domingo, 12 de diciembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 3 de Adviento

Sofonías 3, 14-18ª



REFLEXIÓN

en medio(qereb:entre, dentro) de ti

Se anuncia una novedad: un Señor Dios que se ubicará entre nosotros como comunidad o fraternidad. Una presencia que habitará lo más profundo de nosotros mismos.

dirán a Jerusalén

Un repaso de la trayectoria de Jerusalén en la historia de salvación muestra etapas que bien pudiéramos asimilar a nuestra existencia, buscando paralelismos.

Desde los tiempos antiguos cuando era una ciudad cananea en las montañas, pasando luego ser posesión personal de David, a quien rinde su inexpugnabilidad. Transitando luego como sede del templo más famoso en tiempos de Salomón, hasta la desolación de su destrucción por Nabucodonosor. Luego su resurgimiento modesto hasta el famoso templo de Herodes en tiempos de Jesús, para terminar aniquilada definitivamente por los romanos en el año 70 después de Cristo.

Una ciudad de miles de años, que aún simboliza el deseo de posesión de pueblos enemistados, y el desafío para la unión de las religiones, y que en su nombre se vincula la palabra paz.

Toda una figura, arquetipo o  símbolo de una realidad sufrida y gloriosa, que busca un final feliz. Una realidad que anhela y espera que su suerte cambie.

Todo un símbolo para el adviento, de gentes, ciudades, pueblos que por millones anhelan paz.

Interleccional: Isaías 12, 2-3. 4bcd, 5-6



REFLEXIÓN

confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación

Y así como esta ciudad ha sido agredida pero ha escapado muchas veces, también nosotros viendo nuestra existencia desde antes hasta este punto, podemos celebrar que hemos sido sostenidos, más allá de los riesgos y peligros.

sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación

De Jerusalén se narra el tener un abastecimiento de agua que la hacía superar los sitios de los enemigos.

Nosotros desde la fe en quien nos asiste desde dentro y entre nosotros, nos abastecemos sin extinción, del favor y la fuerza del Señor.

Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel

Celebra nuestro adviento la llegada de lo pequeño, que en medio de nosotros se hará grande.

Filipenses 4, 4-7



REFLEXIÓN

Que vuestra mesura(epieikia:equidad) la conozca todo el mundo

La equidad es la capacidad de encontrar la justicia, en la aplicación del espíritu de la ley.

Es nuestro modo fraterno de proceder, el cual no se improvisa ni se planifica rígidamente, sino que se inspira en el Espíritu que domina la historia.

Celebramos en adviento la llegada de ese don de Dios que nos permite vivir en equidad.

Jerusalén como símbolo, ahora que está reducida, es más capaz de inspirar equidad en medio de la ambición y pugna de tantos intereses. Porque Jerusalén no es una urbe rica, si acaso estratégica.

Y de nuestro Señor de la historia, aparecido en el niño que va a nacer, celebramos el genio estratégico para intervenir oportunamente en la historia.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús

Roma está al servicio de Jerusalén. Tiene importancia provisional, entretanto se rehabilite la misión de paz de Jerusalén.

Al final de los tiempos?

Lucas 3, 10-18



REFLEXIÓN

"¿Entonces, qué hacemos?"

"El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo."

"No exijáis más de lo establecido."

"No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga."

Él os bautizara con Espíritu Santo y fuego

Por el mensaje concreto de Juan Bautista inferimos una postura de equidad que se exhortaba a sus oyentes, en cuanto a lo que estaba mandado: propiedad, impuestos, ejército.

También enfocaba al mesías que anunciaba como un juez que condenaría los injustos.

Era la visión de Juan, pero era provisional, preparatoria y al servicio de la Palabra que se encarnaría en Jesús.

Pero con ese advenimiento las previsiones del Bautista fueron relanzadas a dimensiones insospechadas. El tipo de equidad basada en el orden establecido no sería el parámetro fundamental sin un Espíritu de equidad fundamentado en el ágape.

El ágape que resulta del habitar del Señor en medio de nosotros, dentro de nosotros.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1469991514029834241?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

YO NO SINO DIOS

Domingo III

San Agustín Sermón 293,3

Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna. Quita la palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica el corazón. Pero veamos cómo suceden las cosas en la misma edificación de nuestro corazón. Cuando pienso lo que voy a decir, ya está la palabra presente en mi corazón; pero, si quiero hablarte, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que está ya en el mío. Al intentar que llegue hasta ti y se aposente en tu interior la palabra que hay ya en el mío, echo mano de la voz y, mediante ella, te hablo: el sonido de la voz hace Llegar hasta ti el entendimiento de la palabra; y una vez que el sonido de la voz ha llevado hasta ti el concepto, el sonido desaparece, pero la palabra que el sonido condujo hasta ti está ya dentro de tu corazón, sin haber abandonado el mío. Cuando la palabra ha pasado a ti, ¿no te parece que es el mismo sonido el que está diciendo: Ella tiene que crecer y yo tengo que menguar? El sonido de la voz se dejó sentir para cumplir su tarea y desapareció, como si dijera: Esta alegría mía está colmada. Retengamos la palabra, no perdamos la palabra concebida en la médula del alma.

REFLEXIÓN

El protagonismo que ansiamos y imponemos, creemos lo merecemos. Hemos sido educados para realizarnos, para ser líderes, para brillar. Sin autosuficiencia y prepotencia no creemos ser nadie, tememos nos invisibilicen. Hay necesidad de una conversión muy profunda para entender que en la economía de salvación, la pequeñez es sacramento de Dios, y el último lugar no es una ubicación provisional, sino el auténtico lugar a menos que se de una revaloración divina.