La Anunciación
Isaías 7,10-14;8,10
REFLEXIÓN
"Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del
abismo o en lo alto del cielo."
En la
peregrinación de la fe, ante dilemas que plantean una decisión importante,
pedimos una señal para no errar, para acertar, para alinearnos con el
beneplácito del Señor, que intuímos será nuestra realización.
Ignacio
de Loyola, hombre de fe, en su minucioso seguimiento de las señales del
Espíritu, plasmó reglas que tampoco son evidencias absolutas, pero se pueden
considerar aproximaciones a la voluntad de Dios.
En ese
ensayo Ignacio daba por sentado la comunicación y comunicabilidad del Espíritu
del Señor al espíritu del creyente, a la fe activa.
Y
mientras mantenía su foco en las manifestaciones relevantes de la sicología
humana e intentaba descodificar su signo espiritual para entender a Dios,
también se esforzaba por hacerse sensible y disponible mediante el afinamiento
que aporta el distanciamiento del propio amor, querer e interés.
"No la pido, no quiero tentar al Señor."
No hay regla
fija, ni ubicación permantente en una actitud. Igual parecería prudente la
respuesta de Acaz. Pero en esta coyuntura no lo era, porque el Señor por Isaías
le manifestó su insistencia en darle una señal.
En este
momento Acaz es sinónimo de hipocresía, porque una señal será el llamado para
su propio compromiso y responsabilidad.
El Señor
está presto a darnos muestras de su presencia amorosa, pero no sin algún tipo
de involucramiento de nuestra parte en su designio.
¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi
Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal
Esa
insistencia del Señor por salvarnos se propone en este texto. No está harto de
nosotros porque no queramos una señal, sino por la poca fe que se resiste a
aceptar la voluntad amorosa de salvación: Él sí quiere salvarnos, pero nosotros
no lo dejamos!
Jesús
mostrará ese cansancio o fastidio: dar señales que no llevan a un compromiso
del beneficiario.
En
nuestro servicio apostólico, por la construcción del Reino olvidamos que las señales
que se brindan: comida,vestido, sanación, solidaridad…no son fines en sí, no
son compra de conciencias ni de favores, son llamadas a un compromiso de
ulterior solidaridad y conversión.
El Señor
busca que su amor sea compartido fraternalmente, y no que se continúe la
opresión de unos contra otros.
Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la
virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que
significa "Dios-con-nosotros
Pueblo
de dura cerviz significa testarudo, aunque más bien debería ser testa-duro. No
le gusta inclinar la cabeza, porque siente humillación, disminución.
En la
historia bíblica, paradigma de una historia de salvación que hacemos todos, se
da una tensión permanente entre el Designio del Señor y Padre y la testadurez
de los que en principio aceptaron creer y obedecer, pero en el camino se
encabritan.
Hay dos
personajes en esta historia, entre otros, con los que nos quedamos en la etapa
de la nueva alianza de esta historia salvífica: Jesús y María de Nazareth.
Y al
enfocarnos en su fe-obediencia-colaboración con el Designio-reinado del Señor,
caemos en cuenta que ellos cristalizan y consolidan expectativas y anhelos de
logro de salvación en la historia.
Ellos
recogen anuncios y profecías previos, para darles en su realidad toda la
luminosidad y comprensión y así dar con el sentido total de la buena nueva.
Jesús y
María de Nazareth son una pareja que salva, de acuerdo a la primera reflexión
post-evangelios del siglo segundo. Son la re-edición de la primera pareja Adán
y Eva.
Para
nuestro siglo tan ávido de protagonismo femenino por encima del masculino se
trata de un mensaje de colaboración, no de usurpación.
Igualmente,
Jesús en su cuadrante cultural, no representó tampoco la dominancia del macho
de la cultura patriarcal, sino que más bien tejió relaciones de colaboración
con mujeres de su época.
Porque
la colaboración es fraternización para hacer comunidad de ágape. Es el antídoto
contra la dura cerviz egocéntrica.
La
dinastía de David se mantendrá, es un significado inmediato.
Una
mujer,María, dará a luz el mesías, Jesús de Nazareth.
Emmanuel
sigue viniendo, en clave de la Palabra Encarnada, en nuestros días y en todo
tiempo, porque la oferta de Salvación se mantiene y el Señor no se cansa de
acudir.
También
pudo haber dicho: la muchacha, la adolescente. Hoy el embarazo de adolescentes
puede erigirse como señal ambivalente: por un lado muestra la erosión de la
familia, en la que hijos e hijas desde temprano incursionan en el sexo fácil,
que sus mayores les inculcan por no ofrecerles afecto y apoyo.
Por otro
puede darnos a entender la vida desbordante que sobrepuja la muerte, a pesar de
los abortos en cantidades industriales que practican nuestras sociedades.
Salmo responsorial: 39
REFLEXIÓN
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, / y, en cambio, me
abriste el oído; / no pides sacrificio expiatorio, / entonces yo digo:
"Aquí estoy."
Tú
quieres disponibilidad: no tanto lo que se nos ofrece, sino lo que nos inspiras
y hacia lo que nos llamas.
No todo
está en la Palabra escrita, porque hay que escucharla cuando se aviva en la
existencia, en el prójimo, el/la/los/las que se aproximan para que les sirvamos
a su salvación.
Ignacio
de Loyola creador de los Ejercicios Espirituales esperaba que la mínima
Compañía de Jesús fructificara apostólicamente fundada en la disponibilidad: siempre
estar dispuesto para dirigirse a la obra que el acompañante superior decidiera
finalmente, aunque hiciera consultas, porque en fe se tomaba esa decisión como
voluntad de Dios.
Es una
muestra de la colaboración con el reino del Padre, que practicaron Jesús y
María de Nazareth.
Para eso
son sus señales: para abrirnos el oido y hacer su voluntad.
llevo tu ley en las entrañas
Así es
la ley que se adhiere a las entrañas.
he contado tu fidelidad y tu salvación, / no he negado tu
misericordia y tu lealtad / ante la gran asamblea
Esto es
lo mínimo: confesarlo. Esta también es la cima: seguirlo confesando hasta el
final.
La
liturgia como inicio de su voz y nuestra escucha como pueblo, y como final también.
Como cosecha del envío a hacer su voluntad.
Hebreos 10,4-10
REFLEXIÓN
"Aquí estoy yo para hacer tu voluntad."
Antes
que Jesús lo expresó María de Nazareth. Y su disponibilidad fundamentó y
amamantó la disponibilidad del hijo Jesús.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la
oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Nuestro
hermano, la Palabra encarnada nos ha donado el Espíritu que la vivifica en
nuestras entrañas.
También
somos capaces de vivir el “aquí estoy para hacer tu voluntad”
Santificados,
consagrados, orientados desde el fondo de nuestro ser al servicio de su
voluntad, de su designio.
Como
quebradas, arroyos, riachuelos y afluentes, nos vamos uniendo al gran caudal de
aguas corriente abajo, hasta desembocar en el mar.
Lucas 1,26-38
REFLEXIÓN
se llamaba María
María
como toda mujer que reformulará su rol en una sociedad para contribuir a la
salvación.
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
Se trata
de un gozo anunciado, pero que deberá apropiarse en la vivencia y en la
existencia.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo
era aquél
El buen
ángel puede turbar, incluso a personas de buen vivir, en la medida que impacta
y cambia la orientación de sus vidas.
María es
para nosotros desde entonces el paradigma de la sabiduría discerniente
colaboradora del verbo encarnado.
Nos
enseña a historizar el designio. El Señor se deja llevar por este
discernimiento.
No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios
Parece
un lenguaje cortesano, cuando no era cualquiera el que podía hablar al
Soberano, ni obtener su atención.
Es una
expresión de la dedicación amorosa de un gran Señor hacia una sierva, al modo
de Ester mujer del rey persa.
¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
Es la
señal de la voluntad del Señor envuelta en circunstancias muy difíciles para
María la casadera.
María,
la sabia, interpela el supuesto plan de Dios, para hacerlo un designio
realizable.
Pone la
dosis de realismo, que transfiere cualquier sueño a la realidad de la
existencia, para que no quede en una ilusión.
No
ejercerá una maternidad mágica ni narcisista, que esquiva el desafío de la
realidad, sino todo lo contrario.
Con ella
preguntaremos siempre: Cómo será esto…? Por lo pronto ella no conoce varón.
Sabe que
no se ha acostado con José ni con nadie, aunque las circunstancias externas,
estar embarazada, la incriminen ante los demás.
ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible
Se le da
una señal que anima su incipiente apertura de fe
El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de
Dios
para Dios nada hay imposible
Si
nuestra fe es disponibilidad entonces encarna la Palabra para el mundo.
Porque
en nuestra fe y obras colaboramos con la consolidación de la fraternidad.
Estamos celebrando
la vida nueva de Jesús. Y recordar la encarnación es abrirnos a todo el fulgor
y brillo de su Palabra como obra del Espíritu en colaboración de María.
hágase en mí según tu palabra
El sí
definitivo de María, la madre creyente que hace suyo el “aquí estoy para hacer
tu voluntad”, con toda su complejidad histórica.
Y se
entrega al designio, a colaborarle y hacerlo vida concreta. María es así el
correlato de Jesús quien en el salmo ha expresado que ha venido a hacer su
voluntad.
Se
presenta así la pareja que reversa una historia triste desde el principio:
hombres y mujeres que no escuchan la palabra y no la ponen en práctica.
Todos los seres humanos en su diversidad cuentan para la
salvación, y ninguna exclusión social, cultural, económica, política o
religiosa es determinante para ello, porque la salvación es un don de amor del
Padre en Jesucristo.
María es un gesto de inclusión de esa diversidad, como otros
que Jesús obrará en su vida, y la comunidad de su Espíritu deberá realizar a
través de la historia.
La inclusión en sus luchas debe ser discernida
como un servicio de liberación que nos llama a conformar una sola fraternidad,
con un solo Padre, en el paradigma de su hijo Jesús de Nazaret
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