lunes, 27 de diciembre de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA


 

De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan
(Tratado 1, 1. 3: PL 35, 1978. 1980)

 

EN LA ENCARNACIÓN SE HA MANIFESTADO LA MISMA VIDA EN PERSONA

 

Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos Y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida. ¿Quién podría tocar con sus manos a la Palabra, si no fuese porque la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros? Esta Palabra, que se hizo carne para que pudiera ser tocada, comenzó a ser carne en el seno de la Virgen María; pero no fue entonces cuando empezó a ser Palabra, ya que, como nos dice Juan, existía desde un principio. Ved cómo concuerda su carta con las palabras de su evangelio, que acabáis de escuchar: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios.

 

Quizá alguien piense que hay que entender la expresión «la palabra de vida» como un modo de hablar que se refiere a Cristo, pero no al cuerpo de Cristo que podía ser tocado por nuestras manos. Atended a las palabras que siguen: Porque la vida se ha manifestado. Por tanto, Cristo es la Palabra de vida.

 

¿Y de dónde se ha manifestado esta vida? Existía desde un principio, pero no se había manifestado a los hombres; en cambio, sí se había manifestado a los ángeles, que la veían y se alimentaban de ella como de su propio pan. Pero, ¿qué dice la Escritura? El hombre comió pan de ángeles.

 

Así, pues, en la encarnación se ha manifestado la misma Vida en persona, y se ha manifestado para que, al hacerse visible, ella, que sólo podía ser contemplada con los ojos del corazón, sanara los corazones. Porque la Palabra sólo puede ser contemplada con los ojos del corazón; en cambio, la carne puede ser contemplada también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no a la Palabra; por esto la Palabra se hizo carne, que puede ser vista por nosotros, para sanar en nosotros lo que nos hace capaces de ver a la Palabra.

 

Y nosotros -continúa- testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado, esto es, se ha manifestado entre nosotros y, para decirlo con más claridad, se ha manifestado en nuestro interior.

 

Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos. Atended, queridos hermanos: Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos. Ellos vieron al mismo Señor presente en la carne y oyeron las palabras que salían de su boca, y nos lo han anunciado. Nosotros, por tanto, hemos oído, pero no hemos visto.

 

¿Somos por eso menos dichosos que ellos, que vieron y oyeron? Pero entonces, ¿por qué añade: A fin de que viváis en comunión con nosotros? Ellos vieron, nosotros no, y sin embargo vivimos en comunión con ellos, porque tenemos una fe común.

 

Y esta nuestra comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas -continúa- para que sea colmado vuestro gozo. Gozo colmado, dice, en una misma comunión de vida, en una misma caridad, en una misma unidad

domingo, 26 de diciembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

LA SAGRADA FAMILIA C

1Samuel 1,24-28



REFLEXIÓN

Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.

Lo único de una viuda, como Abraham: lo único de unos ancianos, como las viudas del evangelio: lo único que tenía para vivir; cedido al Señor, en acción de gracias. Y el Padre, el único, lo cede en carne para la salvación de todos. Un diálogo de generosidad a generosidad, en “responsabilidad” compartida. En asociación para construir.

Acercarnos a esta generosidad que ofrece su único es la llamada del evangelio, para en ello encontrar el Reino.

Se nos conceda el gozo de la generosidad, para ir entregando lo único por lo único, para gloria de todos.

Para los creyentes toda vida es un don. Misterioso siempre porque carga y acarrea consecuencias. Ahora sabemos mejor que en el código genético vienen inscritas probabilidades de enfermedades, por ejemplo.

Según la Palabra, empero, es un don que vale la pena y por eso se agradece al Señor. Y se agradece con la consagración y dedicación hasta de por vida.

Hoy no practicamos la promesa vocacional que pueda emitir una madre por un hijo. Es una decisión personal. Ni la satisfacción de una penitencia que recaiga en los hijos, porque nos parece que es una responsabilidad individual.

Pero en nuestra fe agradecemos por la vida propia y de alguien y pedimos para que se despliegue en dedicación al designio del Señor, que es nuestro bien.

Es decir que el modo de agradecer al Señor su don de la vida es procurar nuestro bien, nuestra plenitud en sinergia con Èl.

Aquí encontramos el programa de aprendizaje de nuestra existencia. Aprender a ser perfectos, a ser plenos, a ser partícipes del bien, a ser felices.

Y aprendizaje significa ensayo y error.

No nos debemos desanimar en esta lección que perdura durante nuestra vida temporal.

El tema de la estéril que concibe y da a luz es recurrente desde Sara, la mujer de Abraham, pasando por Ana y terminando en Isabel, la madre de Juan Bautista.

Se trata de la bendición de la fertilidad en una cultura que la aprecia porque es una economía agraria, y los hijos son mano de obra que significa riqueza de recursos.

No es la única cultura que celebra la fertilidad pero en la bíblica se vincula con la benevolencia del Señor Yavé.

Igualmente el tema de la entrega al Señor del primogénito, como consagración y acción de gracias recurre. Es una respuesta humana generosa ante la bendición, un sentido más allá de la posesión que pueden tener los padres sobre los hijos.

En el caso de María se dará una entrega mayor aún, porque no se trata de esterilidad sino de virginidad. No entraba en los planes de María concebir en ese momento y lo permite como entrega a un llamamiento y misión de parte del Señor.

Luego en la reflexión del Nuevo testamento otros autores profundizarán sobre el simbolismo acumulado de esa entrega generosa para revelar la capacidad amorosa del Padre de Jesús, que llegó al extremo de entregar a su único hijo.

Se trata de un tema que confronta el creyente del evangelio respecto a su propia entrega al reino: cuánto ponemos en el asador?

El propio Dios nos da ejemplo de generosidad.

SALMO84(83)

REFLEXIÓN

los atrios del Señor

El santuario tiene la lógica teológica de una instancia para la permanencia en el mundo, de la sede del Señor en el cielo. Es como un anticipo, un lugar de refresco, un oasis, no para estorbar el caminar, sino para recrearlo, reforzarlo y renovarlo. Es una condescendencia a nuestra fatigada naturaleza humana, débil y pronta a desistir. Como la consolación. Levanta el ánimo para seguir en la brega. Porque los dones del Señor están en función de su llamado y misión hasta la consumación.

mi corazón y mi carne / retozan por el Dios vivo.

Lo profundo en mí y lo externo, todo el ser. La carne también anhela a Dios y tendrá lo suyo.

Dichosos los que viven en tu casa, / alabándote siempre. / Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; / caminan de baluarte en baluarte

 El paralelismo de este verso del salmo nos ayuda a ampliar el sentido de la presencia del Señor, ya que la alabanza se hace sinónimo de caminar, por lo que quedarse en la alabanza verbal, como indicio de la presencia del Señor, es ignorar que sólo cuando es cumplida actuamos la voluntad del Señor. Si no, es otro género de hipocresía. Las moradas en la casa del Padre es la promesa de Jesús, como quien sabe de qué se trata. Es el puerto anhelado, que urge el andar de nuestra existencia. Por ello nada nos satisface permanentemente y tras la consecución de una meta, se levanta otra. Esta urgencia y dinámica están en el núcleo de las protestas de todo tipo, tan abundantes y divulgadas mediáticamente en este nuevo milenio. Los que han recibido la Palabra y la aceptan, también han recibido una comprensión de esta urgencia, no satisfecha jamás, y saben dónde ubicar su prometida realización. Tal comprensión aporta a la existencia un peso, serenidad y gozo permanente y resistente. Si no, cuál otra pudo ser la bienaventuranza del publicano en el templo, sino merecer misericordia y perdón, porque se dio cuenta que ante el Padre de nada valía auto justificarse y auto compadecerse, ya que Él perdona siempre sin cansancio. Perdona incluso el cinismo de acudir al perdón sin preocuparse de la reparación de las propias injusticias. No es como cualquiera fuerza que mueve desde fuera, sino que transforma los estados de conciencia. La mansión de la solidaridad es el nombre del dominio del Señor, donde todos se preocupan por todos, sin descanso y felices.

el Señor no niega sus bienes

A justos e injustos, añade el nuevo testamento.

1 Jn3,1-2



REFLEXIÓN

El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.

Esa adversidad que sentimos, ese constante sabotaje de la buena fe, del bien común, de la justicia en las relaciones humanas y con la creación, es un mundo que nos odia, porque representamos aun deficientemente una alternativa a la lógica de la iniquidad.

El anonimato y no el protagonismo es el que distingue a este pueblo de santos.

Confiamos en hacerlo conocer cuando nos conozcan

ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos

Es una palabra de aliento de la Palabra para que levantemos la cabeza, nos irgamos, y caminemos con valentía y dignidad. Seremos mucho más cuando se manifieste.

En la opacidad de la carne, como en el cuarzo, refulgen diminutos destellos cual advertencia de una silente transformación.

seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es

Vamos hacia la visión total y nos alejamos de la tortura y sufrimiento de las verdades parciales, medias verdades, medias mentiras, mentiras completas.

Todo el que tiene esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él es puro.

La autocrítica purificadora brota imparable como signo de la presencia de la esperanza y en ella el Señor.

Se va abriendo nuestra conciencia, capa tras capa para ir revelándose en nosotros, en medio de las contingencias históricas.

Lucas 2, 41-52



REFLEXIÓN

pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres

De acuerdo a nuestros estándares actuales, Jesús actuó con autonomía, aunque con poca comunicación con sus padres.

"Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados."

"¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?"

Jesús apeló a una autoridad y una misión mayor, la que los padres, en ese momento, no estaban preparados a reconocer.

Se trata de un eco del evangelio de la vida pública, cuando Jesús aclara que su familia la componen aquellos que escuchan y ponen en práctica la Palabra.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad

Pero tras el diálogo en el que aprendieron algo más cada uno de sus roles y límites, re-emprendieron su vida de familia abierta al crecimiento ante Dios y los hombres.

Los jóvenes hoy necesitan aclararse sobre su misión en el mundo, y el signficado de su existencia, y por eso rompen lanzas con sus antecesores, como un ensayo y error que tantea la respuesta más apta. No significa que repudian en absluto toda indicación.

Los mayores hoy necesitan asumir y empoderarse de su misión de guías y líderes nuevos, escuchando y caminando en retaguardia para aconsejar, no para imponer.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1475063699710877698?s=20