viernes, 17 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Viernes 1 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 4,1-5.11



REFLEXIÓN

crea que ha perdido la oportunidad.

Se trata de no perder la fe en la promesa de descanso, en quien nos la hizo, en quien la vivió cumplida: Jesucristo resucitado. Él es el garante, la piedra que fundamenta todo. Apoyarse en él, constituye el núcleo de la fe. A la luz de su testimonio, todo se ilumina y cobra sentido.

Está patente en un crucifijo, como proclama al mundo del modelo de ser humano que garantiza un estilo de calidad en la existencia.

Pero por sí solo, y aun por fuerza de razonamiento y repetición de argumentos, tal muestra no nos mueve si el Espíritu no inspira coyunturalmente nuestra sensibilidad y colaboración.

Cómo se vincula este núcleo de todo con mi existencia particular y mis circunstancias específicas hoy? Es una pregunta que puede representar un utilitarismo, que equivale a preguntarse: para qué me sirve creer en Jesucristo resucitado, si mi problema coyuntural es x, y, z necesidad?

En breve se puede decir: para ver y vivenciar esa vinculación se requiere un cambio de mentalidad, una metanoia, una conversión.

el mensaje que oyeron de nada les sirvió, porque no se adhirieron por la fe a los que lo habían escuchado

Hacer caso es la clave. Sin eso el mensaje se pierde. Y hacer caso es adhesión de fe, obediencia de fe, docilidad de fe.

Casi la totalidad del anti-reino emite mensajes contrarios a la adhesión, insinuando que se trata de una manipulación para desconocer nuestros derechos inalienables.

La matriz de la tentación se ubicó en el dicho de la serpiente a Eva, en el mito del paraíso terrenal.

La misma sembró la duda de las buenas intenciones de Dios al prohibir comer del fruto. Y así dificultó la adhesión al mandato.

Para aceptar los mandamientos y la voluntad del Señor, manifiesta en su creación y los acontecimientos, se requiere esa misma adhesión que confía en las buenas intenciones del Señor.

Empeñémonos, por tanto, en entrar en aquel descanso

Procedamos en nuestra adhesión, que es nuestro trabajo, para participar en el descanso del Señor, cumplida nuestra misión.

Porque discernir el mandato del Señor es un verdadero trabajo que nos ocupa toda la existencia.

Salmo responsorial: 77



REFLEXIÓN

lo que nuestros padres nos contaron, / lo contaremos a la futura generación

La familia como otras realidades está en crisis hoy, y una consecuencia es la afectación en la transmisión de generación en generación de bienes fundamentales como los valores, según dicen.

Un valor debilitado es la buena intención del Padre Dios en todo lo que hace y expresa como su voluntad.

Incluso contra las apariencias en contra hemos de construir nuestra adhesión basados en la certidumbre de su amor y buena fe.

Marcos 2,1-12



REFLEXIÓN

Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les preponía la palabra

Buscan una cosa, encuentran otra. Si no cambian de actitud no verán la relación, el vínculo entre una y otra.

Las curaciones de Jesús no son la actuación de un taumaturgo sin más. El servicio que ofrece es la Palabra del Padre. En ella la sanación es un signo de presencia, perdón y exhortación a la fe.

Viendo Jesús la fe que tenían

Esa fe se refería a la curación

para que veáis(eidete:percibir, conocer, ver lo que se dice) que el Hijo del hombre tiene potestad(exousia:potestad,autoridad,poder moral o espiritual sobre todo) en la tierra para perdonar pecados..."

En versión del evangelista la Palabra de Jesús revela una identidad: Hijo de Hombre que implica el sentido de “éste que habla” pero también la figura apocalíptica que viene desde el Padre al final de la historia en semejanza de hombre.

Esta identidad es teofánica, pues expresa un origen divino y una misión desde Dios. El Hijo de Hombre es un enviado del cielo y su potestad es delegada.

Jesús se está auto-acreditando, auto-proclamando, auto-presentando como un delegado del Padre con suficiente poder como para hacer lo que es reconocido como exclusivo del Dios: perdonar pecados.

No todos entendieron esto. Ni siquiera sus seguidores, porque muchos de ellos hasta la fecha, ubican el servicio al evangelio como lucha política por el bien común exclusivamente, o como escucha pasiva, subjetiva y sin compromiso histórico del evangelio. Sin embargo en el testimonio de Jesús, ambas se dan en unidad. La sanación como signo para la fe en el mensaje.

"Hijo, tus pecados quedan perdonados."

Lo que encontraron fue el perdón de los pecados. Una bendición que re-seteaba toda la vida y cambiaba la actitud ante ella

"Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa."

No es el pago del creer, sino la evolución de una nueva actitud a una vida más saludable y llena de energía, lo cual incluye la curación de la parálisis.

Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo: "Nunca hemos visto una cosa igual".

Este texto da que pensar en el fondo del evangelio: puede la divinidad de Jesús ser tenida como motivo secundario frente al tema del Reino de Dios, desde un punto de vista jesuánico? O más bien desde el mismo Jesús histórico se plantea la relación esencial entre divinidad o representatividad divina de Jesús y Reino?

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Viernes 1 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 4,1-5.11

Salmo responsorial: 77

Marcos 2,1-12

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


De la vida de san Antonio, escrita por san Atanasio, obispo
(Cap. 2-4: PG 26, 842-846)

LA VOCACIÓN DE SAN ANTONIO

Cuando murieron sus padres, Antonio tenía unos dieciocho o veinte años, y quedó él solo con su única hermana, pequeña aún, teniendo que encargarse de la casa y del cuidado de su hermana.
Habían transcurrido apenas seis meses de la muerte de sus padres, cuando un día en que se dirigía, según costumbre, a la iglesia, iba pensando en su interior cómo los apóstoles lo habían dejado todo para seguir al Salvador, y cómo, según narran los Hechos de los apóstoles, muchos vendían sus posesiones y ponían el precio de la venta a los pies de los apóstoles para que lo repartieran entre los pobres; pensaba también en la magnitud de la esperanza que para éstos estaba reservada en el cielo; imbuido de esos pensamientos, entró en la iglesia, y dio la casualidad de que en aquel momento estaban leyendo aquellas palabras del Señor en el Evangelio: Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme.
Entonces Antonio, como si Dios le hubiese infundido el recuerdo de lo que habían hecho los santos y como si aquellas palabras hubiesen sido leídas especialmente para él, salió en seguida de la iglesia e hizo donación a los aldeanos de las posesiones heredadas de sus padres (tenía trescientas parcelas fértiles y muy hermosas), con el fin de evitar toda inquietud para sí y para su hermana. Vendió también todos sus bienes muebles, y repartió entre los pobres la considerable cantidad resultante de esta venta, reservando sólo una pequeña parte para su hermana.
Habiendo vuelto a entrar en la iglesia, oyó aquellas palabras del Señor en el Evangelio: No os inquietéis por el día siguiente. Saliendo otra vez, dio a los necesitados incluso lo poco que se había reservado, ya que no soportaba que quedase en su poder ni la más mínima cantidad. Encomendó su hermana a una vírgenes que él sabía eran de confianza y cuidó de que recibiese una conveniente educación; en cuanto a él, a partir de entonces, libre ya de cuidados ajenos, emprendió en frente de su misma casa una vida de ascetismo y de intensa mortificación.
Trabajaba con sus propias manos, ya que conocía aquella afirmación de la Escritura: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma; lo que ganaba con su trabajo lo destinaba parte a su propio sustento, parte a los pobres.
Oraba con mucha frecuencia, ya que había aprendido que es necesario retirarse para orar sin cesar; en efecto, ponía tanta atención en la lectura, que retenía todo lo que había leído, hasta tal punto que llegó un momento en que su memoria suplía los libros.
Todos los habitantes del lugar, y todos los hombres honrados, cuya compañía frecuentaba, al ver su conducta, lo llamaban amigo de Dios; y todos lo amaban como a un hijo o como a un hermano.