domingo, 26 de junio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

domingo 13 de tiempo ordinario

1Reyes 19, 16b. 19-21



REFLEXIÓN

luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio

Se da la sucesión de Elías por inspiración de la Palabra.

Ningún enviado del Señor es para siempre, hasta que aparezca el hijo: Jesús de Nazareth.

Eliseo, un hombre común que trabaja en el campo, responde afirmativamente y con generosidad. Si no estuviera fuera del relato.

Pero es un hombre con su red existencial de familia y negocios. Necesita tiempo para dejarlo todo en regla, antes de iniciar su misión.

Y por fin sale tras Elías que lo había tocado con su manto, como señal de elección.

Salmo responsorial: 15



REFLEXIÓN

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena

La inspiración de la Palabra y el encargo de una misión constituyen un sentido de la vida, un proyecto que proporciona alegría. La alegría de sabernos incluídos y partícipes de una obra que vale la pena y cualquier esfuerzo.

Es una alegría que redefine la comprensión del sacrificio. En vez de renuncia o pérdida, ganancia y beneficio.

Llama la atención la cantidad de jóvenes que se entusiasman y alegran al servir como voluntarios, más allá de sus hogares y comodidades, para compartir solidariamente en otras culturas, y sin mayor beneficio económico.

Su carne limitada y necesitada se transforma en ligera y gozosa viviendo la fraternidad gratuita, que no depende de carne y sangre.

Así es la vida nueva cuando se cumple una misión de la Palabra.

Gálatas 5, 1. 13-18



REFLEXIÓN

vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne

Hemos sido llamados para vivir un don que es la libertad.

Pero es una libertad tal que debe romper con cualquier nueva esclavitud que se pueda presentar.

Quiere decir que si es vocación, es sentido de vida, proyecto que convoca.

sed esclavos unos de otros por amor

La fraternidad y su yugo es la única nueva esclavitud tolerable a la libertad aportada por Jesús de Nazareth.

Desgastarse por otros y su felicidad hace surgir el gozo de vivir serenamente la felicidad posible en esta vida.

Y la fraternidad es la que constantemente asedia la carne enemiga del espíritu, para hacerla colapsar.

Lucas 9, 51-62



REFLEXIÓN

"Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?"

Él se volvió y les regañó.

En el curso de la misión es posible confrontar rechazo, que podemos tomar como un ataque de la carne a la libertad del espíritu.

Y la tentación es responder con prepotencia para así destruir la fraternidad y sus oportunidades.

Jesús no respondía fuego con fuego, ni lo enseñó. Era preferible cambiar de auditorio para hacer la oferta de la Palabra.

Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios."

Jesús es más radical en su llamamiento que Elías, quien permitió a Eliseo arreglar sus asuntos antes de seguirlo.

El reino lo exige así, porque éste es ya la definición del señorío del Padre sobre sus hijos y la creación.

No se debe mirar atrás una vez somos llamados y aceptamos seguir a Jesús.

Ni mirar atrás lo que hemos dejado, para volver a amarrarnos, ni para ver cómo aramos de bien o mal, porque el crecimiento del reino está en manos del Padre.

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BEATO CARLO


 
De las Homilías del papa Pablo sexto.
(Homilía pronunciada en Manila el 29 de noviembre de 1970)


PREDICAMOS A CRISTO HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA

¡Ay de mí si no evangelizare! Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy apóstol y testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia el amor nos apremia. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda creatura, y todo se mantiene en él. Él es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros. Él es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él ciertamente vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.

Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, la verdad y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.

Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.

¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.