viernes, 24 de junio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Corazón de Jesús(junio)

Ezequiel 34, 11-16



REFLEXIÓN

Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países, las traeré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en las                  cañadas y en los poblados del país.

 

Unas ovejas particularmente frágiles en su dispersión, parecen los migrantes y refugiados en la actualidad.

Unos por mejores horizontes socioeconómicos, otros por salvar la vida de la familia perseguida.

Está ocurriendo en muchos lugares de diferentes continentes, como secuelas de las guerras de todo tipo que mantenemos los seres humanos entre nosotros.

Hay por tanto un clamor global fruto del desamparo, la exclusión, el dolor y la muerte.

Muchas fronteras parecen corrales                                         donde las ovejas buscan algún refugio y protección, pero eventualmente se les convierte en mataderos.

A una situación semejante hace muchos siglos, se refirió el profeta de la Palabra, cuando visualizó la protección del Señor                                  en persona.

Jesús encarnó un pastor sensible y                                        empático con la dispersión de las ovejas y las fue haciendo de su rebaño. Incluso pensó que había muchas más en otros lados a las que había que proteger.

Ni acabó ni pudo terminar su tarea                                                                           pero ese legado le dejó a sus      colaboradores, en la comunidad de                                 fe que inició su camino hacia el final de la historia.

Hoy tenemos como un don de ese Dios en persona, hombres y mujeres                                                                        compasivos y misericordiosos, que buscan proteger rebaños indefensos                                                 de personas en movilidad forzada.

En y a través de ellos sigue latiendo el Corazón de Jesús, para                                                                              que la historia no la escriban en definitiva los señores de la guerra.

Salmo responsorial: 22



REFLEXIÓN

tu vara y tu cayado me sosiegan

Quienes tiemblan por la persecución y el peligro requieren                                                                      un símbolo que traiga a su memoria                                                                                        la seguridad que algún momento disfrutaron.

La Palabra consoladora e interpelante hace de cayado de Pastor, para que nuestra fe alcance  el sentido de sosiego en medio de los nubarrones amenazantes de la violencia.

Romanos 5, 5b-11



REFLEXIÓN

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu                                Santo que se nos ha dado

Es la semillita de la entereza o resiliencia que se despliega durante nuestra existencia, nutrida                                                              por avatares.

mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros                                   todavía pecadores, murió por nosotros

No valíamos la pena-pensábamos- pero se nos acercó, nos tocó con su                                               amor fuerte y nuestra memoria profunda guarda ese instante, para proveernos de salvación a lo largo de nuestra existencia.

¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos, salvos por su vida!

Vivir y compartir la reconciliación es una de las                                                   actitudes más positivas y constructivas.

Examina todo para ubicar y             aprovechar, no para rechazar.

Lucas 15, 3-7



REFLEXIÓN

 

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador                               que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse

Una cosa es que haya más alegría y                                otra que no le importe. El Señor es                                                   exagerado en su amor con los débiles. Es vulnerable a las víctimas.

Porque en ellas la recuperación y                              el sentido de lucha por la vida y el reino, puede estar muy comprometido y afectado.

De ahí que nos acompañe tan de                                              cerca, para que no se pierda ni                                uno.

 

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BEATO CARLO

 

De las Obras de san Buenaventura, obispo
(Opúsculo 3, El árbol de la vida, 29-30. 47: Opera omnia 8, 79)


EN TI ESTA LA FUENTE DE LA VIDA

Y tú, hombre redimido, considera quién, cuál y cuán grande es éste que está pendiente de la cruz por ti. Su muerte resucita a los muertos, su tránsito lo lloran los cielos y la tierra, y las mismas piedras, como movidas de compasión natural, se quebrantan. ¡Oh corazón humano, más duro eres que ellas, si con el recuerdo de tal víctima ni el temor te espanta, ni la compasión te mueve, ni la compunción te aflige, ni la piedad te ablanda!

Para que del costado de Cristo dormido en la cruz se formase la Iglesia y se cumpliese la Escritura que dice: Mirarán a quien traspasaron, uno de los soldados lo hirió con una lanza y le abrió el costado. Y fue permisión de la divina providencia, a fin de que, brotando de la herida sangre y agua, se derramase el precio de nuestra salud, el cual, manando de la fuente arcana del corazón, diese a los sacramentos de la Iglesia la virtud de conferir la vida de la gracia, y fuese para los que viven en Cristo como una copa llenada en la fuente viva, que brota para comunicar vida eterna.

Levántate, pues, alma amiga de Cristo, y sé la paloma que labra su nido en los agujeros de la peña; sé el pájaro que encuentra su casa y no deja de guardarla; sé la tórtola que esconde los polluelos de su casto amor en aquella abertura sacratísima. Aplica a ella tus labios para que bebas el agua de las fuentes del Salvador. Porque ésta es la fuente que mana en medio del paraíso y, dividida en cuatro ríos que se derraman en los corazones amantes, riega y fecunda toda la tierra.

Corre con vivo deseo a esta fuente de vida y de luz quienquiera que seas, ¡oh alma amante de Dios!, y con toda la fuerza del corazón exclama:

«¡Oh hermosura inefable del Dios altísimo, resplandor purísimo de la eterna luz! ¡Vida que vivificas toda vida, luz que iluminas toda luz y conservas en perpetuo resplandor millares de luces, que desde la primera aurora fulguran ante el trono de tu divinidad!

¡Oh eterno e inaccesible, claro y dulce manantial de la fuente oculta a los ojos mortales, cuya profundidad es sin fondo, cuya altura es sin término, su anchura ilimitada y su pureza imperturbable!

De ti procede el río que alegra a la ciudad de Dios. Recrea con el agua de este deseable torrente los resecos labios de los sedientos de amor, para que con voz de regocijo y gratitud te cantemos himnos de alabanza, probando por experiencia que en ti está la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz.»