sábado, 29 de enero de 2022

BEATO CARLO

EL BEATO CARLO POR SU FE OBTUVO LA ACEPTACIÓN GOZOSA DE SU MUERTE 

De la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms. 18. 22)

 

EL MISTERIO DE LA MUERTE

 

El enigma de la condición humana alcanza su vértice en presencia de la muerte. El hombre no sólo es torturado por el dolor y la progresiva disolución de su cuerpo, sino también, y mucho más, por el temor de un definitivo aniquilamiento. El ser humano piensa muy certeramente cuando, guiado por un instinto de su corazón, detesta y rechaza la hipótesis de una total ruina y de una definitiva desaparición de su personalidad. La semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia, se subleva contra la muerte. Todos los esfuerzos de la técnica moderna, por muy útiles que sean, no logran acallar esta ansiedad del hombre: pues la prolongación de una longevidad biológica no puede satisfacer esa hambre de vida ulterior que, inevitablemente, lleva enraizada en su corazón.

 

Mientras toda imaginación fracasa ante la muerte, la Iglesia, adoctrinada por la divina revelación, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz que sobrepasa las fronteras de la mísera vida terrestre. Y la fe cristiana enseña que la misma muerte corporal, de la que el ser humano estaría libre si no hubiera cometido el pecado, será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre la salvación perdida por su culpa. Dios llamó y llama al hombre para que, en la perpetua comunión de la incorruptible vida divina, se adhiera a él con toda la plenitud de su ser. Y esta victoria la consiguió Cristo resucitando a la vida y liberando al hombre de la muerte con su propia muerte. La fe, por consiguiente, apoyada en sólidas razones, está en condiciones de dar a todo hombre reflexivo la respuesta al angustioso interrogante sobre su porvenir; y al mismo tiempo le ofrece la posibilidad de una comunión en Cristo con los seres queridos, arrebatados por la muerte, confiriendo la esperanza de que ellos han alcanzado ya en Dios la vida verdadera.

 

Ciertamente urgen al cristiano la necesidad y el deber de luchar contra el mal, a través de muchas tribulaciones, y de sufrir la muerte; pero, asociado al misterio pascual y configurado con la muerte de Cristo, podrá ir al encuentro de la resurrección robustecido por la esperanza.

 

Todo esto es válido no sólo para los que creen en Cristo, sino para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de un modo invisible;

 

puesto que Cristo murió por todos y una sola es la vocación última de todos los hombres, es decir, la vocación divina, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo que sólo Dios conoce, se asocien a su misterio pascual.

 

Éste es el gran misterio del hombre, que, para los creyentes, está iluminado por la revelación cristiana. Por consiguiente, en Cristo y por Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que, fuera de su Evangelio, nos aplasta. Cristo resucitó, venciendo a la muerte con su muerte, y nos dio la vida, de modo que, siendo hijos de Dios en el Hijo, podamos clamar en el Espíritu: ¡Padre!

viernes, 28 de enero de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 3 de tiempo ordinario

Año Par

2Samuel 11,1-4a.5-10a.13-17



REFLEXIÓN

y desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bella.

mandó a preguntar

le dijeron: esposa de Urías

mandó a unos para que se la trajesen

quedó encinta

Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra.

Luego le dijo: "Anda a casa a lavarte los pies

Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no fue a su casa.

"Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha, y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera."

y hubo bajas en el ejército entre los oficiales de David; murió también Urías, el hitita.

La Palabra, como la espada o daga de dos filos, hiere por todos los lados, porque interpela, busca una respuesta responsable, justa, una conversión al amor que corresponda al amor que nos dió primero.

En la secuencia presentada arriba del relato de David, se enfatiza una progresión del egoísmo, hasta plasmarse en la injusticia del crimen.

La Palabra nos presenta la tentación o la prueba como un proceso que puede y debe ser detenido en algún punto, para que no pase a mayores injusticias.

David el rey, hombre encumbrado, con poder, dio rienda suelta a su deseo sexual, a su encubrimiento de la preñez, para terminar fraguando y decidiendo desde lo alto de su trono, el crimen de su fiel guerrero. Pagó con traición la dedicación con su vida de Urías.

Desde el primer pecado que se presenta en Génesis la Palabra nos enseña para nuestra conversión, el asedio que nos hacemos por nuestras debilidades y decisiones injustas, que no solo nos afectan sino a otros, trayendo infelicidad, amargura, tristeza.

No hay ser humano que esté blindado contra este mecanismo o dinámica que entorpece y erosiona la propia felicidad sino también la de otros y más allá.

El pecado de cualquier tipo, denunciado desde el primero, tiene la cualidad de multiplicar sus efectos, debilitando y escandalizando a muchos.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa; / lava del todo mi delito, / limpia mi pecado. 

Pues yo reconozco mi culpa, / tengo siempre presente mi pecado

Cuando el Espíritu toca el corazón por su Palabra hiere las entrañas y sensibilidad de las conciencias, para lograr el dolor por el daño infligido a sí y a otros.

Ese Espíritu es el que nos hace caer en cuenta que SOLO la misericordia del Señor nos prodigará sanación.

contra ti, contra ti solo pequé, / cometí la maldad que aborreces

Así como la tentación es un proceso destructivo, por etapas, la conversión al amor activo del Señor es un proceso de reconstrucción y regeneración.

Una fase de ese proceso entra en el descubrimiento vivencial, existencial, integral de que el pecado-ese es su sentido profundo-afecta nuestra relación amistosa con el Señor.

Es un misterio para contemplar, pero es una realidad para asumir, por insistencia de la Palabra.

Él no es indiferente, respecto a lo que decidamos al provocar la injusticia, máxime si afectamos víctimas inocentes como Betsabé y Urías.

Mira, en la culpa nací, / pecador me concibió mi madre.

Es una realidad que somos precedidos por circunstancias, y nos desenvolvemos en circunstancias, que afectan nuestra libre decisión.

No quitan la responsabilidad, nos conmina la Palabra, aunque declara que somos frágiles utensilios de arcilla, prontos a resquebrajarse y romperse en pedazos.

Hazme oír el gozo y la alegría, / que se alegren los huesos quebrantados. / Aparta de mi pecado tu vista, / borra en mí la culpa.

El proceso de regeneración y sanación integral cuenta con la alegría del perdón, y cierta conciencia de que no todo dependió de nosotros.

Pero ese Espíritu urge a asumir la responsabilidad de lo que nos toca, la vergüenza del juicio del Señor y el ajeno, y un compromiso de reparación en alguna forma como aporte y signo del perdón.

Marcos 4,26-34



REFLEXIÓN

El reino de Dios se parece

Son las claves de Jesús para entender y entenderse con el Reino, en el mundo y en la vida ordinaria.

La vida que discurrimos son visos de la vida definitiva.

Y podemos ayudarnos de lo que acontece para asomarnos a lo profundo, donde se debate el final.

la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo

El reino tiene su propia energía, la del Señor, no le hace que requiera nuestra colaboración.

La vida de Dios está en el mundo. No sabemos cómo, pero está.

Su presencia se nos actualiza en diferentes coyunturas y momentos.

Lo que parece exclusivo protagonismo nuestro, tiene una asistente misterioso que consiste en la vida de Dios.

Reconocerlo es un aprendizaje para la conciencia, que vivencia al Padre como un acompañante de su crecimiento, mientras camina en su existencia mundana.

Porque en toda esta gesta evangélica no nos podemos tampoco considerar actores únicos e irremplazables hasta el extremo de hundir la causa del reino.

Ya que el dueño de la mies sigue trabajando en todo, como en la semilla que sigue creciendo mientras dormimos.

"¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas."

Muchas otras parábolas o semejanzas podemos inventar, porque nos alienta la palabra de Jesús.

La creatividad en encontrar esos visos de presencia es parte del Espíritu del Señor que nos alienta.

Sin embargo, Jesús les afirmaba lo contrario: que el Reino de Dios nacía de los pobres, de los marginados, de los pecadores, es decir, del desecho de la sociedad... que los poderosos, empezando por los del templo, tenían que cambiar de vida... que los ricos debían compartir con los pobres sus riquezas, para así devolverles lo que habían robado

No es un automatismo evidente: el desecho de la sociedad. No es una fenomenología e identificación sociológica, o científico-social, aunque se apoye en ello. Los salvados son decisión de Dios, y una condición social no es garantía de salvación.

En la aparición y crecimiento de este reino se da una desproporción: lo más pequeño origina lo más grande, y no puedo medir lo uno por lo otro.

La humildad y el silencio de largas temporadas puede ser el presagio de una vida potente, que explosionará en algún momento, más que la paz de los sepulcros.

Todo aquél que honestamente se deja formar por la palabra en el tiempo oportuno, ofrecerá un testimonio relevante, también oportuno.

Porque es posible que otros vengan a unirse a este testimonio, atraídos por su vitalidad y fortaleza. Y en encuentren en él, el sentido de su propia fe.

Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado

Es la finalidad de un buen educador de la fe como Jesús: que entiendan.

Se trata de una cadena que formamos en la fraternidad, en la que unos a otros nos vamos formando y explicando las parábolas de la vida con sentido de reino. Somos a la vez unos para otros maestros y alumnos.

Es posible que la experiencia histórica enseñara a las comunidades, y el evangelio que transmiten, a fijarse en el sentido diverso para la comprensión del mensaje de Jesús de Nazaret.

Un grupo con un seguimiento más íntimo y cercano recibía explicaciones adicionales, dada la evolución escandalosa de los hechos: pasión y muerte de Jesús.

Esta suerte del Señor Jesús no era suficientemente entendida por otros, que desfallecían.

La pieza clave para pasar de una a otra comprensión era el acontecimiento pascual:la resurrección de Jesús por su Padre.

No podemos decir que ese problema no exista en nuestros días, ante la diversidad de comprensiones del mensaje de Jesús de Nazaret.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1487029329456472071?s=20