jueves, 11 de diciembre de 2025

PALABRA COMENTADA


 Jueves 2 de Adviento

Isaías 41,13-20




REFLEXIÓN

Para que vean(yir) y conozcan(yade), reflexionen(yasi) y aprendan(yask) de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado

La voz de la Palabra anuncia días mejores, con detalles de abundancia copiosa, que mostrarán un cambio histórico favorable.

Pero se les dará a los que nada tienen, pobres e indigentes, los que ni agua tenían.

La intención es que se de una transformación,  para que se logre una comprensión plena sobre quién es el causante, el autor, el redentor: el mismo Señor.

Otro llamado para nuestra fe en su proceso de mirar sin ver, escuchar sin oir, el paso del Señor por nuestra historia personal y comunitaria.

La tranformación reviste la mayoría de los casos del perfil propio del crecimiento humano: casi imperceptible, acumulativo.

Como la maduración del niño en adolescente y en adulto joven. Se dan señales, para quien esté atento, de un crecimiento. Pero no son estruendosas, más bien silenciosas, dejando huellas para los espíritus creyentes avispados.

Salmo responsorial: 144





REFLEXIÓN

es cariñoso con todas sus criaturas

La naturaleza nos enseña cómo es creación, al mostrar el cuido que tienen las criaturas con las criaturas, aun por encima de las desviaciones. Porque aun la naturaleza muestra errores.

Es una llamado a proceder con una actitud similar de cuido.

Hay por tanto también una ecología de inspiración en la Palabra, en la medida que por fe se reconozca que es un jardín y nuestro servicio cuidarlo.

Mateo 11,11-15



REFLEXIÓN

Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo

Que tipo de violencia es aquél que quiere arrebatar el reino? No se trata de uno que parece destruirlo en un primer momento. Hasta podría confundirse con un movimiento a favor de establecer y promover el reino.

Como en el ansia igualitaria humana, donde se ha colado el mal espíritu que inspira revanchismo, allí donde alentaba la solidaridad. Todo por el poder.

Se trata de la violencia que puede pasar por propia y aceptable a favor del reino.

Como muchas ideologías y propuestas en el pasado y en la actualidad, se visten de reino para posteriormente desvirtuarlo.

Por eso nos hace falta un carisma de autoridad, que modere las iniciativas y las valide como favorables al verdadero reino, aunque no sea popular.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1336992147136983041?s=20

https://x.com/motivaciondehoy/status/1735264836072636470?s=20

https://x.com/motivaciondehoy 111225


COMPARTIR LA PALABRA

 Jueves 2 de Adviento

Isaías 41,13-20

El exceso de amor sobre el pequeño es la nota caracteristica del Señor

Salmo responsorial: 144

La bondad del Señor, digna de toda alabanza, está lejos de la violencia. Más bien es la bondad que se prodig en todas las criaturas

Mateo 11,11-15

Juan Bautista es el más grande nacido de mujer, por carne y sangre. En el reino de los Cielos el pequeño es el más grande, por obra de lagratuidad y la fe.

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS



 

De los sermones de san Pedro Crisólogo, obispo

(Sermón 147: PL 52, 594-595)

 

EL AMOR ANHELA VER A DIOS

 

Al ver el mundo oprimido por el temor, Dios procura continuamente llamarlo con amor; lo invita con su gracia, lo atrae con su caridad, lo abraza con su afecto.

 

Por eso lava con las aguas del diluvio a la tierra que se había pervertido y constituye a Noé padre de la nueva generación, le brinda su amistad, le habla amablemente, le indica lo que debe hacer y lo consuela, prometiéndole su favor para el futuro. Deja luego de darle órdenes y, tomando parte él mismo en la labor, ayuda a encerrar en el arca a aquella descendencia que había de perdurar por todos los tiempos, para que este amor, que se manifestaba en la participación de aquel trabajo, borrara todo temor, que es propio de la servidumbre, y para que así esta comunidad de amor conservara lo que había sido salvado por la comunidad de labor.

 

Por eso llama también luego a Abraham de entre los paganos, engrandece su nombre, lo hace padre de la fe, lo acompaña en el camino, lo cuida durante su permanencia en un país extranjero, lo enriquece con toda clase de bienes, lo honra con triunfos, lo regala con promesas, lo libra de las injurias, lo consuela haciéndose su huésped y, contra toda esperanza, le concede milagrosamente un hijo; para que, colmado con tantos beneficios y atraído con tantas pruebas de la caridad divina, aprenda a amar a Dios y no a temerlo, a rendirle culto por amor y no dominado por el terror.

 

Por eso consuela en sueños a Jacob durante su huida, y a su regreso lo incita a luchar y a trabarse con él en singular combate; para que terminara amando, no temiendo, al autor de ese combate.

 

Por eso llama a Moisés, revelándose como el Dios de sus antepasados, le habla con amor de padre y lo apremia a que libere a su pueblo de la opresión de Egipto.

 

Ahora bien, por todo lo que acabamos de evocar -que manifiesta cómo la llama de la divina caridad encendió los corazones de los hombres y cómo Dios derramó en sus sentidos la abundancia de su amor-, los hombres, que estaban privados de la visión de Dios a causa del pecado, comenzaron a desear ver su rostro.

 

Pero la mirada del hombre, tan limitada, ¿cómo podría abarcar a Dios, a quien el mundo no puede contener? La fuerza del amor no mide las posibilidades, ignora las fronteras. El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no se resigna ante la imposibilidad, no se intimida ante ninguna dificultad.

 

Si el amor no alcanza el objeto de sus deseos, llega hasta a ocasionar la muerte del amante; va, por lo tanto, hacia donde es impulsado, no hacia donde parece lógico que deba de ir. El amor engendra el deseo, se enardece cada vez más y tiende con mayor vehemencia hacia lo que no consigue alcanzar. Y ¿qué más diré?

 

El amor no descansa mientras no ve lo que ama; por eso los santos estimaban en poco cualquier recompensa, mientras no viesen a Dios.

 

Por eso el amor que ansía ver a Dios se ve impulsado, por encima de todo discernimiento, por el deseo ardiente de encontrarse con él.

 

Por eso Moisés se atrevió a decir: Si he obtenido tu favor, muéstrate a mí.

 

Por eso también se dice en otro lugar: Déjame ver tu figura. Y hasta los mismos paganos en medio de sus errores se fabricaron ídolos para poder ver con sus propios ojos el objeto de su culto.