[50] 1º pucto. El primer puncto será traer la memoria sobre el primer
pecado, que fue de los ángeles, y luego sobre el mismo el entendimiento
discurriendo, luego la voluntad, queriendo todo esto, memorar y entender, por
más me envergonzar y confundir; trayendo en comparación de un pecado de los
ángeles tantos pecados míos, y donde ellos por un pecado fueron al infierno,
quántas veces yo le he merescido por tantos. Digo traer en memoria el pecado de
los ángeles; cómo siendo ellos criados en gracia, no se queriendo ayudar con su
libertad para hacer reverencia y obediencia a su Criador y Señor, veniendo en
superbia, fueron conuertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al
infierno; y así, consequenter, discurrir más en particular con el
entendimiento, y consequenter moviendo más los afectos con la voluntad.
[52] 3º puncto. El tercero: asimismo hacer otro tanto sobre el tercero
pecado particular de cada uno que por un pecado mortal es ido al infierno, y
otros muchos sin cuento por menos pecados que yo he hecho. Digo hacer otro
tanto sobre el 3 pecado particular, trayendo a la memoria la gravedad y malicia
del pecado contra su Criador y Señor, discurrir con el entendimiento cómo en el
pecar y hacer contra la bondad infinita, justamente a sido condenado para
siempre, y acabar con la voluntad, como está dicho.
[53] Coloquio. Imaginando a Christo nuestro Señor delante y puesto en
cruz, hacer un coloquio; cómo de Criador es venido a hacerse hombre, y de vida
eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados. Otro tanto, mirando a
mí mismo, lo que he hecho por Christo, lo que hago por Christo, lo que debo hacer
por Christo; y así viéndole tal, y así colgado en la cruz, discurrir por lo que
se offresciere.
[54] El coloquio se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a
otro, o un siervo a su Señor; quándo pidiendo alguna gracia, quándo culpándose
por algún mal hecho, quándo comunicando sus cosas, y queriendo consejo en
ellas; y decir un Pater noster.
REFLEXIÓN
[50]
[51] [52] [53] [54] Paradigmas de pecado
mortal se presentan en esta galería: Pecado de los ángeles, de Adán y Eva y el
o los personales graves. Son pecados que podrían incumbir y afectarnos a todos
y todas, porque se relacionan con el universo creado visible e invisible. La
calidad de verdad histórica de las narraciones bíblicas con sabor a mito no se
discute en este momento, porque sería una desviación. Tanto cuanto nos sirvan y
si no buscar en nuestro conocimiento propio, de l@s otr@s y del mundo aquellos
desórdenes graves que impliquen el haber perdido una condición ventajosa y de
amistad con Dios, por haber libremente cometido una grave violación de su
Alianza. En los ejemplos propuestos se señalan actitudes de soberbia,
desobediencia, consecuencias aparentemente desproporcionadas, derivadas de
nuestros actos responsables. Hay ejemplos por doquier: hemos podido en nuestra
vida haber hecho verdaderos desastres y canalladas por dejarnos llevar del
placer, la corrupción, la difamación, la mentira, la envidia, el orgullo, el
desamor, tanto en nuestras familias, vecinos, escuelas, trabajos, diversiones,
y demás.
Todo este abundar en el pecado
implica una sensibilización y autocrítica honesta de nosotr@s mism@s, sin
recurrir a justificaciones que disminuyan nuestra responsabilidad. Hay metas
posibles como fruto de este ejercicio: vergüenza, confusión, arrepentimiento,
escándalo de nosotr@s mism@s porque nos asombramos de dónde hemos podido llegar
en nuestro daño y el de otros y otras.
Lo más importante es el impulso que
obtenemos con esta experiencia del mal y la culpabilidad sana, para logra una
conversación, diálogo, coloquio ante Dios, Jesucristo o quien sea para mí el
símbolo del Totalmente Otro, a quien no puedo engañar, ni se deja manipular.
Pero de quien puedo y debo esperar amor, misericordia, comprensión y juicio
justo, como nadie en el mundo me pueda proveer.
Es importante incluir, dentro de la
galería y para que nos autocritiquemos, la injusticia social: pobreza,
marginación, drogadicción, enfermedades estigmatizadas, grupos sociales
discriminados por razón de sexo, religión, política o cualquier otra razón que
nos lleve a etiquetar la sociedad en secciones o compartimentos indeseables.
Así el coloquio con el crucificado,
no será sólo para captar el reflejo de los pecados propios sino también los
sociales: nuestra omisión en sumarnos al esfuerzo de salvación de tantos
grupos, etnias y pueblos afectados por mi omisión e indiferencia.
Por último, y no menos importante,
en el crucificado hemos de contemplar su cruz de madera, símbolo de la creación
y sus recursos renovables, en proceso de deterioro y extinción por nuestras
acciones u omisiones.
Y así con responsabilidad,
sinceridad, humildad que brota de todos este conocimiento, preguntarnos y
disponernos a escuchar la respuesta: qué he hecho, qué hago, qué debo hacer por
Cristo.