lunes, 3 de octubre de 2022

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Lunes, XXVII semana

San Ambrosio Tratado sobre Caín y Abel 1,9,34.38-39

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo. Alabar a Dios es lo mismo que hacer votos y cumplirlos. Por eso, se nos dio a todos como modelo aquel samaritano que, al verse curado de la lepra juntamente con los otros nueve leprosos que obedecieron la palabra del Señor, volvió de nuevo al encuentro de Cristo y fue el único que glorificó a Dios, dándole gracias. De él dijo Jesús: No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios. Y le dijo: «Levántate, vete: tu fe te ha salvado». Con esto el Señor Jesús en su enseñanza divina te mostró, por una parte, la bondad de Dios Padre y, por otra, te insinuó la conveniencia de orar con intensidad y frecuencia: te mostró la bondad del Padre, haciéndote ver cómo complace en darnos sus bienes, para que con ello aprendas a pedir bienes al que es el mismo bien; te mostró la conveniencia de orar con intensidad y frecuencia, no para que tú repitas sin cesar y mecánicamente fórmulas de oración, sino para que adquieras el espíritu de orar asiduamente. Porque, con frecuencia, las largas oraciones van acompañadas de vanagloria, y la oración continuamente interrumpida tiene como compañera la desidia. Luego te amonesta también el Señor a que pongas el máximo interés en perdonar a los demás cuando tú pides perdón de tus propias culpas; con ello, tu oración se hace recomendable por tus obras

REFLEXIÓN

La oración, cualquiera forma que adopte, tiene una sede: el corazón, el centro del Santo de los Santos en nuestra persona, no únicamente en nuestra dimensión interna sino en la totalidad de nuestra existencia libre y voluntaria. Allí donde nos rendimos, nos confesamos con sinceridad y lealtad, donde nos entregamos sin reservarnos nada, donde fraguamos en medio de muchos conflictos a veces, la buena acción, el seguimiento generoso, la dedicación que se olvida de sí mismo, donde permanece el reino de Dios en nosotros, lejos del amor propio, querer e interés.

EJERCICIOS ESPIRITUALES

 


[249] SEGUNDO MODO DE ORAR ES CONTEMPLANDO LA SIGNIFICACION DE CADA PALABRA DE LA ORACION.

REFLEXIÓN

[249] Palabra por palabra de la oración seleccionada.

[250] Addición. La misma addición que fue en el primer modo de orar (núm. [239]) será en este segundo.

[251] Oración. La oración preparatoria se hará conforme a la persona a quien se endereza la oración.

[252] 2º modo de orar. El segundo modo de orar es que la persona, de rodillas o asentado, según la mayor disposición en que se halla y más devoción le acompaña, teniendo los ojos cerrados o hincados en un lugar sin andar con ellos variando, diga Pater, y esté en la consideración desta palabra tanto tiempo, quanto halla significaciones, comparaciones, gustos y consolación en consideraciones pertinentes a la tal palabra, y de la misma manera haga en cada palabra del Pater noster o de otra oración cualquiera que desta manera quisiere orar.

REFLEXIÓN

[250] [251] [252] Es una aplicación más metódica de la actitud l@s orant@s dispues@s a no pasar adelante en la oración si sienten alguna moción espiritual; y la de empaparse y satisfacerse, sin afán de proseguir para cubrir materia.  “Porque no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir las cosas internamente” [7] [2]

[253] 1ª regla. La primera regla es que estará de la manera ya dicha una hora en todo el Pater noster, el qual acabado dirá un Ave María, Credo, Anima Christi y Salve Regina vocal o mentalmente, según la manera acostumbrada.

[254] 2ª regla. La segunda regla es que si la persona que contempla el Pater noster hallare en una palabra o en dos tan buena materia que pensar y gusto y consolación, no se cure pasar adelante, aunque se acabe la hora en aquello que halla, la qual acabada, dirá la resta del Pater noster en la manera acostumbrada.

[255] 3ª regla. La tercera es, que si en una palabra o dos del Pater noster se detuvo por una hora entera, otro día quando querrá tornar a la oración, diga la sobredicha palabra o las dos según que suele; y en la palabra que se sigue inmediatamente comience a contemplar, según que se dixo en la segunda regla.

REFLEXIÓN

[253] [254] [255] Para evitar un estancamiento estéril en el que se favorecen distracciones, y para cumplir con el tiempo y la materia que se propuso, cuanto dure.

[256] 1ª nota. Es de advertir que acabado el Pater noster en uno o en muchos días, se ha de hacer lo mismo con el Ave María y después con las otras oraciones, de forma que por algún tiempo siempre se exercite en una dellas.

REFLEXIÓN

[256] Se trata de una propuesta, para tener materia de oración vocal y/o mental con mayor profundidad y sentido, dado que son las oraciones acostumbradas por la piedad popular en los rosarios compartidos o solitarios.

[257] 2ª nota. La 2ª nota es que acabada la oración, en pocas palabras convirtiéndose a la persona a quien ha orado, pida las virtudes o gracias de las quales siente tener más necesidad.

REFLEXIÓN

[257] La oración ignaciana, propia de ejercicios, pero insertada en otras actividades espirituales de la vida corriente, tiene a la vista el perfeccionamiento propio y de l@s demás.