viernes, 22 de octubre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

VIERNES 29 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Romanos 7,18-25a



REFLEXIÓN

si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mí.

Llamada concupiscencia por unos, pecado por otros, esta fuerza que parece querer controlarnos a nuestro pesar y con nuestra complicidad.

La postura clásica católica es que el pecado está perdonado, su fuerza, tendencia y arrastre persiste como concupiscencia, como debilidad de un enfermo en recuperación, que si no se cuida puede recaer.

Una pulsión que se distingue de mi yo libre, bien intencionado.

Luego la ciencia de la salud mental le pondrá un nombre: el inconsciente.

percibo en mi cuerpo un principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo

Soy un campo de batalla. Un choque de fuerzas.

Soy un proceso agónico.

¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias.

Pero no estamos perdidos. Jesús significa la superación de esta agonía para bien.

No parece fácil salir de este problema: prisioneros de la ley del pecado que está en nuestro cuerpo.

Y nuestro cuerpo no nos abandona jamás.

Sólo Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, nos ofrece la salida. Cómo?

Es este “cómo?” la génesis de los evangelios, a su vez orientados al evangelio, la buena nueva, el cambio definitivo y radical.

Porque los creyentes en Jesucristo debieron preguntarse también y siempre: cómo? librarse del cuerpo de muerte.

Podemos dirigirnos a los evangelios con esa expectativa: el Señor Jesucristo nos muestra cómo librarnos del cuerpo de muerte.

Qué entraña el cuerpo de muerte: el bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago.

Qué pensarán de esta solución paulina otros ofrecimientos para terminar con el cuerpo de muerte, es más, que será para el mundo de hoy estar prisionero de un cuerpo de muerte?

Si la corrupción, la injusticia, el maltrato, el abuso, la opresión, la exclusión, la discriminación, el asesinato …todo ese cuerpo de muerte es el resultado de una prisión: no hay responsabilidad? No hay que dar cuentas? Es pérdida de tiempo emprender la transparencia? Es sólo asunto de creer en el señor Jesús…?

Creer de fe bíblica, no es un mero nominalismo, ni una retórica, sino un compromiso integral de seguimiento de Jesús de Nazareth, libre y procesual. Con fatiga pero sin desmayo. Hasta el límite de la existencia.

Salmo responsorial: 118



REFLEXIÓN

Enséñame a gustar y a comprender

Necesitamos una sabiduría que nos ayude a compensar esa fuerza que nos lleva a la agonía en trance débil.

Necesitamos aprender a gustarla, en su sabor contrario al gusto de muerte, que fluye de la convivencia con nuestro egoísmo.

Lucas 12,54-59



REFLEXIÓN

¡Hipócritas!: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?

Hipócrita es el adjetivo de los evangelios a una clase de seres humanos incongruentes, hábiles y capaces para juzgar de ciertas cosas pero incapaces de llegar hasta las últimas consecuencias de sus juicios, y mucho menos cambiar su conducta.

Un hipócrita es un falto de ética, incluso con bellos discursos sobre ética. Pero pervertido, es decir, que ha cambiado el fin de las cosas.

Un campesino sabe del clima para su oficio: cuándo lloverá y cuándo habrá sequía.

Por qué no se traslada esa orientación y conocimiento de señales e indicios al reino y su cercanía.? Porque nos resistimos al cambio de mente y conducta.

Discernir lo que está claro, es la excusa de la hipocresía.

Sabemos lo que hay que hacer, pero no queremos.

Estar enfermos de la decisión correcta no es excusa, si acaso un atenuante.

Porque nuestra cultura es permisiva.

¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?

Porque en todo aplicamos el juicio, como parte de nuestro protocolo de acceso a la realidad circundante.

Sin embargo nos cuesta discernir bajo el amparo de la sabiduría, que es la presencia del Absoluto Radical en lo más profundo de nuestro ser, porque rehuimos su dictamen adverso.

con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él mientras vais de camino

Será que la complejidad de las situaciones nos permite la negociación con el Señor?

Aprovechemos el tiempo y la oportunidad que se nos ofrece por señales para el cambio y dejar de ser hipócritas.

no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel.

No obstante tenemos la potencialidad de juzgarnos antes de que nos juzguen desfavorablemente.

De negociar antes que nos castiguen.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1451523094384943108?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

ORIENTADO A LA VIDA QUE NO TERMINA ASUME SU ENTONCES INCURABLE LEUCEMIA COMO SU PASCUA DE RESURRECCIÓN

San Agustín Carta a Proba 130,14,27-15,28

Quien pide al Señor aquella sola cosa que hemos mencionado, es decir, la vida dichosa de la gloria, y esa sola cosa busca, éste pide con seguridad y pide con certeza, y no puede temer que algo le sea obstáculo para conseguir lo que pide, pues pide aquello sin lo cual de nada le aprovecharía cualquier otra cosa que hubiera pedido, oran como conviene. Ésta es la única vida verdadera, la única vida feliz: contemplar eternamente la belleza del Señor, en la inmortalidad e incorruptibilidad del cuerpo y del espíritu. En razón de esta sola cosa, nos son necesarias todas las demás cosas; en razón de ella, pedimos oportunamente las demás cosas. Quien posea esta vida poseerá todo lo que desee, y allí nada podrá desear que no sea conveniente. Allí está la fuente de la vida, cuya sed debemos avivar en la oración, mientras vivimos aún de esperanza.

REFLEXIÓN

Experiencia humana del Misterio de Dios, su vida dichosa interminable a la que aspiramos, es balbucear. Porque nos rebasa constantemente en todo lo que pensemos, deseemos o describamos No tenemos nada que podamos poner como evidencia, excepto la promesa que en palabras humanas nos transmite su Palabra, máxime su Palabra hecha carne, que muestra en sí algo de su promesa de vida, por testimonios humanos en palabras humanas inspiradas. Nos arriesgamos mucho al apostarlo todo por esa promesa de vida, es  el mérito de la fe y esperanza.