miércoles, 19 de octubre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 29 de tiempo ordinario

Año Par

Efesios 3, 2-12



REFLEXIÓN

distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro

Unos para otros distribuimos a Dios, como la plenitud de la profecía sobre el conocimiento universal de Dios. Unos con más carisma específico y otros más en general, pero es para todos una responsabilidad.

como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas

Nos enfrentamos en la fe a un dilema radical: creemos o no creemos en estos hombres que insisten en proclamar que están llamados a distribuir la gracia y la revelación del Misterio de Dios en Jesucristo.

Es un dilema para toda la vida, que unos soportarán con más tranquilidad que otros.

Porque casi todos y todas en algún momento de su existencia han albergado dudas, resentimientos, odios y fobias contra la Iglesia, sus ministros, sus líderes, sus creyentes. Y han puesto en tela de duda que sobre estas fragilidades pueda soportarse el mensaje más trascendental para una humanidad: su salvación para siempre.

anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo

Pero algunos son impulsados a dar más de sí para este anuncio, en diversas y difíciles circunstancias.

el más insignificante de todos los santos

El contraste y la desproporción son tan fuertes y grandes que se requiere una dosis de humildad en la fe para que se mantenga, muchas veces como fuego tembloroso.

Quizás en esto se está dando el signo de la presencia fuerte del Espíritu: en la debilidad de la fe que persiste.

los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios

También los cielos y los poderes, cualquiera que sean, conocen ahora la plenitud de la revelación.

realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él

En Jesús hay una garantía de cercanía y lo contrario es la secuela del poder de la malignidad, cuya estrategia es impedirlo.

Interleccional:Isaías 12, 2-6



REFLEXIÓN

confiaré y no temeré, / porque mi fuerza y mi poder es el Señor, / él fue mi salvación

El Señor ofrece signos de salvación para la fe. Éstos sostienen la esperanza en los momentos duros del peregrinaje. La esperanza se nutre de la memoria de las intervenciones del Señor.

En la existencia es importante hacer esta experiencia de reconocimiento de los signos de salvación.

Y sacaréis aguas con gozo / de las fuentes de la salvación

Constantemente, diariamente estamos sacando del pozo para el anuncio de salvación cotidiano. Anuncio que modela nuestra profundidad invitándonos a ser más como Jesús, el Hijo, el Hombre, la nueva sociedad.

"Qué grande es en medio de ti / el santo de Israel."

Lo primero es su grandeza porque de ello depende todo lo demás: el reino de Dios y su justicia…

Lucas 12,39-48



REFLEXIÓN

estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre

Significará acaso, que se nos encomienda estar preparados, dos mil cien años después, porque el hijo del hombre llegará con el final de la vida de cada uno de nosotros y que no se sabe por lo tanto, cómo y cuándo llega actualmente y en este momento?

La Iglesia de los credos habla de un juicio final, y la del catecismo de un juicio privado.

Son lo mismo o diferentes? Acaba nuestra vida dos veces, como final y como privada? O lo que se llama final es la experiencia actual que constantemente vemos en otros cuando mueren, y que aguardamos ineluctablemente?

La mejor interpretación no es la apocalíptica, sino la existencial.

El Hijo del hombre está viniendo cada día, cuando menos lo pensamos. La vigilancia es de cada día, como la oración del Señor nos lo enseñó.

Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda al llegar", y empieza a pegarle a los mozos y a las muchachas, a comer y deber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.

Alude a todos los llamados a algún tipo de responsabilidad sobre otros: son empleados, no dueños.

El criado que sabe lo que su amo quiere, y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá".

No hay como excusarse del todo aunque haya atenuantes.

Un llamado a la seriedad de la misión y su actitud primordial de compromiso con otros.

"Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?" El Señor le respondió: "¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá."

Parece referirse a los que más responsabilidad tienen, pero hacemos bien en reflexionarlo para todos, porque todos somos servidores del evangelio.

Pero si el creyente debe mantener la fe en medio de las debilidades del proclamador, éste debe ser fiel y solícito para cumplir su servicio.

 

El que la fe pueda mantenerse aun vacilante en medio de la fragilidad, no quita la responsabilidad del que la alimenta.

Esta misión en una Iglesia de hermanos es de todos con todos. Padres con hijos, madres con hijas, educadores con pupilos, predicadores con auditorios, ministros con fieles.

No hay ser humano creyente que no pueda cumplir con su responsabilidad de servir la fe de su hermano.

Una medida de compromiso que ayudaría sin duda a superar tantas crisis que estamos viviendo.

El criado que sabe lo que su amo quiere, y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá".

No hay como excusarse del todo aunque haya atenuantes. Un llamado a la seriedad de la misión y su actitud primordial.

Conocer al Señor es una gracia, un don que requiere un compromiso de distribución entre los hermanos.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1582688964640911361?s=20&t=PKxXqERE_fgffgi3aKA1kw

BEATO CARLO


 
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 5 sobre diversas materias, 1-4: Opera omnia, edición cisterciense, 6,1 [1970], 98-103)
 
ME PONDRÉ DE CENTINELA PARA ESCUCHAR LO QUE ME DICE EL SEÑOR

 

Leemos en el Evangelio que, predicando en cierta ocasión el Salvador y habiendo afirmado que daría a comer su carne sacramental para que así sus discípulos pudieran participar de su pasión, algunos exclamaron: ¡Duras son estas palabras! Y se alejaron de él. A vista de ello, preguntó el Señor a sus discípulos si también ellos querían dejarlo; ellos entonces respondieron: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna.

 Pues bien, hermanos, es manifiesto que en nuestros días las palabras de Jesús son también espíritu y vida para algunos y, por ello, éstos lo siguen; pero, en cambio, a otros estas mismas palabras les parecen duras, por lo cual no faltan quienes van a buscar en otra parte un consuelo miserable. La sabiduría no deja de levantar su voz en las plazas, anunciando que el camino que conduce a la muerte es ancho y espacioso, a fin de que cuantos andan por él vuelvan sobre sus pasos.

 Durante cuarenta años -dice- aquella generación me repugnó, y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado.» Y en otro salmo añade: Una sola vez habló Dios; es cierto que Dios habló una sola vez, pues está hablando siempre, ya que su locución es continua y eterna, y nunca se interrumpe.

 Esta voz invita sin cesar a los pecadores, exhortándoles a meditar en su corazón y reprendiendo los errores de este corazón, pues es la voz de aquel que habita en el corazón del hombre y habla en su interior, realizando así lo que ya dijo por boca del profeta: Hablad al corazón de Jerusalén.

 Ya véis, hermanos, cuán saludablemente nos amonesta el profeta a fin de que si hoy escuchamos su voz no endurezcamos el corazón. Las palabras que leemos en el profeta son casi las mismas que hallamos también en el Evangelio. En efecto, en el Evangelio dice el Señor: Mis ovejas oyen mi voz, y en el salmo afirma el profeta: Nosotros, su pueblo (el del Señor, ciertamente), el rebaño que él guía, ojalá escuchemos hoy su voz y no endurezcamos el corazón.

 Escucha, finalmente, al profeta Habacuc; él no disimula la increpación del Señor, sino que la medita asiduamente y por ello exclama: Me pondré de centinela, me plantaré en la atalaya, velaré para escuchar lo que me dice, lo que responde a mis quejas. Procuremos, hermanos, ponernos también nosotros de centinela, porque la vida presente es tiempo de lucha.

 Que nuestra vida tenga su centro en nuestro interior, donde Cristo habita, y que nuestros actos sean reflexivos y nuestras obras según los dictados de la razón; pero de tal forma que no confiemos excesivamente en nuestros actos ni nos fiemos excesivamente de nuestras simples reflexiones.