lunes, 1 de agosto de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 18 de tiempo ordinario

Jeremías 28, 1-17



REFLEXIÓN

Cuando un profeta predecía prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor

Tú has roto un yugo de madera, yo haré un yugo de hierro

Escúchame, Ananías; el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza

La relación con los propósitos del Señor pasa por una actitud paciente, confiada-a pesar de signos contradictorios- en su voluntad salvífica y en su sabiduría, siempre mayor que la nuestra. Aunque oigamos profecías de todo tipo estaremos más cerca de lo verdaderamente inspirado si se da un llamado a la conversión que incentive el ágape.

Salmo responsorial: 118



REFLEXIÓN

Apártame del camino falso, / y dame la gracia de tu voluntad

La experiencia vivida debe advertirnos que no es fácil, sino complejo, atinar con el camino correcto siempre.

Echamos de menos un consejo, una pista, una guía, que nos ayude en momentos inciertos a decidir cuál es la mejor vía.

Contar por fe con la certidumbre de un sabio asesor como el Señor nos acarrea estabilidad sentida.

Mateo 14,13-21



REFLEXIÓN

le dio lástima y curó a los enfermos

Las entrañas que sienten el dolor de otros es más fuerte que el cansancio.

Es el don del Señor que se renueva en nosotros para completar lo que falta a su pasión, la del cuerpo.

Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: Traédmelos

Qué hace Jesús en nuestras vidas? Ayudarnos a escrutar lo que tenemos e inspirarnos generosidad para compartirlos.

Entonces el se une a nuestro esfuerzo y colaboración para potenciar y multiplicar, más allá de lo que hubiéramos pensado.

partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente

un milagro no es tan difícil de ver si abrimos bien los ojos de la fe y observamos en nuestra vida cotidiana.

En lo que nos acontece ocurre un diálogo providencial y de cuido por nosotros.

Nos habla de ello la contemplación para alcanzar amor de los ejercicios espirituales: el amante entrega al amado, de lo que tiene y puede.

Nuestra acción de gracias es parte de esa correspondencia que agrada al Señor.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1554066020884692997?s=20&t=kwRumqeBnJrrZTqv3sPezw

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

De las obras de San Alfonso María de Ligorio, obispo.
(Tratado sobre la práctica del amor a Jesucristo, edición latina, Roma 1909, pp. 9-14)

 

EL AMOR A CRISTO

 Toda la santidad y la perfección del alma consiste en el amor a Jesucristo, nuestro Dios, nuestro sumo bien y nuestro redentor. La caridad es la que da unidad y consistencia a todas las virtudes que hacen al hombre perfecto.

 ¿Por ventura Dios no merece todo nuestro amor? Él nos ha amado desde toda la eternidad. «Considera, oh hombre -así nos habla-, que yo he sido el primero en amarte. Aún no habías nacido, ni siquiera existía el mundo, y yo ya te amaba. Desde que existo, yo te amo.»

 Dios, sabiendo que al hombre se lo gana con beneficios, quiso llenarlo de dones para que se sintiera obligado a amarlo: «Quiero atraer a los hombres a mi amor con los mismos lazos con que habitualmente se dejan seducir: con los vínculos del amor.» Y éste es el motivo de todos los dones que concedió al hombre. Además de haber dado un alma dotada, a imagen suya, de memoria, entendimiento y voluntad, y un cuerpo con sus sentidos, no contento con esto, creó, en beneficio suyo, el cielo y la tierra y tanta abundancia de cosas, y todo ello por amor al hombre, para que todas aquellas creaturas estuvieran al servicio del hombre, y así el hombre lo amara a él en atención a tantos beneficios.

 Y no sólo quiso darnos aquellas creaturas, con toda su hermosura, sino que además, con el objeto de conquistarse nuestro amor, llegó al extremo de darse a sí mismo por entero a nosotros. El Padre eterno llegó a darnos a su Hijo único. Viendo que todos nosotros estábamos muertos por el pecado y privados de su gracia, ¿que es lo que hizo? Llevado por su amor inmenso, mejor aún, excesivo, como dice el Apóstol, nos envió a su Hijo amado para satisfacer por nuestros pecados y para restituirnos a la vida, que habíamos perdido por el pecado.

 Dándonos al Hijo, al que no perdonó, para perdonarnos a nosotros, nos dio con él todo bien: la gracia, la caridad y el paraíso, ya que todas estas cosas son ciertamente menos que el Hijo: El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todo lo demás?