Martes 5 de Pascua
Hechos 14,19-28
REFLEXIÓN
diciéndoles que hay que pasar
(tlipsis: persecuciones, aflicciones, angustia, agotamiento, peligro, dolor,
penuria, miseria) mucho para entrar en el reino de Dios
No se
trata de un proceso simple. Porque es por fe, no por magia.
Una
actitud vital que interpela el flujo de la vida y la historia, para hallar
sentido de Dios, del Reino de Dios. El reino de paz, amor, justicia.
Un
afrontamiento que requiere nutrir la fe con oración y sacrificio de alteridad-
sin sentido masoquista o narcisista - para que no desmaye en el sendero.
Puede
ser de otro modo? Que sea bravío este caminar no significa que sea infeliz y
amargo. Más bien hay un gozo que desde dentro anima.
La fe es
combativa, no para agredir ni conculcar, sino para afirmar la verdad del Reino,
transgrediendo las ideologías.
No es un
ejercicio de voluntarismo, o de terquedad y empecinamiento autoafirmativo.
Es un
don que nace de lo profundo donde habita el Espíritu. Una posesión libre y
suave. No pareciera que de tal sencillez brotara tamaña fortaleza.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y
los encomendaban al Señor, en quien habían creído
De
nuestra parte el don de la buena noticia requiere un apoyo histórico para
permanecer abierto en el tiempo a las culturas. Un mínimo de organización es
crucial.
Hoy se
discute si el modelo de monarquía absoluta es apto aún para la comunidad de
creyentes.
Tal
jerarquización parece más propia de una liturgia palaciega solemne, que la
convivencia fraterna de los creyentes que muestran al Señor Jesús presente en
la manera como se aman.
Si como
otras cosas en la historia, tal modelo pasara como un motivo de recuerdo, este
mensaje sería tomado en serio entre los pueblos?
Como una
luz que parece desmayar, se volvería anodina en cuanto punto de referencia para
creyentes y no creyentes?
Tendría
visibilidad histórica suficiente para llamar a la conciencia como testigo tenaz
del Padre Madre amoroso ?
El
modelo monárquico, producto de la formación cultural del Espíritu, mantiene
siquiera pálidamente, el vínculo con el mensaje de Jesús de Nazaret. Por lo
menos para mostrar cuán lejos se está de hacerlo vida y sangre.
El
modelo así llamado monárquico es bíblico en la medida que debió reflejar la
supremacía del Señor y Creador. El rostro humano a prima facie, intentó
expresar la justicia y el derecho divinos. Pero la concreción histórica siempre
mostró, y muestra, un déficit en esa encarnación.
Jesús
también fue interpretado como rey, por propios y extraños, mas una realeza fiel
al Reino del Padre Madre.
Hoy la
insistencia por otros modelos no elimina de raíz el problema del déficit de
toda organización humana para revelar la justicia de Dios.
les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y
cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe
Sentido
de fe para ver en el discurrir de la vida del grupo, en sus emociones, sus
acciones y sus palabras, lo que el Señor va construyendo, y alabarlo y darle
gracias.
Lo que
Dios va haciendo por caminos en los que surgen obstáculos que pueden disuadir
de su derrotero, y hacer dudar de su designio.
Porque
la fe que pone en práctica la salvación en la existencia va discerniendo dia a
dia, paso a paso, las señales y superando las dificultades con el soporte del
Espíritu.
Salmo responsorial: 144
REFLEXIÓN
proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus
hazañas
La
creación, habiendo salido buena de mano del Creador, alaba y señala los caminos
del Señor.
Hay por
eso una liturgia, como obra del pueblo de Dios, que se ofrece cuando la
creación se admira, se custodia, se perfecciona y se respeta.
Y otra
liturgia, en sinergia con la anterior, que se procesa cuando públicamente la
comunidad creyente alaba y se regocija con las intervenciones salvíficas del
Señor, en la historia.
Así
Creación e Historia tienen su liturgia mediante la que se celebra e impulsa la
transformación hacia el Reino de Dios.
Tal
organización debe ayudar a captar la gloria del reinado del Señor.
Los
políticos que interpretan las desilusiones del poder, pretenden ganarlo sin el
oropel y boato de los rituales de poder. Pero una vez ganado entran en ese
lenguaje de ostentación.
Es una
tentación en la que ha caído la monarquía absoluta cristiana con frecuencia.
Juan 14,27-31ª
REFLEXIÓN
La paz os dejo, mi
paz os doy; no os la doy yo como
la da el mundo
Nace un
nuevo modo de concebir paz. Paz de Dios, del Padre, del Hijo y del Espíritu.
Paz
originaria de cualquier otra, inspiración de una justicia y misericordia
genuinas.
Ella
late en el fondo de las frustraciones que la justicia y paz del mundo procesan.
Ella
llena los ojos de lágrimas de los bienaventurados de las bienaventuranzas.
Lágrimas para acelerar la llegada de la Paz del Señor.
Por eso
ha quedado entre nosotros la Paz propia de Jesús de Nazareth, el hijo de Dios.
Porque
en alguna forma la tenemos y echamos de menos su desarrollo pleno.
Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde
Hay
temblores involuntarios. Pero la convicción del corazón es territorio de la fe
en el Señor. Esa no debe temblar.
Cómo no
alegrarse con el hermano mayor, con nuestra estirpe, coronada a la diestra del
Padre? Porque allí con él estamos todos.
Una paz
que expulsa el temor de los esclavos por el patrón.
se acerca el Príncipe del mundo
Ese no
se ha ido y hay que contar con él y sus estrategias.
Pero
hasta él volverá a tener su oportunidad de reconciliación, porque si no el
guión no estaría completo.
Jesús
descendió a los infiernos para vaciarlo. Es parte de la obra total de
salvación. Setenta veces siete, es decir siempre, es la oferta de salvación.
Ese
principado malévolo es delegado. A su sombra se ofrece el amor del Padre, quien
por encima vigila. Forma parte de su designio amoroso. Le está subordinado.
Solo que
no nos acostumbramos a verlo así y nos mete temor o nos seduce su poder, aun
subordinado. Es como el mal administrador, que se emborracha y golpea a los
demás servidores.
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