viernes, 28 de enero de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 3 de tiempo ordinario

Año Par

2Samuel 11,1-4a.5-10a.13-17



REFLEXIÓN

y desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bella.

mandó a preguntar

le dijeron: esposa de Urías

mandó a unos para que se la trajesen

quedó encinta

Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra.

Luego le dijo: "Anda a casa a lavarte los pies

Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no fue a su casa.

"Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha, y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera."

y hubo bajas en el ejército entre los oficiales de David; murió también Urías, el hitita.

La Palabra, como la espada o daga de dos filos, hiere por todos los lados, porque interpela, busca una respuesta responsable, justa, una conversión al amor que corresponda al amor que nos dió primero.

En la secuencia presentada arriba del relato de David, se enfatiza una progresión del egoísmo, hasta plasmarse en la injusticia del crimen.

La Palabra nos presenta la tentación o la prueba como un proceso que puede y debe ser detenido en algún punto, para que no pase a mayores injusticias.

David el rey, hombre encumbrado, con poder, dio rienda suelta a su deseo sexual, a su encubrimiento de la preñez, para terminar fraguando y decidiendo desde lo alto de su trono, el crimen de su fiel guerrero. Pagó con traición la dedicación con su vida de Urías.

Desde el primer pecado que se presenta en Génesis la Palabra nos enseña para nuestra conversión, el asedio que nos hacemos por nuestras debilidades y decisiones injustas, que no solo nos afectan sino a otros, trayendo infelicidad, amargura, tristeza.

No hay ser humano que esté blindado contra este mecanismo o dinámica que entorpece y erosiona la propia felicidad sino también la de otros y más allá.

El pecado de cualquier tipo, denunciado desde el primero, tiene la cualidad de multiplicar sus efectos, debilitando y escandalizando a muchos.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa; / lava del todo mi delito, / limpia mi pecado. 

Pues yo reconozco mi culpa, / tengo siempre presente mi pecado

Cuando el Espíritu toca el corazón por su Palabra hiere las entrañas y sensibilidad de las conciencias, para lograr el dolor por el daño infligido a sí y a otros.

Ese Espíritu es el que nos hace caer en cuenta que SOLO la misericordia del Señor nos prodigará sanación.

contra ti, contra ti solo pequé, / cometí la maldad que aborreces

Así como la tentación es un proceso destructivo, por etapas, la conversión al amor activo del Señor es un proceso de reconstrucción y regeneración.

Una fase de ese proceso entra en el descubrimiento vivencial, existencial, integral de que el pecado-ese es su sentido profundo-afecta nuestra relación amistosa con el Señor.

Es un misterio para contemplar, pero es una realidad para asumir, por insistencia de la Palabra.

Él no es indiferente, respecto a lo que decidamos al provocar la injusticia, máxime si afectamos víctimas inocentes como Betsabé y Urías.

Mira, en la culpa nací, / pecador me concibió mi madre.

Es una realidad que somos precedidos por circunstancias, y nos desenvolvemos en circunstancias, que afectan nuestra libre decisión.

No quitan la responsabilidad, nos conmina la Palabra, aunque declara que somos frágiles utensilios de arcilla, prontos a resquebrajarse y romperse en pedazos.

Hazme oír el gozo y la alegría, / que se alegren los huesos quebrantados. / Aparta de mi pecado tu vista, / borra en mí la culpa.

El proceso de regeneración y sanación integral cuenta con la alegría del perdón, y cierta conciencia de que no todo dependió de nosotros.

Pero ese Espíritu urge a asumir la responsabilidad de lo que nos toca, la vergüenza del juicio del Señor y el ajeno, y un compromiso de reparación en alguna forma como aporte y signo del perdón.

Marcos 4,26-34



REFLEXIÓN

El reino de Dios se parece

Son las claves de Jesús para entender y entenderse con el Reino, en el mundo y en la vida ordinaria.

La vida que discurrimos son visos de la vida definitiva.

Y podemos ayudarnos de lo que acontece para asomarnos a lo profundo, donde se debate el final.

la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo

El reino tiene su propia energía, la del Señor, no le hace que requiera nuestra colaboración.

La vida de Dios está en el mundo. No sabemos cómo, pero está.

Su presencia se nos actualiza en diferentes coyunturas y momentos.

Lo que parece exclusivo protagonismo nuestro, tiene una asistente misterioso que consiste en la vida de Dios.

Reconocerlo es un aprendizaje para la conciencia, que vivencia al Padre como un acompañante de su crecimiento, mientras camina en su existencia mundana.

Porque en toda esta gesta evangélica no nos podemos tampoco considerar actores únicos e irremplazables hasta el extremo de hundir la causa del reino.

Ya que el dueño de la mies sigue trabajando en todo, como en la semilla que sigue creciendo mientras dormimos.

"¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas."

Muchas otras parábolas o semejanzas podemos inventar, porque nos alienta la palabra de Jesús.

La creatividad en encontrar esos visos de presencia es parte del Espíritu del Señor que nos alienta.

Sin embargo, Jesús les afirmaba lo contrario: que el Reino de Dios nacía de los pobres, de los marginados, de los pecadores, es decir, del desecho de la sociedad... que los poderosos, empezando por los del templo, tenían que cambiar de vida... que los ricos debían compartir con los pobres sus riquezas, para así devolverles lo que habían robado

No es un automatismo evidente: el desecho de la sociedad. No es una fenomenología e identificación sociológica, o científico-social, aunque se apoye en ello. Los salvados son decisión de Dios, y una condición social no es garantía de salvación.

En la aparición y crecimiento de este reino se da una desproporción: lo más pequeño origina lo más grande, y no puedo medir lo uno por lo otro.

La humildad y el silencio de largas temporadas puede ser el presagio de una vida potente, que explosionará en algún momento, más que la paz de los sepulcros.

Todo aquél que honestamente se deja formar por la palabra en el tiempo oportuno, ofrecerá un testimonio relevante, también oportuno.

Porque es posible que otros vengan a unirse a este testimonio, atraídos por su vitalidad y fortaleza. Y en encuentren en él, el sentido de su propia fe.

Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado

Es la finalidad de un buen educador de la fe como Jesús: que entiendan.

Se trata de una cadena que formamos en la fraternidad, en la que unos a otros nos vamos formando y explicando las parábolas de la vida con sentido de reino. Somos a la vez unos para otros maestros y alumnos.

Es posible que la experiencia histórica enseñara a las comunidades, y el evangelio que transmiten, a fijarse en el sentido diverso para la comprensión del mensaje de Jesús de Nazaret.

Un grupo con un seguimiento más íntimo y cercano recibía explicaciones adicionales, dada la evolución escandalosa de los hechos: pasión y muerte de Jesús.

Esta suerte del Señor Jesús no era suficientemente entendida por otros, que desfallecían.

La pieza clave para pasar de una a otra comprensión era el acontecimiento pascual:la resurrección de Jesús por su Padre.

No podemos decir que ese problema no exista en nuestros días, ante la diversidad de comprensiones del mensaje de Jesús de Nazaret.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1487029329456472071?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

LAS OVEJAS REBAÑO DE JESÚS ERAN MOTIVO DE AFAN PARA CARLO

Viernes III semana

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo
(Homilía 2 sobre las alabanzas de san Pablo: PG 50, 480-484)

Pablo, encerrado en la cárcel, habitaba ya en el cielo, y recibía los azotes y heridas con un agrado superior al de los que conquistan el premio en los juegos; amaba los sufrimientos no menos que el premio, ya que estos mismos sufrimientos, para él, equivalían al premio; por esto, los consideraba como una gracia.

REFLEXIÓN

La gracia más bien, y motivo de acción de gracias, es poder descodificar el sufrimiento de la persecución por la fe, como una bendición y señal del agrado del Padre. Sólo una gracia trastorna nuestra repugnancia al sufrimiento y la humillación, en un gozo que no queda a disposición de ninguna circunstancia adversa y mudable.

Sopesemos bien lo que esto significa. El premio consistía ciertamente en partir para estar con Cristo; en cambio, quedarse en esta vida significaba el combate; sin embargo, el mismo anhelo de estar con Cristo lo movía a diferir el premio, llevado del deseo del combate, ya que lo juzgaba más necesario.
Comparando las dos cosas, el estar separado de Cristo representaba para él el combate y el sufrimiento, más aún, el máximo combate y el máximo sufrimiento. Por el contrario, estar con Cristo representaba el premio sin comparación; con todo, Pablo, por amor a Cristo, prefiere el combate al premio.
Alguien quizá dirá que todas estas dificultades él las tenía por suaves, por su amor a Cristo. También yo lo admito, ya que todas aquellas cosas, que para nosotros son causa de tristeza, en él engendraban el máximo deleite. Y ¿para qué recordar las dificultades y tribulaciones? Su gran aflicción le hacía exclamar: ¿Quién sufre angustias sin que yo las comparta? ¿Quién es impugnado por el enemigo sin que esté yo en ascuas?

REFLEXIÓN

Es verdad. Muchos creyentes comprometidos con la evangelización en alguna de sus modalidades sienten mucha atracción por el trabajo que hacen en favor de la Iglesia, de las comunidades, de las personas. Y para nada piensan en premios o descansos, porque le urge atender a los más que pueda. No se les aplica aquello de que la religión es opio.

Os ruego que no sólo admiréis, sino que también imitéis este magnífico ejemplo de virtud: así podremos ser partícipes de su corona.
Y si alguien se admira de esto que hemos dicho, a saber, que el que posea unos méritos similares a los de Pablo obtendrá una corona semejante a la suya, que atienda a las palabras del mismo Apóstol: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, que el Señor, justo juez, me otorgará aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su venida. ¿Te das cuenta de cómo nos invita a todos a tener parte en su misma gloria?
Así pues, ya que a todos nos aguarda una misma corona de gloria, procuremos hacernos dignos de los bienes que tenemos prometidos.
Y no sólo debemos considerar en el Apóstol la magnitud y excelencia de sus virtudes y su pronta y robusta disposición de ánimo, por las que mereció llegar a un premio tan grande, sino que hemos de pensar también que su naturaleza era en todo igual a la nuestra; de este modo, las cosas más arduas nos parecerán fáciles y llevaderas y, esforzándonos en este breve tiempo de nuestra vida, alcanzaremos aquella corona incorruptible e inmortal, por la gracia y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén