jueves, 23 de junio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 12 de tiempo ordinario

Año Par

2Reyes 24, 8-17



REFLEXIÓN

sólo quedó la plebe

Sólo quedaron los indigentes(dallah), los que no tenían valor para los vencedores, ni representaban ningún riesgo de oposición.

Éstos eran los invisibles de ese tiempo y lugar, con los cuales no era posible construir algo que valiera la pena. Los dejados a su suerte.

Pero son mencionados en la Palabra porque ella les da memoria y actualidad. Son el desafío de todo tiempo, para caer en cuenta que la tarea de humanización no ha concluído.

La dignidad se las aporta la Palabra porque nos recuerda su existencia y suerte. No por algún utilitarismo, sino por gracia, por amor que busca compartir la vida. Amor responsable.

Salmo responsorial: 78



REFLEXIÓN

tu compasión nos alcance pronto, / pues estamos agotados

Hay momentos muy difíciles, de extrema gravedad, tal como la imagen del salmo en los que no tenemos otra voz, otro sonido que pueda salir de nuestra garganta sino la de pedir, gemir por la compasión del Señor.

Mateo 7,21-29



REFLEXIÓN

"No todo el que me dice: "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo

Porque decir y hacer es lo propio del Reino.

"Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados."

Aquél día equivale al día final. Es un código profético antiguo.

Un día de ajustar cuentas, de verdadera transparencia y no la caricatura a la que estamos habituados en nuestra demagogia.

Entonces muchos quedaremos sorprendidos porque con nuestro esfuerzo y ambición creíamos configurar una realidad buena para nosotros y los demás.

Pero es que la búsqueda egocéntrica de los propios objetivos que se camuflan de voluntad de Dios nunca cesa.

Es el núcleo de la experiencia ignaciana transmitida en los ejercicios: la búsqueda incansable e insobornable de la voluntad de Dios.

Una búsqueda que aporta signos y evidencias de salirse del círculo egocéntrico para buscar un bien mayor siempre.

Hay quienes se casan con un eslogan que representa un bien solidario, pero sin discernir su proceso en la vida, se pervierte en letra muerta y marchita.

no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca

Cimentarse en la roca, en la piedra, en Cefas o Pedro, es para muchos en nuestro tiempo, y en todo tiempo anterior, una aberración y casi una idolatría. Porque ningún hombre es Dios.

No dan espacio a la consideración que una persona puede poseer el carisma de la verdad salvadora sólida, aun a pesar de sus inconsistencias y limitaciones.

Detrás de esa repugnancia, se encuentra, con mucha probabilidad, la resistencia a modificar las costumbres y conductas que son señaladas como no evangélicas.

Y para sentirse fuertes en su rechazo se aglutinan en una sola mediática voz de rebeldía para exaltar toda transgresión y resistencia.

Es como una suerte de anti-evangelio, que se va infiltrando silenciosamente en las categorías mentales de la población hasta la apostasía.

se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca

Decir y hacer la voluntad del Señor configura la solidez del Reino.

Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

En su momento el evangelista transmitió una nueva Torá o enseñanza de Jesús.

Tan prestigiosa y acendrada sonaba en su proclamación que se guardó como un legado para todos los que le quisieran seguir.

Así judeocristianos y cristianos gentiles en la autoridad evidenciada por Jesús de Nazareth, poseemos una nueva Torá, un nuevo Principio y fundamento.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1539932605268762624?s=20&t=hpZjM-TPPLj1WHZ_ZVwhPA

BEATO CARLO



 De las Homilías de san Gregorio de Nisa, obispo.
(Homilía 6 Sobre las bienaventuranzas: PG 44, 1263-1266)

 

DIOS ES COMO UNA ROCA INACCESIBLE

 

Lo mismo que suele acontecer al que desde la cumbre de un alto monte mira algún dilatado mar, esto mismo le sucede a mi mente cuando desde las alturas de la voz divina, como desde la cima de un monte, mira la inexplicable profundidad de su contenido.

 

Sucede, en efecto, lo mismo que en muchos lugares marítimos, en los cuales, al contemplar un monte por el lado que mira al mar, lo vemos como cortado por la mitad y completamente liso desde su cima hasta la base, y como si su cumbre estuviera suspendida sobre el abismo; la misma impresión que causa al que mira desde tan elevada altura a lo profundo del mar, la misma sensación de vértigo experimento yo al quedar como en suspenso por la grandeza de esta afirmación del Señor: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

 

Dios se deja contemplar por los que tienen el corazón purificado. Nadie ha visto jamás a Dios, dice san Juan; y Pablo confirma esta sentencia con aquellas palabras tan elevadas: A quien ningún hombre vio ni puede ver. Esta es aquella piedra leve, lisa y escarpada, que aparece como privada de todo sustentáculo y aguante intelectual; de ella afirmó también Moisés en sus decretos que era inaccesible, de manera que nuestra mente nunca puede acercarse a ella por más que se esfuerce en alcanzarla, ni puede nadie subir por sus laderas escarpadas, según aquella sentencia: Nadie puede ver al Señor y seguir viviendo.

 

Y, sin embargo, la vida eterna consiste en ver a Dios. Y que esta visión es imposible lo afirman las columnas de la fe, Juan, Pablo y Moisés. ¿Te das cuenta del vértigo que produce en el alma la consideración de las profundidades que contemplamos en estas palabras? Si Dios es la vida, el que no ve a Dios no ve la vida. Y que Dios no puede ser visto lo atestiguan, movidos por el Espíritu divino, tanto los profetas como los apóstoles. ¿En qué angustias, pues, no se debate la esperanza del hombre? Pero el Señor levanta y sustenta esta esperanza que vacila. Como hizo en la persona de Pedro cuando estaba a punto de hundirse, al volver a consolidar sus pies sobre las aguas.

 

Por lo tanto, si también a nosotros nos da la mano aquel que es la Palabra, si, viéndonos vacilar en el abismo de nuestras especulaciones, nos otorga la estabilidad, iluminando un poco nuestra inteligencia, entonces ya no temeremos, si caminamos cogidos de su mano. Porque dice: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.