martes, 25 de octubre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 30 de tiempo ordinario

Año Par

Efesios 5, 21-33



REFLEXIÓN

Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia

Un enigma o cuestión desafiante de toda lógica se considera un misterio.

En el texto Paulino quizá tiene relación con un término en boga en algunas religiones paganas, llamadas misterios, las cuales cifraban su atractivo en lo oculto abierto sólo a los iniciados.

En la Palabra si existe uno es de orden salvífico y se destina a todos. No hay en la Palabra un misterio en el sentido de algo que no deba saberse, sino al contrario. Todo misterio está para revelarse por designio del Señor.

Así en está sociedad de la información que somos ahora, la información salvífica es para democratizarse, y debe estar disponible a todos y todas.

El misterio en concreto que nos revela la Palabra es la unión entre Jesús glorificado y su comunidad de fe.

Esa unión es más fuerte que la más fuerte del género humano, como es la del hombre y la mujer en una sola carne.

Esa unión de carne que es capaz de romper todo lazo de dependencia previo, es un signo de la unión indisoluble entre Jesús y su comunidad creyente.

Una realidad que debe afectar no sólo la conciencia individual sino también la colectiva.

No podemos sin embargo negar que vivimos en una época de crisis en la que la diversidad de género obliga a una revisión del signo de unión que nos muestra la Palabra.

Salmo responsorial: 127



REFLEXIÓN

Dichoso el que teme al Señor / y sigue sus caminos

Se trata de una dicha que hemos de ventilar en nuestras realidades históricas, para que sea creíble.

Una persona de fe buscará discernir los caminos del Señor en medio de las realidades no tradicionales también, como serían las que brotan por ejemplo de la diversidad de género.

Porque quizá nos encontramos según esto ante una sensibilidad de conciencia que debemos entender antes de condenar y con la que debemos dialogar para dar testimonio del reino.

Y si nuestra fe nos ubica en una apertura salvífica al mundo y sus cambios también estamos siguiendo los caminos del Señor que un Espíritu libre y creativo.

Lucas 13,18-21



REFLEXIÓN

Jesús decía: "A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé?

Una realidad enigmática como el reino de Dios, era frecuentemente abierto, revelado y compartido por Jesús a través de sus comparaciones.

No era un líder que mantenía su poder fundamentado en secretos, sino más bien en la apertura de todo misterio.

Su función reveladora es un esfuerzo al máximo de transparentar el Padre, el Absoluto Radical, para beneficio de todos y todas.

Se trata de la oferta de comunicación de un bien, más seria, profunda y amorosa que haya emprendido ser creado alguno, en el espacio y en el tiempo, aun cuando en su proceso de despliegue no parezca siempre a todas luces haber logrado su empeño.

Tal oferta de comunicación de código abierto se planta ante los demás como un modelo que contrasta con la deficiente comunicación entre nosotros, cargada por demás de intereses mezquinos, egoísmo, venganza y malquerencia.

un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas."

Un grano como la primicias donadas del Espíritu que va creciendo con nuestra cooperación y que incluye la creación: un conjunto cuyo contenido lo constituye un Jesús místico pero real, luminoso pero profundo.

parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta

Nadie pensaría que desde esa pequeñez se derivaría tamaña construcción.

El reino es la maravilla de Dios que se expresa lo pequeño que crece y transforma.

Ese es el misterio o enigma: el accionar del Señor que salva, libera, transforma desde lo pequeño.

La revelación de la Palabra es sobre el valor inconmensurable de lo pequeño en el designio del Señor.

Una muestra del peso del prestigio y gloria del Señor ostensible para quien crea desde la pequeñez.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1584878310466936833?s=20&t=8MRBd1xew_8mJ4oDuE36aA

BEATO CARLO


 
De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Cap. 24, 1-5; 27, 1--29, 1: Funk 1, 93.97)
 
DIOS ES FIEL EN SUS PROMESAS Y JUSTO EN SUS JUICIOS

 

Consideremos, amadísimos hermanos, cómo Dios no cesa de alentarnos con la esperanza de una futura resurrección, de la que nos ha dado ya las primicias al resucitar de entre los muertos al Señor Jesucristo. Estemos atentos, amados hermanos, al mismo proceso natural de la resurrección que contemplamos todos los días: el día y la noche ponen ya ante nuestros ojos como una imagen de la resurrección: la noche se duerme, el día se levanta; el día termina, la noche lo sigue. Pensemos también en nuestras cosechas: ¿Qué es la semilla y cómo la obtenemos? Sale el sembrador y arroja en tierra unos granos de simiente, y lo que cae en tierra, seco y desnudo, se descompone; pero luego, de su misma descomposición, el Dueño de todo, en su divina providencia, lo resucita, y de un solo grano saca muchos y cada uno de ellos lleva su fruto.

 Tengamos, pues, esta misma esperanza y unamos con ella nuestras almas a aquel que es fiel en sus promesas y justo en sus juicios. Quien nos prohibió mentir ciertamente no mentirá, pues nada es imposible para Dios, fuera de la mentira. Reavivemos, pues, nuestra fe en él y creamos que todo está, de verdad, en sus manos.

 Con una palabra suya creó el universo y con una palabra lo podría también aniquilar. ¿Quién podría decirle: «Qué has hecho»? O ¿quién podrá resistir la fuerza de su brazo? Él lo hace todo cuando quiere y como quiere y nada dejará de cumplirse de cuanto él ha decretado. Todo está presente ante él y nada se opone a su querer, pues el cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo murmura; sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón.

Siendo, pues, así que todo está presente ante él y que él todo lo contempla, tengamos temor de ofenderlo y apartémonos de todo deseo impuro de malas acciones, a fin de que su misericordia nos defienda en el día del juicio. Porque ¿quién de nosotros podría huir de su poderosa mano? ¿Qué mundo podría acoger a un desertor de Dios? Dice, en efecto, en cierto lugar, la Escritura: ¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. ¿En qué lugar, pues, podría alguien refugiarse para escapar de aquel que lo envuelve todo?

 Acerquémonos, por tanto, al Señor con un alma santificada, levantando hacia él nuestras manos puras e incontaminadas; amemos con todas nuestras fuerzas al que es nuestro Padre, amante y misericordioso, y que ha hecho de nosotros su pueblo de elección.