Martes 5 de Cuaresma
Números 21,4-9
REFLEXIÓN
"¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el
desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo."
La
Palabra no esconde sino que refleja los sentimientos y las quejas de los
itinerantes: cansancio, hambre, sed, hastío…
Los
salvados por el Señor pueden acceder al reclamo y al desahogo de la frustración
que produce, en algunos momentos, la existencia.
Es indicio
del respeto que muestra el Señor por su pueblo, y la condescendencia de su
amor.
Después
de dos mil años de cristianismo, la imagen de Dios es la del Padre de
Jesucristo, que tanto amó al mundo que entregó a su hijo.
El Dios
castigador, que envía serpientes contra su pueblo murmurador, y que lo muerde y
así muchos mueren, no tiene sentido, como castigo de Dios, tal como lo hace
saber el texto.
Para
nosotros hoy esa es la imagen de un Dios represor, frente al cual no se puede
protestar, ni desahogar.
Más
adelante en el tiempo, un libro de Job será casi un manual de quejas, frente a
un Dios silente en su majestad y autodeterminación, que igual de rápido que lo
castigó, por provocación del acusador, lo restaurará, sin mayor explicación.
Jesús
también se queja en el huerto de los Olivos: pase de mí este cáliz… o en la
cruz: por qué me has desamparado?.
Pero tal
como María y su cuestionamiento al ángel de la anuciación, en comparación al
ángel que avisaba sobre Juan a Zacarías, los reclamos, cuestionamientos y dudas
que se expresan al Señor, son inspirados por diversos espíritus.
Y así unos
son aceptables y otros no.
El
Espíritu es el que gime en nosotros dice Pablo, y también gime la creación por
la corrupción de los seres humanos que la tienen sujeta.
Quizás
aquí es donde más cerca llegamos a esto de las quejas ante Dios, por las
calamidades que nos sobrevienen.
Hay
quejas que ayudan a procesar la propia responsabilidad en la corrupción, o la
propia inocencia.
Hay
otras que implican poca fe.
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que
los mordían, y murieron muchos israelitas
La
imagen de un Dios retaliador llevó a ciertos teólogos desde antiguo a seccionar
y catalogar un Dios bueno y un Dios malo.
Una
tentación que está presente siempre si no se resiste el misterio de Dios, que
lo abarca todo.
"Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti;
reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes."
Pero si
no podemos explicar ese misterio, tampoco es transparente el de la libertad
humana.
La
Palabra además del reclamo y la queja del itinerante presenta su conversión, que
es como un segundo aire, una reformulación del problema.
Es como
una dialéctica en la que la queja no es sino el inicio de un proceso de
profundización de la fe ante las circunstancias conflictivas.
quedarán sanos al mirarla
Ni
siquiera hay que tocarla, que podría ser un extremo burdo o inicial de la
conversión.
Al irnos
convirtiendo a la Palabra y su designio, realizamos un tránsito de fases y
etapas, las cuales no son, necesariamente, ascendentes siempre. Es posible la
regresión.
Salmo responsorial: 101
REFLEXIÓN
que mi grito llegue hasta ti
Porque
gritar es lo que nos queda.
y se vuelva a las súplicas de los indefensos, / y no
desprecie sus peticiones
y los
que sirven al designio se deben mover en relación a las quejas de los
indefensos, sin despreciarlos.
Incluso
los servidores deben convertirse y dejar sus prejuicios y etiquetas
sociológicas, sicológicas e ideológicas, para reconocer esas quejas donde se
den.
Haz
mostrado en circunstancias de la vida que te vuelves, y no eres impasible ni
indiferente. No todas las peticiones hacen que te vuelvas. Sólo las que mueve
tu Espíritu Santo.
Juan 8,21-30
REFLEXIÓN
moriréis por vuestro pecado.
La casta
farisea representaba una ideología de supremacía sobre otros estratos de la
población.
No se ha
agotado este espíritu clasista. Se infiltra en todos los grupos humanos hasta
el presente.
En esa
posición se encuentra larvado un juicio de salvación: quien piense y sienta
como ellos está salvado para siempre. Ya no corre ningún riesgo en esa
salvación.
Jesús de
Nazareth, como toda la tradición profética en las escrituras, atacó esa
presunción de salvación basada en una etiqueta. Porque la salvación es un don
del Padre para beneficio de todos, sin etiquetas.
Donde yo voy no podéis venir vosotros
Tal como
son o están o se encuentra al momento.
"Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba:
vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que
moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por
vuestros pecados."
Jesús
como hijo del Padre celestial representa una instancia sobre toda instancia,
que puede juzgar.
Y sin
embargo no alienta el prejuicio para favorecer a unos sobre otros, ni rechaza a
unos más que a otros.
Más bien
muestra una debilidad por los que están en el fondo de esa discriminación.
Moriremos
por nuestras injusticias e iniquidades, si no creemos que Jesús es el Señor. Si
no creemos vivencial y existencialmente. A lo largo de nuestro vivir. Desde lo
hondo de nuestro corazón. Desde la sintonía con el Espíritu que nos inspira la
fe.
sino que hablo como el Padre me ha enseñado
Con su
misterio pascual, llegamos a entender por fe, que Jesús es el reveledor por
excelencia del Padre.
yo hago siempre lo que le agrada.
Es la
clave del Espíritu, por la que entendemos cómo unas quejas y lamentos son
aceptables y surten que el Señor se vuelva.
Es lo
que encontramos en tantos testigos que nos han precedido. Ellos entendieron que
se trataba del agrado al Padre, en su voluntad.
muchos creyeron en él.
Porque
es la única instancia que nos hace capaz de fraternizar, confiados en la
salvación del Padre.
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