas y diferencias, para entender los énfasis que estos autores, quienes tienen la vocería de comunidades históricas de fe, ponen en sus escritos que aceptamos como inspirados por el Espíritu de Jesús.