Lunes 7 de tiempo ordinario
Santiago 3,13-18
REFLEXIÓN
Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase
de males
Cuando
nuestras envidias y rivalidades son grupales, colectivas y clasistas, se hallan
doblementa custodiadas y blindadas. Desarmarlas desde afuera es casi imposible.
Si desde
dentro no hay conversión, que pasa por su fase autocrítica de desapego a los
afectos desordenados, o los apegos autojustificados, no se abrirá la puerta.
La
estrategia a largo plazo del mal consiste en desacreditar toda voz con
autoridad suficiente para inducir la conversión a las conciencias. Asi nadie
escucha la Palabra, en ningun vehículo histórico, porque le niega competencia,
y se permanece en su bastión autojustificado.
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y,
además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas
obras, constante, sincera.
La
persistencia en el tiempo de una conducta proclive a la paz y justicia-un
derrotero probado- tiene más probabilidades de convencer de pureza y buena
voluntad.
Avala la
palabra que clama con pretensiones de sinceridad para servir a la Palabra.
Salmo responsorial: 18
REFLEXIÓN
la norma del Señor es límpida / y da luz a los ojos
Cuando
se desprecia la norma, gratuita y abusivamente, nos quedamos sin un punto de
referencia, sin un norte hacia donde podamos ir corrigiendo el rumbo.
Marcos 9,14-29
REFLEXIÓN
He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido
capaces."
No
siempre fueron capaces de curar los discípulos.
"¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros?
¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo."
En parte
porque los usuarios no tenían la suficiente fe: algo que hay que aportar para
la curación.
El mismo
Jesús no podría mucho sin no hubiera fe en los que buscaban curación.
Jesús replicó: "¿Si puedo? Todo es posible al que tiene
fe.
"Tengo fe, pero dudo; ayúdame."
Podriamos
tomar la respuesta de Jesús en dos sentidos. Como una afirmación indirecta de
que él tiene la fe que se requiere.
Pero
también como una reafirmación de su frustración por la falta de fe de la gente,
que ha dejado impotente a sus discípulos.
"¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?
"Esta especie sólo puede salir con oración."
Pero
también los discípulos debían seguir aprendiendo a perfeccionar su misión por
el reino.
Sin
oración no hay fe, ni propia ni ajena, y sin fe no hay curación.
El
discipulado requiere la fe de los creyentes para actuar su misión.
Los
creyentes requieren la ayuda de los discípulos para aumentar su fe.
La
oración es el medio para que ambos aumenten su fe.
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