miércoles, 26 de octubre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 30 de tiempo ordinario

Año Par

Efesios 6, 1-9



REFLEXIÓN

Hijos, obedeced a vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es justo. "Honra a tu padre y a tu madre" es el primer mandamiento al que se añade una promesa: "Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra." Padres, vosotros no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos como haría el Señor.

Lo que más se escucha no significa lo corriente y común, porque esto no se escucha ordinariamente. Las quejas y las crisis son más notorias que los aciertos y el bienestar.

Así la crisis que se escucha es la de la rebeldía de las generaciones jóvenes. Es un largo lamento que viene desde hace tiempo, para quienes tienen memoria.

Y los que no son jóvenes ya, pero lo fueron, ni recuerdan cuando fueron parte de la rebeldía, porque ahora lo son de la represión.

Así como se da la brecha generacional se da también la incongruencia generacional: hacer de mayor lo que combatías de joven.

Pero en los tiempos que corren muchos padres sufren, quizá como compensación de lo que hicieron de jóvenes, la tensión y el conflicto en la relación con sus hijos.

Hasta escuela y terapia de padres se recomienda para ejercer una atribución que se suponía venía equipada con la naturaleza.

Y cuando se llega en esas asesorías, o en la paz de la reflexión, a evaluar la actuación de padres, surge una verdad como la que exhorta la Palabra en el texto del comienzo: tanto los padres como los hijos tienen que poner de su parte para construir una convivencia nutritiva que apoye el proyecto personal y colectivo de la familia.

Y eso que hay que poner de parte y parte no será identificado, reconocido y aceptado sin algún tipo de interrelación más positiva que permita aceptar los mensajes de parte y parte.

Una interrelación positiva es la que permite a los hijos obedecer de corazón a los padres, y a los padres educar y corregir a los hijos, sin exasperarlos.

Esclavos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, de todo corazón, como a Cristo.

Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre, se lo pagará el Señor

Amos, correspondedles dejándoos de amenazas; sabéis que ellos y vosotros tenéis un amo en el cielo y que ése no es parcial con nadie

La vía revolucionaria ha venido teniendo éxito en el imaginario de las gentes pero empieza a palidecer porque las sociedades que surgen de las cenizas después de una caótica transición se enseñorean con vicios parecidos o peores. No son fruto de discernimiento espiritual, sino político.

La vía reformista más lenta exaspera de impaciencia cuando no llega para algunos la equidad anhelada. Pero es más humana en los costos, que la mortandad de la revolución.

Para que la vía reformista tenga posibilidades requiere la actitud que recomienda la Palabra a amos y esclavos: ser conscientes que dependemos de un designio del Señor, verdadero dueño.

Y cualquier tipo de organización o estructura social es provisional porque debe dar paso a una más justa, según el plan del Señor.

sino como esclavos de Cristo que hacen lo que Dios quiere

Una conquista de las luchas sociales es la emancipación de los esclavos y los derechos civiles de los discriminados. Una conquista efectiva y según derecho.

No obstante la guarda no es completa, ni exenta de retrocesos. Cómo es la mirada de Dios en medio de todo? parece recomendar la lectura que, aun en la condición de esclavitud, es posible la liberación por una motivación nueva, en Cristo.

Pero y las luchas sociales, con martirio incluso que abonan el terreno para los cambios de estructuras? Parecen mirarse como motivación humana y no como empuje del Espíritu.

Será porque esas luchas reivindicativas llevan algo de desquite y venganza, y no dejan el tema quieto sino preparado para futuras guerras y contraofensivas.?

Qué queda entonces? Que en todo, en la estructura y contra la estructura se infiltre un Espíritu que transforme las pasiones y revanchas, los odios, en fuerzas constructivas. Lo que no se puede permitir es la ausencia en la lucha, con un claro aporte del espíritu evangélico.

con toda el alma, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a hombres

En todo accionar la motivación y la intención de servicio es fundamental. Servicio a la verdad y justicia evangélicas, como la levadura en la masa. Buscando y en todo hallando el designio del Señor. Y alabando porque aparece y brilla como gloria.

Porque las situaciones son muy complejas y tejidas de intereses egoístas y particulares se requiere mantener con el Espíritu un ojo crítico discerniente, y una apertura esperanzada al cumplimiento del Designio, por encima de los embates contrarios.

No es fácil, y con frecuencia nos sacan y nos salimos del camino.

Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre, se lo pagará el Señor.

Es posible la liberación para el Reino aun en las más adversas estructuras. Lo que no suena es que debamos ser indiferentes al cambio de estructuras por unas más acordes al evangelio, más humanas.

Salmo responsorial: 144



REFLEXIÓN

que proclamen la gloria de tu reinado

Los esclavos negros provenientes de África entonaban cantos de cautividad, que en sí llevaban semillas de resistencia y liberación, permitiendo aflojar la congojas y dejar salir los suspiros que produce el sufrimiento.

En sí eran un Espíritu inmortal creciendo en medio de la opresión y la desesperanza.

Se puede decir que esta reflexión es lírica y sospechosa de alienación porque no se sabe si ha pasado por el sufrimiento y la opresión.

Pero sabemos algo de encadenamientos que se llevan con lágrimas a veces.

Explicando tus hazañas a los hombres

Es la vocación con la que nos llama el Espíritu: explicar al Señor interviniente. Suscitar la espera, el reconocimiento, la acción de gracias.

Tu reinado es un reinado perpetuo, / tu gobierno va de edad en edad.

No se tendrá miedo a los cambios si reconocemos por fe que estamos anclados en el reinado del Padre y su designio para siempre.

Lucas 13,22-30



REFLEXIÓN

recorría ciudades y aldeas enseñando

Como los sumarios de los evangelios y en los ejercicios espirituales de segunda semana, para motivar el seguimiento más próximo de Jesús de Nazareth.

"Señor, ¿serán pocos los que se salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos (agonidsomai:esfuerzo que trae una competencia como la atlética) en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán

Nos gana el espíritu de los tiempos con su facilitonería y molicie.

Pero tampoco ayudan los ejemplos de austeridad y mortificación, porque no se entienden en su significatividad profunda.

Que parece quedar en la apariencia antipática que contraria lo que parece bueno y agradable de la creación.

Contra el automatismo de la pertenencia al Reino, no bastan palabras, intenciones, aun muy repetidas como conjuros.

Hagan la lucha frente a la oportunidad que se presenta estrecha a nuestro ego.

Una advertencia a nuestra tendencia más cómoda que satisface nuestro exclusivo bienestar.

Jesús no habla de quiénes se salvan, sino que se trata de un proceso en el que hay que esforzarse, porque no basta la intención de salvarse.

Ignacio de Loyola detallaba las actitudes respecto de esta lucha en la tipificación de los tres tipos de personas, lo tres binarios: los que sólo se convierten al final de su vida, los que mezclan sus propios intereses como si fueran los del reino y los que en todo y por todo hacían la voluntad de Dios.

Ha habido épocas, y la nuestra no parece ser, en la que se obsesionaron por saber si se estaba entre los salvados o no. Se discutía mucho sobre la predestinación.

Pero este mensaje de la Palabra pone el énfasis más bien en la lucha, en el proceso de esfuerzo más allá de la buena intención.

"Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas". Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados"

Incluso hemos consumido el Sacramento.

Un proceso de agonía que debe ir más lejos que sentarse en la mesa con el Señor y escuchar su Palabra. Incluso si hemos consumido el Sacramento y adorado la reserva Eucarística.

Es lo que diría de nuestras cómodas eucaristías y nuestra escucha de homilías y sermones sobre la Palabra. No es suficiente lucha. No es suficiente agonía para ser salvo.

Por qué tiene que ser tan difícil este asunto de la salvación?

Porque el Padre no nos salva si nuestra libertad no se suma y colabora. Y nuestra libertad es compleja, esquiva y tenemos que conquistarla para el designio todos los días.

Esto debiéramos aprender a reflejarlo en todo nuestro quehacer humano para que se hiciera el reino del Padre.

Luego es posible ser desconocidos si no nos esforzamos.

Y podemos pensar que estamos entre los escogidos, pero no.

No hay seguridad sino de acogernos a su misericordia.

hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos

Parece suceder con esforzados no cristianos y no nada, en su lucha por estructuras más justas y solidarias.

No se puede gratuitamente condenarlos o sospecharlos. Hay que sopesarlo todo. Para no ser reprobados.

Este es el momento del Amén, de la docilidad al Espíritu y a la palabra que interpela y descalifica, pero con amor y misericordia, porque se siente que no termina aquí sino que hay esperanza.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1585234491261751297?s=20&t=Xczf-UDLzvfda6ITjTX8PA

BEATO CARLO



 De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Cap. 30, 3-4; 34, 2--35, 5: Funk 1, 99. 103-105)
 
SIGAMOS LA SENDA DE LA VERDAD

 

Revistámonos de concordia, manteniéndonos en la humildad y en la continencia, apartándonos de toda murmuración y de toda crítica y manifestando nuestra justicia más por medio de nuestras obras que con nuestras palabras. Porque está escrito: ¿Va a quedar sin respuesta tal palabrería?, ¿va a tener razón el charlatán?

Es necesario, por tanto, que estemos siempre dispuestos a obrar el bien, pues todo cuanto poseemos nos lo ha dado Dios. Él, en efecto, ya nos ha prevenido diciendo: Mirad, el Señor Dios llega con poder, y con él viene su salario y su recompensa lo precede y paga a cada hombre según sus acciones. De esta forma, pues, nos exhorta a nosotros, que creemos en él con todo nuestro corazón, a que, sin pereza ni desidia, nos entreguemos al ejercicio de las buenas obras. Nuestra gloria y nuestra confianza estén siempre en él; vivamos siempre sumisos a su voluntad y pensemos en la multitud de ángeles que están en su presencia, siempre dispuestos a cumplir sus órdenes. Dice, en efecto, la Escritura: Miles de millares le servían, miríadas de miríadas estaban en pie delante de él y gritaban, diciendo: «¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos, llena está la tierra de su gloria!»

 Nosotros, pues, también con un solo corazón y con una sola voz, elevemos el canto de nuestra común fidelidad, aclamando sin cesar al Señor, a fin de tener también nuestra parte en sus grandes y maravillosas promesas. Porque él ha dicho: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que lo aman.

 ¡Qué grandes y maravillosos son, amados hermanos, los dones de Dios! La vida en la inmortalidad, el esplendor en la justicia, la verdad en la libertad, la fe en la confianza, la templanza en la santidad; y todos estos dones son los que están ya desde ahora al alcance de nuestro conocimiento. ¿Y cuáles serán, pues, los bienes que están preparados para los que lo aman? Solamente los conoce el Artífice supremo, el Padre de los siglos; sólo él sabe su número y su belleza.

 Nosotros, pues, si deseamos alcanzar estos dones procuremos, con todo ahínco, ser contados entre aquellos que esperan su llegada. ¿Y cómo podremos lograrlo, amados hermanos? Uniendo a Dios nuestra alma con toda nuestra fe, buscando siempre con diligencia lo que es grato y acepto a sus ojos, realizando lo que está de acuerdo con su santa voluntad, siguiendo la senda de la verdad y rechazando de nuestra vida toda injusticia.