domingo, 4 de julio de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Domingo, XIV



San Agustín Sermón 19,2-3 Yo reconozco mi culpa, dice el salmista.

Si yo la reconozco, dígnate tú perdonarla. No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas. Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan lo que hay que corregir, sino en qué pueden morder. Y, al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás. No es así cómo nos enseña el salmo a orar y dar a Dios satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón. ¿Quieres aplacar a Dios? Conoce lo que has de hacer contigo mismo para que Dios te sea propicio.

REFLEXIÓN

No se avanza mucho en el mutuo entendimiento de personas , grupos o pueblos por esta falla congénita de ausencia de reconocimiento de la propia culpa, la autocrítica. Que también puede ser simulada y manipulada, pero así cualquier cosa. Sin este honesto reconocimiento, no hay forma de apaciguarnos, e iniciar la conversión de unos con otros.

Atiende a lo que dice el mismo salmo: Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Por tanto, ¿es que has de prescindir del sacrificio? ¿Significa esto que podrás aplacar a Dios sin ninguna oblación? ¿Que dice el salmo? Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Pero continúa y verás que dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Dios rechaza los antiguos sacrificios, pero te enseña qué es lo que has de ofrecer. Nuestros padres ofrecían víctimas de sus rebaños, y éste era su sacrificio. Los sacrificios no te satisfacen, pero quieres otra clase de sacrificios. Si te ofreciera un holocausto –dice–, no lo querrías. Si no quieres, pues, holocaustos, ¿vas a quedar sin sacrificios? De ningún modo. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Éste es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar.

REFLEXIÓN

El sacrificio del corazón quebrantado, no lleva a la desaparición sino a la vida. Es morir para vivir, en un sentido más profundo y amistoso con Dios. Porque compartimos como Dios su aversión por el daño.

Y no temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro hay que quebrantar antes el impuro. Sintamos disgusto de nosotros mismos cuando pecamos, ya que el pecado disgusta a Dios. Y, ya que no estamos libres de pecado, por lo menos asemejémonos a Dios en nuestro disgusto por lo que a él le disgusta. Así tu voluntad coincide en algo con la de Dios, en cuanto que te disgusta lo mismo que odia tu Hacedor.

 

sábado, 3 de julio de 2021

PALABRA COMENTADA

 

SÁBADO 13 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Génesis 27,1-5.15-29



REFLEXIÓN

"¿Eres tú mi hijo Esaú?" Respondió Jacob: "Yo soy."

Es extraño a nuestro juicio de razón que la Palabra muestre el engaño de Jacob, el hijo menor, premiado con la bendición legal y acostumbrada del hijo mayor, Esaú.

Este engaño es el producto de una conspiración orquestada por la madre de ambos, pero con una clara preferencia por el menor.

Se trata de una narración de los orígenes tradicionales de Israel, en la que se muestra la astucia de Jacob, a quien Dios puso por nombre Israel, como reconocimiento de la lucha que tuvo con Dios.

Se le ha llamado narración etiológica, porque pretende dar cuenta de la causa tradicionalmente asignada al orden actual del pueblo israelita en circunstancias diferentes a las del origen. Muy cercana a la narración mitológica pero con menos elementos fantasiosos y exhuberantes.

En ese orden actual vigente la mujer tiene un papel de engaño y astucia, capaz de trastocar los planes originales de Dios. O quizás de entenderlos mejor y con la sabiduría de adaptarlos mejor a nuevas circunstancias.

Igualmente se quiere mostrar la naturaleza especial de este pueblo elegido por Dios, que no sale de algún derecho o costumbre, como la bendición del primogénito, sino que pertenece a un orden nuevo, destinado a una misión de servicio salvífico entre todos los pueblos.

Un pueblo que saldrá adelante por su sabiduría y astucia, inspiradas por Dios, más que por los ejércitos y la fuerza.

Un pueblo que superará sus orígenes culturales de pastores seminómadas y cazadores trashumantes, hacia nuevas formas de organización.

Salmo responsorial: 134



REFLEXIÓN

Porque él se escogió a Jacob, / a Israel en posesión suya

La fe bíblica fundada en la alianza de la Palabra nos solicita una actitud de fe capaz de superar nuestras fijaciones y apegos al orden y legalidad y costumbre que nos hayamos construído, el cual es necesario pero no insustituible.

Para abrirnos al horizonte siempre despejado y al aire muy limpio del Designio permanente del Señor.

Por eso hemos de examinar las transgresiones que se dan a lo largo de nuestra historia, y que nos pueden venir por mano de agentes incómodos: enfermedades, enemigos, contrariedades…, para descubrir y abrirnos por fe a la novedad del designio del Señor.

Seremos entonces verdaderos miembros del nuevo Israel, porque sabremos lo que es luchar con Dios para entenderlo mejor.

Mateo 9,14-17



REFLEXIÓN

Jesús les dijo

Palabras de Jesús asumidas por sus creyentes como Palabra del Señor. Jesús de Nazareth es nuestra palabra humana totalmente fiel al decir del Señor. En su transparencia descansa nuestra esperanza sobre la capacidad de los humanos de superar sus propias falencias y transformarse en auténticos escuchas de la Palabra.

 Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.

Los seguidores más cercanos de Jesús sintieron e hicieron duelo ante su trágica muerte. La experiencia del resucitado los levantó de ese duelo y los abrió a la consideración de su nuevo modo de presencia. En estas circunstancias tan nuevas el duelo no tuvo ya cabida.

Pero en el tiempo las sucesivas generaciones van a ir experimentando la lejanía-cercanía de Jesús el Viviente. Entonces eventualmente el duelo tendrá pertinencia, pero solo por momentos. Porque la fe heredada contiene una experiencia de presencia del Señor Jesús que entraña lejanía y cercanía, distancia e intimidad, distinción y unión.

el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan

Para el creyente todo orden constituído es un punto de referencia, pero no un caso cerrado.

Porque todo orden pertenece a la caducidad que sobreviene por erosión, desgaste y corrupción.

El orden es como el sábado en el nuevo testamento: sirve al hombre, pero no es mayor que el hombre.

Nuestro tiempo es muy sensible al cambio del orden, sobretodo porque no satisface a todos por igual, y así como ocurre que unos lo usufructúan, también otros se perjudican y son victimizados.

Por lo tanto, en el Designio del Señor hemos de encontrar por fe la capacidad de distinguir los momentos de guardar el orden y los momentos de cambiarlo.

Cuando haya vino nuevo, saberlo guardar en odres nuevos. Cuando sea boda, saber comer y ayunar cuando sea luto.

Por su especial y connatural sensibilidad humana la mujer, desde tiempos bíblicos aporta la intuición de cambio, quizás con mayor carisma que el varón, quien con firmeza mantiene el orden.

Se trata de una novedad siempre nueva. Más vale que cambiemos la actitud.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1411285650087743490?s=20