miércoles, 30 de marzo de 2022

BEATO CARLO



 De las Cartas de san Máximo Confesor, abad
                                     (Carta 11: PG 91, 454-455)


LA MISERICORDIA DEL SEÑOR PARA CON LOS QUE SE ARREPIENTEN

Los predicadores de la verdad y ministros de la gracia divina, todos los que desde el principio hasta nuestros días, cada uno en su tiempo, nos han dado a conocer la voluntad salvífica de Dios, nos enseñan que nada hay tan grato y querido por Dios como el hecho de que los hombres se conviertan a él con sincero arrepentimiento.

Y, para inculcarnos esto mismo de un modo aún más divino, la divina Palabra del Dios y Padre, aquel que es la primigenia y única revelación de la infinita bondad, con un rebajamiento y condescendencia inefables, se dignó convivir con nosotros, hecho uno de nosotros; e hizo, padeció y enseñó todo aquello que era necesario para que nosotros, que éramos enemigos y extranjeros, que estábamos privados de la vida feliz, fuéramos reconciliados con nuestro Dios y Padre y llamados de nuevo a la vida.

En efecto, no sólo curó nuestras enfermedades con la fuerza de sus milagros, no sólo nos liberó de nuestros muchos y gravísimos pecados, cargando con la debilidad de nuestras pasiones y con el suplicio de la cruz -como si él lo mereciera, cuando en realidad estaba inmune de toda culpa-, con lo que saldó nuestra deuda, sino que nos enseñó también, con abundancia de doctrina, a imitarlo en su benignidad condescendiente y en su perfecta caridad para con todos.

Por esto afirmaba: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Y también: No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Y decía también que él había venido a buscar a la oveja perdida. Y que había sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Asimismo, insinúa de una manera velada, con la parábola de la dracma perdida, que él ha venido a restablecer en el hombre la imagen divina, cubierta por el repugnante estiércol de los vicios. Y también: Os aseguro que habrá en el cielo gran alegría por un pecador que se convierta.

Con este fin, a aquel hombre que cayó en manos de los ladrones, que lo desnudaron, lo golpearon y se fueron dejándolo medio muerto, él lo reconfortó, vendándole las heridas, derramando en ellas aceite y vino, haciéndolo montar sobre su propia cabalgadura y acomodándolo en el mesón para que tuvieran cuidado de él, dando para ello una cantidad de dinero y prometiendo al mesonero que, a la vuelta, le pagaría lo que gastase de más.

Nos muestra también la condescendencia del buen padre para con el hijo pródigo que regresa arrepentido, al que abraza, al que devuelve plenamente sus prerrogativas de hijo, sin echarle en cara su conducta anterior.

Por esto mismo, cuando encuentra a la oveja que se había apartado de las otras cien, errante por los montes y colinas, la devuelve al redil, no a golpes y con amenazas ni agotándola de fatiga, sino que, lleno de compasión, la carga sobre sus hombros y la vuelve al grupo de las demás.

Por esto también clamaba: Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. Y decía: Tomad sobre vosotros mi yugo, dando el nombre de yugo a sus mandamientos, esto es, a una vida ajustada a las enseñanzas evangélicas; y dándoles también el nombre de carga, ya que, por la penitencia, parecen algo pesado y molesto: Porque mi yugo -dice- es suave y mi carga ligera.

Y en otro lugar, queriendo enseñarnos la divina justicia y bondad, nos manda: Sed santos, perfectos, misericordiosos, como vuestro Padre celestial. Y también: Perdonad y seréis perdonados. Y: Cuanto queréis que os hagan los demás, hacédselo igualmente vosotros

martes, 29 de marzo de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 4 de Cuaresma

Ezequiel 47,1-9.12



REFLEXIÓN

Era un torrente que no pude cruzar, pues habían crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear

Una situación difícil de resolver en un ámbito de fe como el templo. Puede ser una situación simbólica. Es un torrente de vida, que sanea, con el acompañamiento del Espíritu que conduce.

Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente

La Palabra no habla para anunciar desastres irremediables, sino para superar los que se vayan dando.

En nuestro mundo actual las aguas son un elemento esencial, son la mayor parte de nuestro planeta, el planeta azul, el planeta del agua: la Tierra.

Pero es un elemento amenzado por factores de cambio climático, por abusos de nuestras economías, por contaminación de nuestras culturas de desperdicio, contaminación y basuras, por la carencia y escasez de poblaciones que no tienen acceso al agua.

Pero se dan esfuerzos de concienciación, de sensatez en su administración, de mejor distribución, de saneamiento.

Estos esfuerzos están representados en el aporte de la Palabra, para volver a sanear lo deteriorado.

En todo esfuerzo curativo está la Palabra inspirando, iniciando, empujando, totalizando el saneamiento y la curación.

Es el reino que puja incansablemente por emerger y establecerse definitivamente.

Si todos convergiéramos y nos encontráramos en ese único esfuerzo de sanación personal, social, de la naturaleza y cósmico, sin odios, discriminaciones, repudios, rechazos y divisiones, probablemente se aceleraría nuestra curación total.

Por lo pronto la relación más sobresaliente es el tema ecológico, presente en casi todas las naciones de la tierra.

Existe una creciente preocupación por el agua: en algunos lugares escasa y mala. En otros sobreabundante y dañina.

Se trata de una fuente necesaria para la vida, que está amenazada por la escasez o la abundancia que mata.

Un resultado fijo es la precariedad de la vida, que un tiempo pareció estable como la creación, pero ahora se torna incierta por factores como el llamado calentamiento global.

En el fondo se denuncia el abuso por parte de los seres humanos, de unos más que de otros. Un tema ético, porque una generación está poniendo en apuros el futuro de otra.

Pero también se junta el tema de la desigualdad por la ambición y codicia del que más puede, por su potencia militar y económica, ya que amenaza las fuentes de vida de los que menos pueden.

Un clamor se levanta cada vez más alto y la protesta y rebeldía cunde, ante el asalto a que son sometidos estos recursos.

Y la Palabra asume el interés por su creación -envilecida una vez más - para generar buena voluntad de regeneración, para la creación sometida incluída.

La vida del agua que proviene del Espíritu y él acompaña, se proyecta a muchos seres para darles calidad de vida.

porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales

Se trata de promover un proceso, que es reconstrucción o refundación del paraíso, con realidades que aportan vida fértil.

Esta es la visión de una realidad deseable y quizás en ciernes, pero incierta en cuanto a su densificación y realización completa.

Salmo responsorial: 45



REFLEXIÓN

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, / poderoso defensor en el peligro. / Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, / y los montes se desplomen en el mar

La sensibilidad ecológica cuenta con el apoyo de la Palabra, y a ella debe su fuerza.

Es importante iluminar su presencia en las luchas por la conservación de la creación, para que no se conviertan también en una arena de confrontación de poder.

Necesitamos sentir en sentido fuerte y denso, que Él vive con nosotros: es Emmanuel. La aspereza de la existencia y el acusador, van erosionando esta convicción y por eso no debemos desmayar, en la oración que alimenta la fe del peregrino.

Venid a ver las obras del Señor, / las maravillas que hace en la tierra

En este empuje humano debe contar el Señor con su Palabra como fuente de vida, salud y sanación.

Volverle las espaldas, ignorarlo, prescindir de su presencia, además de empresa inútil es nocivo, porque nos aleja de la fuente.

Juan 5,1-3.5-16



REFLEXIÓN

allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos

La realidad inocultable y clamorosa de la indigencia humana patente, como testimonio de una solicitud de ayuda y solidaridad. Como una mano extendida pidiendo auxilio.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo

En este campo sembrado de cruces de infortunio, unas destacan más que otras, por el largo periodo de opresión sufrido.

Toda una generación enfermo, esperando la curación, postrado, discapacitado.

Otro tema, que subraya hoy la palabra, muy en alza en nuestro tiempo. Porque se piensa más en los inválidos o discapacitados, y se les hace espacio en la sociedad.

No con toda la fuerza necesaria, ni con toda la congruencia, pero con mayor sensibilidad a esa realidad.

Una prolongada enfermedad o dolencia que hace vivenciar la desesperanza.

y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo

Cúmulo de tiempo que mueve las entrañas de Jesús para sanar.

Quizá nuestra insidia se fije más bien, como hacemos hoy, en los enfermos que no fueron favorecidos, como agraviados en sus derechos. Más que en el don de la salud recuperada para un hermano, con quien debemos alegrarnos.

No es el único pasaje de los evangelios en los que el bien aportado por Jesús, se hace en medio de otros que no son favorecidos, y que pueden levantar sus voces de reclamo.

En qué hemos de fijarnos entonces: en lo que se hizo para dar gracias, o en lo que no se hizo para maldecir.?

El reino de Dios es un don de su amor, que hemos de recibir en sintonía con el Señor y su amor de sanación.

Porque una postración tan prolongada puede ser la sepultura de la esperanza. Jesús la resucita, le da vida a la ilusión de la salud. Porque Jesús requiere un resto de esperanza, como sustento de la intervención redentora del Padre.

Jesús se dirige a esta desesperanza acendrada y prolongada.

"Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado."

Toda una tragedia: cuarenta años casi sin un prójimo. Alguien que se le aproxime y auxilie. Casi como la falta de solidaridad de nuestras sociedades y culturas.

Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla

Este reparo al bien que hace el Señor es precisamente el sentido contrario a lo que busca provocar el signo del milagro.

La buena obra no es para causar más división, sino para converger la buena voluntad de todos y la solidaridad. Así como el Señor debemos hacer los demás: sanar, curar, liberar.

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado

Pero la peor de las ingratitudes y la incomprensión proviene del favorecido por la buena obra del Señor.

Se da cuando no hay acción de gracias y la vida sigue igual que antes, como si el Señor no la hubiera visitado.

Porque el signo milagroso es una señal para la conversión.

"Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor."

En esto muestra Jesús su pertenencia a una mentalidad que atribuye la enfermedad al pecado? O más hondo, mira la realidad del pecado como resistencia al reino de la salud y salvación definitivas por parte del Señor?

Porque la sanidad del cuerpo expresa el bienestar del espíritu, o lo ayuda. Y la salud es un don del Señor que hemos de agradecer.

Así como la salud expresa la felicidad del Reino de Dios, la enfermedad es una amenaza a esa bendición como el pecado que es enemigo del Reino.

Cómo se aprende esta sabiduría?

Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

No obstante el modo oficial de celebrar el descanso del Señor, Jesús sana ese día.

Es persistente esta práctica, como un eje central en su acción profética y su mensaje revelatorio: Él es alguien más que el sábado. El sábado se hizo para el hombre-él y los demás- y no al revés.

Es la primacía del amor por el vulnerable, aunque se pase por encima de leyes y normas que protegen un orden humano, quizás sensato pero no más amoroso.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1508781594085150720?s=20&t=mccwx9xRMpiV4toVX54ong