martes, 31 de diciembre de 2024

PALABRA COMENTADA


 

día 7 de la octava de Navidad

1Juan 2,18-21



REFLEXIÓN

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final

Es un momento final. Como muchos. Anticipo del final final.

Un día que artificialmente finaliza un periodo. Un momento que sirve de conclusión y relanzamiento. Un momento que quisiéramos contuviera la realización de las promesas no realizadas. O realizadas parcialmente.

Es el momento de la esperanza reafirmada en la intervención del Señor dueño de la historia y del designio. Es el abono al final completo: que deseamos feliz para siempre.

En este esjaton provisional gemimos y en nosotros el Espíritu, para vernos libres de la vanidad del mundo, enseñoreado por el pecado.

El gran pecado, el que sojuzga y domina, oprime y hace indignos. El que nos habla constantemente al oído del insomnio sobre la ineficacia de la gracia y el sin sentido aparente del designio.

La Tentación de apostasía es el gran pecado, la que figura la serpiente del Génesis 3 y que odia la creación oponiéndole el mundo.

Los mil artilugios a su servicio intentan desfigurar su obra.

Por eso en este esjaton parcial, debemos reflexionar sobre nuestra misión de restauración, en seguimiento del evangelio del Señor Jesús.

Llega el final del año. No es el momento final apocalíptico, sino convencional, para una región del planeta, y eso a diferentes horas según el meridiano geográfico.

Pero somos litúrgicos los seres humanos, aunque sea una liturgia laica, no religiosa.

Necesitamos fraccionar el tiempo, detenernos y celebrar, resumir, evaluar, balancear, ubicarnos dónde estamos.

Quizás esta necesidad antropológica de muchas culturas la podamos ver asumida en la Palabra cuando nos habla del momento final, del juicio, del día del Señor, del día que vuelva Jesús.

Se expresa un deseo humano pero una –según la fe- voluntad divina. Este proceso llegará a un fin.

Y parece que es inevitable pensar que un fin es la muerte individual, cuando los individuos dejan de actuar históricamente y su ausencia es motivo de duelo, unos más prolongados que otros.

Entonces en previsión de ese fin, colectivo e individual, cuando probablemente no tengamos la misma conciencia, ahora celebramos anticipadamente un cíclico fin, reflexionando en nuestra cosecha parcial.

La sucesión de instantes vividos a los que llamamos tiempo cronológico puede cortarse artificialmente, arbitrariamente cuandoquiera. Es nuestra potestad y libertad proceder así.

Lo hacemos por vivenciar un sentido unitario, global, un derrotero en un tiempo uniforme como el desierto o el océano, donde fácilmente nos desorientamos. Es nuestra brújula para el tiempo.

Son finales de periodos: semanas, meses, año que nos permiten recuperar memoria memorable, significativa y escudriñar lo posible del futuro.

Un anticristo es un falso mesías. Alguien o algo de quien se esperaba una salvación, pero resultó un fraude, un fiasco, un fracaso.

Reconocemos algo o alguien que describa esas condiciones? Probablemente se nos ocurren varios nombres, varias identidades, varios procesos.

En ese caso la lección que la Palabra nos induce y persuade es que un momento final llega a nuestra vida cuando una falsa esperanza cae.

Es posible que esto suceda hasta los más entregados a la Palabra, los cuales en su nombre habían discernido, sancionado, hasta santificado una causa, una persona. Pero no resultó según se esperaba.

Por eso la Palabra nos exhorta a guardarnos de falsas esperanzas y a poner nuestra confianza sólo en el Señor, el Trascendente.

Así hemos visto pasar de tiempo en tiempo varios anti-cristos: varios intentos de diferente tipo, para echar por tierra el reino de amor, justicia, verdad.

Convendría pues identificar cuál es es el anti-cristo más activo en nuestra existencia y dar gracias por la manera como el reino de Jesús ha ido superando la prueba: es lo que vale la pena.

Aunque se anunció uno han ido apareciendo muchos, porque el uno es figuración paradigmática de los muchos.

Y es que la última tentación  del gran pecado tiene su encarnación constante que fascina por su poder y eficacia según la carne.

Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros

Somos semillero para unos y otros Cristos y Anticristos. Jesús y Judas.

Está escrito y no debe haber sorpresas, aunque sí dolor.

El dolor que causa la actualidad de la traición al designio.

Late en nosotros la traición, crece como mala yerba junto con el maíz.

Y es nuestra tarea al servicio de la misión, auscultar constantemente el derrotero de la mala yerba para que no interfiera con el maíz.

Quizás no la podemos eliminar como sería nuestro gusto, para definir de una vez por todas los campos y la cosecha.

No nos toca sino trabajar sin descanso para vigilar que no se confundan y la siega se haga posible.

Puede ser que creamos y deseemos que alguien muy apreciado sea de los nuestros.

Pero no se puede forzar, sino que hay que respetar la libertad y responsabilidad personal.

Queda, eso sí, invitar y persuadir a ver sí se da la decisión favorable. Y orar insistentemente para que la decisión favorable permanezca, así como oramos por nosotros mismos para no desfallecer, mientras llega el gran final.

Jesús debió sufrir por la desviación del reino por parte de Judas. Era uno de los suyos. Alguien de confianza. Y lo tuvo que dejar partir para la traición del anti-reino.

Así nosotros a lo largo de nuestra vida vamos experimentando la vinculación con los que llamamos nuestros.

Y lloramos cuando llegamos a la conclusión que alguno termina por no serlo.

Porque la fidelidad absoluta nos la propone el Señor.

Estamos invitados a aceptar el Misterio del Señor, así como Él aceptó primero el nuestro.

Porque el Señor aceptó a Judas en su misterio y no sabemos si finalmente Judas lo aceptó a él.

En esto Jesús es nuestro Paradigma hermano, porque su muerte, aun rezumando desilusión de la misión a él encomendada por el Padre, siguió adelante en la aceptación del Misterio de su Designio.

Es quizá una conclusión de nuestro balance anual: estamos desilusionados de las expectativas no cumplidas, y de las esperanzas fallidas.

Pero seguimos invitados por el Misterio que nos aceptó y amó, a seguirlo aceptando y amando, hasta que el final absoluto llegue.

no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad

Ahora parece que conocemos una verdad mejor que antes, y que la mentira se reduce.

Es una responsabilidad creciente ante la conciencia, para tomar una responsable decisión.

Ahora se sabe mejor dónde ha estado la mala yerba y posiblemente dónde el maíz.

Por ahora no queda sino seguir de cerca el proceso esperando y creyendo en la intervención del Señor para un bien mejor, más integral.

Salmo responsorial: 95



REFLEXIÓN

Cantad al Señor un cántico nuevo

Se puede decir que la novedad viene del Espíritu del Señor, que inspira desde su Palabra nuevos enfoques, nuevos abordajes, inéditas reflexiones.

Es una fuente igual pero distinta. Un fenómeno de eterna juventud, que colma de energía la espera hasta que llegue el esponsal.

vitoreen los campos

Los sembrados, porque llega la mayor conciencia de la mala yerba y es posible alejar la confusión que dañaría la cosecha.

Delante del Señor, que ya llega

Aceptemos el Misterio del Señor. Aceptemos su llegar: cómo, dónde y cuándo sea.

regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad

Al llegar a uno de los cortes del tiempo que solemos hacer, y al captar el sentido salvífico que la historia nos va entregando de parte del Señor, podemos confiadamente exclamar que seguirá rigiendo el Señor .

Cuando Ignacio de Loyola llega al final de sus ejercicios, que es un corte en el tiempo de cuatro semanas, impulsa a la contemplación para alcanzar amor.

Como si de ahí en adelante sólo una contemplación del conjunto y totalidad de la realidad circundante y posible, nos pudiera dar la clave del amor divino que pulsa en sus entrañas.

Cuando contemplamos es como si nos reclinaramos en el pecho del amado o amada, para dejarnos adormecer por los latidos de su corazón.

Juan 1,1-18



REFLEXIÓN

 

En el principio ya existía la Palabra

La Palabra nos habla de sí misma y nos confiesa que siempre estuvo con nosotros, que nunca estuvimos solos.

Siempre fuimos humanidad acompañada.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho

Y cuando vemos algo hecho o buscamos hacer, nos damos cuenta que sin palabra no se puede hacer.

Así ha sido el Señor Dios haciendo con su Palabra.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió

Sólo somos testigos. El que no lo es, anticristo es. Usurpador de la Vida y Luz es.

El protagonismo y el hacerse el foco, son tentaciones de nuestro tiempo mediático, que conspiran contra el proceso de la Vida-Luz, y erigen ídolos y estrellas que terminan como los anticristos, destrozando esperanzas, y hundiendo ilusiones.

Por eso la Palabra nos dice en el primer mandamiento de la Alianza: no tendrás otro Dios más que yo. No tendrás ídolos, anticristos.

Por nuestra fe formamos parte de los que proferimos palabras de vida y luz. Y experimentamos el rechazo de las tinieblas.

Es un sino, un destino, un itinerario. Hay que hacerlo.

No era él la luz, sino testigo de la luz

Este es nuestro servicio: indicar la luz, contagiándonos de ella.

No podemos dar servicio a la luz si no somos luminosos y escondemos la fuente que nos ilumina.

Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció

El mundo-cultura es un campo de batalla en las  que las palabras-vida y luz confrontan las tinieblas. Por eso vamos con todo haciendo contra-cultura.

a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre

Si reemplazamos el nombre etiqueta por el nombre identidad es posible leer en este versículo que los que reciben la palabra de vida son capaces por su poder de llegar a hijos de Dios.

No hay límite, ni cultural, ni religioso, ni de ninguna clase o diferencia que pueda inhibir ese poder porque es el designio del Padre.

En cambio la aceptación de su Misterio cambia todo y hace posible la ilusión y la esperanza y el sueño más querido: ser hijo de Dios, ser como Dios.

La tentación primera realizada a la manera del Señor, y por sus caminos.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad

El autor nos entrega su testimonio de contra-cultura fraguado en la contemplación.

Ignacio nos alienta a la contemplación para colaborar con Jesús en la edificación del reino del Padre.

Porque contemplar es un ejercicio de acompañamiento cotidiano, que permite irse transformando en lo que se contempla.

Es el proceso apostólico al desarrollar la misión de servicio al designio del Padre.

la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo

Con Moisés supimos del primer mandamiento: no hacer ídolos. Con Jesús supimos de ser hijos de Dios.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer

Al final de nuestro momento final del año damos gracias al Padre en su Hijo Jesucristo y con el amparo de su madre María, porque ha intervenido en nuestra historia, llamándonos sin cesar a su servicio, para el designio de Dios. Rogamos nos siga acompañando. Nos acompañe Dios.

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día 7 de la octava de Navidad

1Juan 2,18-21

Salmo responsorial: 95

Juan 1,1-18

DOCTORES DE LA IGLESIA


 


31 de diciembre

San León Magno Sermón en la Natividad del Señor 6,2-3.5

Aunque aquella infancia, que la majestad del Hijo de Dios se dignó hacer suya, tuvo como continuación la plenitud de una edad adulta, y, después del triunfo de su pasión y resurrección, todas las acciones de su estado de humildad, que el Señor asumió por nosotros, pertenecen ya al pasado, la festividad de hoy renueva ante nosotros los sagrados comienzos de Jesús, nacido de la Virgen María; de modo que, mientras adoramos el nacimiento de nuestro Salvador, resulta que estamos celebrando nuestro propio comienzo. Efectivamente, la generación de Cristo es el comienzo del pueblo cristiano, y el nacimiento de la cabeza lo es al mismo tiempo del cuerpo. Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión. Cualquier hombre que cree –en cualquier parte del mundo–, y se regenera en Cristo, una vez interrumpido el camino de su vieja condición original, pasa a ser un nuevo hombre al renacer; y ya no pertenece a la ascendencia de su padre carnal, sino a la simiente del Salvador, que se hizo precisamente Hijo del hombre, para que nosotros pudiésemos llegar a ser hijos de Dios.

REFLEXIÓN

Jesús es nuestra paz, y con Él recorremos mistagógicamente sus pasos históricos, desandando nuestro itinerario desviado en el principio. Por eso celebramos litúrgicamente, sacramentalmente los momentos de la vida de Jesús y sus seguidores, entre ellos su Madre y Padre. Así en cada hito depuramos y fortalecemos nuestra propia historia, porque la salvación va operando su sanación.

Sanamos en nuestra historia, la historia de todos, la historia de la red en la que nos imbricamos. Es el portento de la economía de gracia, que se distribuya equitativamente entre los participantes, no importa la diversidad que constituya su identidad.

lunes, 30 de diciembre de 2024

PALABRA COMENTADA


 día 6 de la octava de Navidad

1Juan 2,12-17




REFLEXIÓN

se os han perdonado vuestros pecados

Si hemos sido perdonados, quiénes somos para negar el perdòn.

Será el perdón constante dañino para la dignificación de alguien?

No el perdón de los pecados porque ellos están dirigidos a la redención, que es decir renovación del espíritu, y no debe confundirse con un perdón sicológico, o manipulado, o arrebatado a quien está cansado de luchar.

El perdón de los pecados altera la propia memoria del mal recibido y alivia la sed de retaliación, dando paso a la buena fe y la esperanza en la conversión y transformación por el Espíritu del Señor.

No améis al mundo ni lo que hay en el mundo

No sabemos de cierto cuán efectivo en la gracia ha sido nuestro testimonio, para edificar la salvación de otra persona y la nuestra propia.

Si ya fuéramos conscientes de nuestra  debilidad, quizás no entendiéramos la debilidad de otros.

Pero podemos distinguir entre lo que no se justifica y lo que se compadece.

Si esta debilidad es cruz del Señor, Él seguirá dando energía, capacidad de aguante y amor discreto, para llegar hasta el final.

el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

El mundo es apasionamiento, aferramiento, apego a lo relativo en ficción de absoluto. La verdadera sabiduría que desciende de arriba consiste en amar al mundo en la verdad de su relatividad, guardando la libertad de los hijos de dios.

Salmo responsorial: 95




REFLEXIÓN

aclamad la gloria y el poder del Señor

No es el poder lo que se experimenta de Dios tantas veces.

Si confesáramos nuestra percepción dijéramos más bien, que Dios es experimentado como silente y renuente.

Pero nos sustentamos en una adhesión, una espera, una conformidad, una cierta serenidad que confia en que el Señor intervendrá, o que va interviniendo y que debemos estar abiertos a las señales, para cooperar.

Lucas 2,36-40




REFLEXIÓN

hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén

Era una liberación esperada como se daban las liberaciones sociales y políticas: por el esfuerzo de las armas y los ejércitos.

Pero anuncia un niño, algo desproporcionado a la expectativa, como respuesta.

Qué frustración, pero qué desafío a nuestra sabiduría. Se nos ofrece otra distinta.

se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba

Jesús es el maestro del camino al crecimiento y su madre es igualmente la maestra.

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6º día de la octava de Navidad

1Juan 2,12-17

Salmo responsorial: 95

Lucas 2,36-40

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS

BEATO CARLO

 

 LA FAMILIA DEL BEATO  CARLO




Del Tratado de san Hipólito, presbítero, Refutación de todas las herejías
(Cap. 10, 33-34: PG 16, 3452-3453)

EL VERBO HECHO CARNE NOS DEIFICA

No fundamentamos nuestra fe en palabras vanas ni nos dejamos arrastrar por los impulsos del corazón ni nos seduce la suavidad de palabras persuasivas, sino que nuestra fe se apoya en las palabras pronunciadas por el poder divino.

Dios confió estas palabras al Verbo, y el Verbo las profirió para apartar al hombre de la desobediencia, no coaccionándolo por fuerza como si se tratara de un esclavo, sino llamándolo para que lo siguiera libre y voluntariamente.

Al fin de los tiempos el Padre envió al Verbo -pues ya no quería hablar por medio de los profetas ni ser anunciado en figuras-, ordenándole que se manifestara en forma visible, para que el mundo al verlo pudiera ser salvado.

Sabemos que este Verbo tomó un cuerpo de la Virgen y que hizo del hombre viejo una nueva creación. Sabemos que fue plasmado de nuestra misma substancia; porque si hubiera obrado de otro modo en vano nos mandaría que lo imitáramos como a un maestro.

En efecto, si este hombre hubiera sido formado de una substancia distinta de la nuestra, ¿cómo podría mandarme tales cosas a mí, que nací débil? ¿Cómo podríamos, en tal caso, decir que él es bueno y justo?

Para que no lo creyéramos diferente de nosotros, soportó fatigas, quiso tener hambre y no rehusó tener sed, tuvo necesidad de descanso, no rechazó los sufrimientos de la pasión, se sometió a la muerte y quiso manifestarnos su resurrección. En todo esto ofreció su humanidad como primicias, para que tú, en medio de los sufrimientos, no te desanimes, sino que, recordando tu condición de hombre, esperes recibir, también tú, lo que Dios quiso darle a él.

Cuando ya contemples a Dios tal cual es, tendrás un cuerpo inmortal e incorruptible, como el alma, y poseerás el reino de los cielos, tú, que, viviendo en la tierra, conociste al Rey celestial; participarás de la felicidad de Dios, serás coheredero de Cristo y ya no estarás sujeto a las pasiones ni a las enfermedades, porque habrás sido hecho semejante a Dios.

Todos los males que soportaste en cuanto hombre, Dios te los envió precisamente porque eres hombre; en cambio, todo aquello que es propio de Dios, él prometió dártelo cuando seas divinizado y alcances la inmortalidad. Conócete, pues, a ti mismo, reconociendo al Dios que te hizo; pues conocer a Dios y ser conocido por él corresponde a aquel que ha sido llamado por Dios.

Por tanto no discutáis entre vosotros ni dudéis en volver a él. Cristo es Dios por encima de todas las cosas; él quiso borrar el pecado de los hombres renovando al hombre viejo, que él había creado a su imagen desde el comienzo, manifestándote, de este modo, el amor que tiene por ti. Si obedeces sus mandatos y, por tu bondad, imitas al que es bueno, llegarás a ser semejante a él, y él te honrará; pues no es mezquino el Dios que te ha hecho dios para su gloria.

domingo, 29 de diciembre de 2024

PALABRA COMENTADA


 

LA SAGRADA FAMILIA C

1Samuel 1,24-28



REFLEXIÓN

Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.

Lo único de una viuda, como Abraham: lo único de unos ancianos, como las viudas del evangelio: lo único que tenía para vivir; cedido al Señor, en acción de gracias. Y el Padre, el único, lo cede en carne para la salvación de todos. Un diálogo de generosidad a generosidad, en “responsabilidad” compartida. En asociación para construir.

Acercarnos a esta generosidad que ofrece su único es la llamada del evangelio, para en ello encontrar el Reino.

Se nos conceda el gozo de la generosidad, para ir entregando lo único por lo único, para gloria de todos.

Para los creyentes toda vida es un don. Misterioso siempre porque carga y acarrea consecuencias. Ahora sabemos mejor que en el código genético vienen inscritas probabilidades de enfermedades, por ejemplo.

Según la Palabra, empero, es un don que vale la pena y por eso se agradece al Señor. Y se agradece con la consagración y dedicación hasta de por vida.

Hoy no practicamos la promesa vocacional que pueda emitir una madre por un hijo. Es una decisión personal. Ni la satisfacción de una penitencia que recaiga en los hijos, porque nos parece que es una responsabilidad individual.

Pero en nuestra fe agradecemos por la vida propia y de alguien y pedimos para que se despliegue en dedicación al designio del Señor, que es nuestro bien.

Es decir que el modo de agradecer al Señor su don de la vida es procurar nuestro bien, nuestra plenitud en sinergia con Èl.

Aquí encontramos el programa de aprendizaje de nuestra existencia. Aprender a ser perfectos, a ser plenos, a ser partícipes del bien, a ser felices.

Y aprendizaje significa ensayo y error.

No nos debemos desanimar en esta lección que perdura durante nuestra vida temporal.

El tema de la estéril que concibe y da a luz es recurrente desde Sara, la mujer de Abraham, pasando por Ana y terminando en Isabel, la madre de Juan Bautista.

Se trata de la bendición de la fertilidad en una cultura que la aprecia porque es una economía agraria, y los hijos son mano de obra que significa riqueza de recursos.

No es la única cultura que celebra la fertilidad pero en la bíblica se vincula con la benevolencia del Señor Yavé.

Igualmente el tema de la entrega al Señor del primogénito, como consagración y acción de gracias recurre. Es una respuesta humana generosa ante la bendición, un sentido más allá de la posesión que pueden tener los padres sobre los hijos.

En el caso de María se dará una entrega mayor aún, porque no se trata de esterilidad sino de virginidad. No entraba en los planes de María concebir en ese momento y lo permite como entrega a un llamamiento y misión de parte del Señor.

Luego en la reflexión del Nuevo testamento otros autores profundizarán sobre el simbolismo acumulado de esa entrega generosa para revelar la capacidad amorosa del Padre de Jesús, que llegó al extremo de entregar a su único hijo.

Se trata de un tema que confronta el creyente del evangelio respecto a su propia entrega al reino: cuánto ponemos en el asador?

El propio Dios nos da ejemplo de generosidad.

SALMO84(83)

REFLEXIÓN

los atrios del Señor

El santuario tiene la lógica teológica de una instancia para la permanencia en el mundo, de la sede del Señor en el cielo. Es como un anticipo, un lugar de refresco, un oasis, no para estorbar el caminar, sino para recrearlo, reforzarlo y renovarlo. Es una condescendencia a nuestra fatigada naturaleza humana, débil y pronta a desistir. Como la consolación. Levanta el ánimo para seguir en la brega. Porque los dones del Señor están en función de su llamado y misión hasta la consumación.

mi corazón y mi carne / retozan por el Dios vivo.

Lo profundo en mí y lo externo, todo el ser. La carne también anhela a Dios y tendrá lo suyo.

Dichosos los que viven en tu casa, / alabándote siempre. / Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; / caminan de baluarte en baluarte

 El paralelismo de este verso del salmo nos ayuda a ampliar el sentido de la presencia del Señor, ya que la alabanza se hace sinónimo de caminar, por lo que quedarse en la alabanza verbal, como indicio de la presencia del Señor, es ignorar que sólo cuando es cumplida actuamos la voluntad del Señor. Si no, es otro género de hipocresía. Las moradas en la casa del Padre es la promesa de Jesús, como quien sabe de qué se trata. Es el puerto anhelado, que urge el andar de nuestra existencia. Por ello nada nos satisface permanentemente y tras la consecución de una meta, se levanta otra. Esta urgencia y dinámica están en el núcleo de las protestas de todo tipo, tan abundantes y divulgadas mediáticamente en este nuevo milenio. Los que han recibido la Palabra y la aceptan, también han recibido una comprensión de esta urgencia, no satisfecha jamás, y saben dónde ubicar su prometida realización. Tal comprensión aporta a la existencia un peso, serenidad y gozo permanente y resistente. Si no, cuál otra pudo ser la bienaventuranza del publicano en el templo, sino merecer misericordia y perdón, porque se dio cuenta que ante el Padre de nada valía auto justificarse y auto compadecerse, ya que Él perdona siempre sin cansancio. Perdona incluso el cinismo de acudir al perdón sin preocuparse de la reparación de las propias injusticias. No es como cualquiera fuerza que mueve desde fuera, sino que transforma los estados de conciencia. La mansión de la solidaridad es el nombre del dominio del Señor, donde todos se preocupan por todos, sin descanso y felices.

el Señor no niega sus bienes

A justos e injustos, añade el nuevo testamento.

1 Jn3,1-2



REFLEXIÓN

El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.

Esa adversidad que sentimos, ese constante sabotaje de la buena fe, del bien común, de la justicia en las relaciones humanas y con la creación, es un mundo que nos odia, porque representamos aun deficientemente una alternativa a la lógica de la iniquidad.

El anonimato y no el protagonismo es el que distingue a este pueblo de santos.

Confiamos en hacerlo conocer cuando nos conozcan

ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos

Es una palabra de aliento de la Palabra para que levantemos la cabeza, nos irgamos, y caminemos con valentía y dignidad. Seremos mucho más cuando se manifieste.

En la opacidad de la carne, como en el cuarzo, refulgen diminutos destellos cual advertencia de una silente transformación.

seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es

Vamos hacia la visión total y nos alejamos de la tortura y sufrimiento de las verdades parciales, medias verdades, medias mentiras, mentiras completas.

Todo el que tiene esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él es puro.

La autocrítica purificadora brota imparable como signo de la presencia de la esperanza y en ella el Señor.

Se va abriendo nuestra conciencia, capa tras capa para ir revelándose en nosotros, en medio de las contingencias históricas.

Lucas 2, 41-52



REFLEXIÓN

pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres

De acuerdo a nuestros estándares actuales, Jesús actuó con autonomía, aunque con poca comunicación con sus padres.

"Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados."

"¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?"

Jesús apeló a una autoridad y una misión mayor, la que los padres, en ese momento, no estaban preparados a reconocer.

Se trata de un eco del evangelio de la vida pública, cuando Jesús aclara que su familia la componen aquellos que escuchan y ponen en práctica la Palabra.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad

Pero tras el diálogo en el que aprendieron algo más cada uno de sus roles y límites, re-emprendieron su vida de familia abierta al crecimiento ante Dios y los hombres.

Los jóvenes hoy necesitan aclararse sobre su misión en el mundo, y el signficado de su existencia, y por eso rompen lanzas con sus antecesores, como un ensayo y error que tantea la respuesta más apta. No significa que repudian en absluto toda indicación.

Los mayores hoy necesitan asumir y empoderarse de su misión de guías y líderes nuevos, escuchando y caminando en retaguardia para aconsejar, no para imponer.

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LA SAGRADA FAMILIA C

1Samuel 1,24-28

SALMO84(83)

1 Jn3,1-2

Lucas 2, 41-52