Miércoles 30 de tiempo ordinario
Año Par
Efesios 6, 1-9
REFLEXIÓN
Hijos, obedeced a vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es
justo. "Honra a tu padre y a tu madre" es el primer mandamiento al que se añade una promesa: "Te
irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra." Padres, vosotros no exasperéis a vuestros hijos;
criadlos educándolos y corrigiéndolos como haría el Señor.
Lo
que más se escucha no significa lo corriente y común, porque esto no se escucha
ordinariamente. Las quejas y las crisis son más notorias que los aciertos y el
bienestar.
Así
la crisis que se escucha es la de la rebeldía de las generaciones jóvenes. Es
un largo lamento que viene desde hace tiempo, para quienes tienen memoria.
Y
los que no son jóvenes ya, pero lo fueron, ni recuerdan cuando fueron parte de
la rebeldía, porque ahora lo son de la represión.
Así
como se da la brecha generacional se da también la incongruencia generacional:
hacer de mayor lo que combatías de joven.
Pero
en los tiempos que corren muchos padres sufren, quizá como compensación de lo
que hicieron de jóvenes, la tensión y el conflicto en la relación con sus
hijos.
Hasta
escuela y terapia de padres se recomienda para ejercer una atribución que se
suponía venía equipada con la naturaleza.
Y
cuando se llega en esas asesorías, o en la paz de la reflexión, a evaluar la
actuación de padres, surge una verdad como la que exhorta la Palabra en el
texto del comienzo: tanto los padres como los hijos tienen que poner de su
parte para construir una convivencia nutritiva que apoye el proyecto personal y
colectivo de la familia.
Y
eso que hay que poner de parte y parte no será identificado, reconocido y
aceptado sin algún tipo de interrelación más positiva que permita aceptar los
mensajes de parte y parte.
Una
interrelación positiva es la que permite a los hijos obedecer de corazón a los
padres, y a los padres educar y corregir a los hijos, sin exasperarlos.
Esclavos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor
y temblor, de todo corazón, como a Cristo.
Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre, se
lo pagará el Señor
Amos, correspondedles dejándoos de amenazas; sabéis que
ellos y vosotros tenéis un amo en el cielo y que ése no es parcial con nadie
La
vía revolucionaria ha venido teniendo éxito en el imaginario de las gentes pero
empieza a palidecer porque las sociedades que surgen de las cenizas después de
una caótica transición se enseñorean con vicios parecidos o peores. No son
fruto de discernimiento espiritual, sino político.
La
vía reformista más lenta exaspera de impaciencia cuando no llega para algunos
la equidad anhelada. Pero es más humana en los costos, que la mortandad de la
revolución.
Para
que la vía reformista tenga posibilidades requiere la actitud que recomienda la
Palabra a amos y esclavos: ser conscientes que dependemos de un designio del
Señor, verdadero dueño.
Y
cualquier tipo de organización o estructura social es provisional porque debe
dar paso a una más justa, según el plan del Señor.
sino como esclavos de Cristo que hacen lo que Dios quiere
Una
conquista de las luchas sociales es la emancipación de los esclavos y los
derechos civiles de los discriminados. Una conquista efectiva y según derecho.
No
obstante la guarda no es completa, ni exenta de retrocesos. Cómo es la mirada
de Dios en medio de todo? parece recomendar la lectura que, aun en la condición
de esclavitud, es posible la liberación por una motivación nueva, en Cristo.
Pero
y las luchas sociales, con martirio incluso que abonan el terreno para los
cambios de estructuras? Parecen mirarse como motivación humana y no como empuje
del Espíritu.
Será
porque esas luchas reivindicativas llevan algo de desquite y venganza, y no
dejan el tema quieto sino preparado para futuras guerras y contraofensivas.?
Qué
queda entonces? Que en todo, en la estructura y contra la estructura se
infiltre un Espíritu que transforme las pasiones y revanchas, los odios, en
fuerzas constructivas. Lo que no se puede permitir es la ausencia en la lucha,
con un claro aporte del espíritu evangélico.
con toda el alma, de buena gana, como quien sirve al Señor y
no a hombres
En
todo accionar la motivación y la intención de servicio es fundamental. Servicio
a la verdad y justicia evangélicas, como la levadura en la masa. Buscando y en
todo hallando el designio del Señor. Y alabando porque aparece y brilla como
gloria.
Porque
las situaciones son muy complejas y tejidas de intereses egoístas y
particulares se requiere mantener con el Espíritu un ojo crítico discerniente,
y una apertura esperanzada al cumplimiento del Designio, por encima de los
embates contrarios.
No
es fácil, y con frecuencia nos sacan y nos salimos del camino.
Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre, se
lo pagará el Señor.
Es
posible la liberación para el Reino aun en las más adversas estructuras. Lo que
no suena es que debamos ser indiferentes al cambio de estructuras por unas más
acordes al evangelio, más humanas.
Salmo responsorial: 144
REFLEXIÓN
que proclamen la gloria de tu reinado
Los
esclavos negros provenientes de África entonaban cantos de cautividad, que en
sí llevaban semillas de resistencia y liberación, permitiendo aflojar la
congojas y dejar salir los suspiros que produce el sufrimiento.
En
sí eran un Espíritu inmortal creciendo en medio de la opresión y la
desesperanza.
Se
puede decir que esta reflexión es lírica y sospechosa de alienación porque no
se sabe si ha pasado por el sufrimiento y la opresión.
Pero
sabemos algo de encadenamientos que se llevan con lágrimas a veces.
Explicando tus hazañas a los hombres
Es
la vocación con la que nos llama el Espíritu: explicar al Señor interviniente.
Suscitar la espera, el reconocimiento, la acción de gracias.
Tu reinado es un reinado perpetuo, / tu gobierno va de edad
en edad.
No
se tendrá miedo a los cambios si reconocemos por fe que estamos anclados en el
reinado del Padre y su designio para siempre.
Lucas 13,22-30
REFLEXIÓN
recorría ciudades y aldeas enseñando
Como
los sumarios de los evangelios y en los ejercicios espirituales de segunda
semana, para motivar el seguimiento más próximo de Jesús de Nazareth.
"Señor, ¿serán pocos los que se salven?" Jesús les
dijo: "Esforzaos (agonidsomai:esfuerzo que trae una competencia como la
atlética) en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán
entrar y no podrán
Nos
gana el espíritu de los tiempos con su facilitonería y molicie.
Pero
tampoco ayudan los ejemplos de austeridad y mortificación, porque no se
entienden en su significatividad profunda.
Que
parece quedar en la apariencia antipática que contraria lo que parece bueno y
agradable de la creación.
Contra
el automatismo de la pertenencia al Reino, no bastan palabras, intenciones, aun
muy repetidas como conjuros.
Hagan
la lucha frente a la oportunidad que se presenta estrecha a nuestro ego.
Una
advertencia a nuestra tendencia más cómoda que satisface nuestro exclusivo
bienestar.
Jesús
no habla de quiénes se salvan, sino que se trata de un proceso en el que hay
que esforzarse, porque no basta la intención de salvarse.
Ignacio
de Loyola detallaba las actitudes respecto de esta lucha en la tipificación de
los tres tipos de personas, lo tres binarios: los que sólo se convierten al
final de su vida, los que mezclan sus propios intereses como si fueran los del
reino y los que en todo y por todo hacían la voluntad de Dios.
Ha
habido épocas, y la nuestra no parece ser, en la que se obsesionaron por saber
si se estaba entre los salvados o no. Se discutía mucho sobre la
predestinación.
Pero
este mensaje de la Palabra pone el énfasis más bien en la lucha, en el proceso
de esfuerzo más allá de la buena intención.
"Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en
nuestras plazas". Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos
de mí, malvados"
Incluso
hemos consumido el Sacramento.
Un
proceso de agonía que debe ir más lejos que sentarse en la mesa con el Señor y
escuchar su Palabra. Incluso si hemos consumido el Sacramento y adorado la
reserva Eucarística.
Es
lo que diría de nuestras cómodas eucaristías y nuestra escucha de homilías y
sermones sobre la Palabra. No es suficiente lucha. No es suficiente agonía para
ser salvo.
Por
qué tiene que ser tan difícil este asunto de la salvación?
Porque
el Padre no nos salva si nuestra libertad no se suma y colabora. Y nuestra
libertad es compleja, esquiva y tenemos que conquistarla para el designio todos
los días.
Esto
debiéramos aprender a reflejarlo en todo nuestro quehacer humano para que se
hiciera el reino del Padre.
Luego
es posible ser desconocidos si no nos esforzamos.
Y
podemos pensar que estamos entre los escogidos, pero no.
No
hay seguridad sino de acogernos a su misericordia.
hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos
Parece
suceder con esforzados no cristianos y no nada, en su lucha por estructuras más
justas y solidarias.
No
se puede gratuitamente condenarlos o sospecharlos. Hay que sopesarlo todo. Para
no ser reprobados.
Este
es el momento del Amén, de la docilidad al Espíritu y a la palabra que
interpela y descalifica, pero con amor y misericordia, porque se siente que no
termina aquí sino que hay esperanza.
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