Lunes 8 de tiempo ordinario
1Pedro 1,3-9
REFLEXIÓN
nos ha hecho nacer de
nuevo para una esperanza viva
para la salvación que
aguarda a manifestarse en el momento final.
Celebramos
los cumpleaños porque tenemos vida. Algunos no lo quieren celebrar porque les recuerda
que la vida avanza a su fin. Pero el que celebra hasta que fallece agradece por
el don de la vida, cúmulo de oportunidades, sumario de dicha y desdicha con una
resultante más positiva que negativa.
Mejor
debemos celebrar el nuevo nacimiento: el día que el Señor, su mensaje, su
misión se me hizo un Tú, un nosotros.
Quizás
lo celebramos plenamente en el bautismo, o en la renovación del bautismo. Quizá
en el memorial que le ofrecemos, cuando entramos en lo oculto y damos gracias.
aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas
Sería
más proactivo decir pruebas que sufrimiento, que denota sólo pasividad.
Aunque
las pasividades de disminución, como escribía Teilhard de Chardin son
importantes también y se cuentan entre los factores de crecimiento del Cristo
total.
Prueba
implica un desafío frente al cual nos tenemos que crecer para superar.
La
prueba nos hace más conscientes de nuestra medida y la necesidad que tenemos de
Él.
Salmo responsorial: 110
REFLEXIÓN
Doy gracias al Señor de todo corazón,
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
Sólo la
fe abre el velo del mundo para captar el Trascendente Señor de todo.
EN ella
contemplamos su amor benévolo, que nos colma de gracia y bendición, y en la
prueba nos conforta y fortalece.Por esta visión de corazón damos gracias.
Marcos 10,17-27
REFLEXIÓN
salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se
arrodilló y le preguntó
La
contemplación de Jesús yendo y viniendo en itinerancia por comunicar su
mensaje: tiene sentido?
Así lo
veía Ignacio de Loyola, que nos recomienda acercarnos a esa visión que vivifica
el andar evangelizador del Señor.
Es un
modo de absorber el movimiento histórico, cultural y encarnado de la Palabra.
Es una
forma de adherirnos a la contundencia contingente y epocal, minimizando así la distancia
en el tiempo y la cultura.
Se
construye por tanto una vivencia del Señor, que verifica la petición de la
gracia de seguirlo para conocerlo y amarlo más.
¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios
Los
escándalos mediáticos parecen estar convenciendo al mundo que en efecto, no hay
nadie bueno. Lo triste es que la conclusión para muchos parece ser más bien,
que el bien no vale la pena y no que sólo Dios es bueno.
Y así
frente al tropiezo de la fe que es el escándalo venga de donde venga y de
cualquier naturaleza, la humanidad parece dividirse entre los que
descorazonados eligen el estilo de vida de la Babel: todos contra todos.
Aquellos
que, orando para encontrar fuerzas, insistimos en creer a la bondad de Dios y
su creación, también debemos hacer lo necesario para que esa realidad se
manifieste firmemente.
Jesús
parece plantear un sentido muy profundo y perfecto de bueno. Es como desviar la
posible adulación al sitio exacto donde está la fuente de la cual todos
recibimos.
El Dios
padre de Jesús, es el bueno, que ha hecho bueno todo.
No es
que no lo seamos, sino que esa bondad sólo tiene su lugar adecuado y justo en
Dios. Nosotros si acaso la reflejamos, no la reemplazamos.
"Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el
dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme."
La
interpretación clásica es que aquí está el fundamento de la vida religiosa
consagrada. No se discute.
Pero hoy
encontramos también laicos en todos los frentes del mundo, en todas las
trincheras, guardando los derechos de los demás. A ellos también se les da el
llamamiento de vender todo y seguir a Jesús.
Porque
la riqueza y su acumulación son un estorbo para ese seguimiento. La pobreza que
es desprendimiento afectivo y efectivo en la medida de las posibilidades
permite seguir a Jesús con libertad.
Aquí se
encuentran los que creen que a pesar del escándalo el Señor es bueno y seguirlo
vale la pena. Por la pobreza hay que lograr esa libertad del seguimiento.
Esto
implica orientar su vida por los pobres que claman porque reconozcan sus
derechos, para apoyarlos en sus justas reclamaciones, pero también exhortarlos
a no reproducir el mecanismo de enriquecimiento y opresión al que fueron
sometidos.
La
perfección consiste no en negociar, vender y acumular ganancia. Esto tampoco es
negativo.
Sino en
compartir con el que necesita el producto de la venta.
Un
compartir solidario útil, un empobrecimiento empático, proactivo, generoso que
dignifica la producción de riquezas del mercado.
Porque
un mercado satanizado no es solución para nadie.
Él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico
También
Jesús se entusiasmó con este prospecto tan aparentemente bueno desde Dios.
Pero
mantuvo su libertad en dictar las condiciones para la salvación desde el Reino.
En
cierta forma, tengamos poco o mucho en acumulación, son las condiciones para
todo prospecto de salvación según el Reino.
No sólo
para los del círculo íntimo o iniciados en una causa.
Vender,
compartir, empobrecernos por la fraternidad del Reino está al alcance de todos
siempre.
Así
seremos buenos desde Dios Padre.
"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el
reino de Dios!"
"Entonces, ¿quién podrá salvarse?"
Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Es imposible
para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo."
Qué
pensaría Jesús decir con esa mirada. EN vista de su respuesta debió pensar algo
sobre la fe de sus discípulos.
En
alguna forma Jesús se orienta a pensar y afirmar -a pesar del escándalo del
joven rico observante, que no da el siguiente paso y de los ricos que
difícilmente entran en el reino -que el Señor es bueno, y logra su designio con
todo y los ricos aferrados.
Una
actitud inmejorable para tiempos de crisis en la equidad de la distribución de
bienes, y de numerosas poblaciones en pobreza de todo tipo.
Porque
el camino de la salvación para los ricos, que somos más los que confiamos en el
dinero que los que no, pasa por la distribución de las riquezas a los pobres.
La
distribución inequitativa es la iniquidad de nuestros pueblos actuada por ellos
mismos. Y desde fuera, por el abuso de otros pueblos.
El
camino de la salvación también es socioeconómica, encarnada, histórica,
cultural, integral.
Seguir a
Jesús en ese camino en el que es un paradigma, requiere que el Padre nos haga
capaces de distribuir de corazón las riquezas acumuladas.
La pobreza evangélica es don:como confianza sólo en Dios.
Nuestra riqueza son los objetos en los que ponemos la
confianza para realizarnos:xyz.
La pobreza se alcanza ahí como don.
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