viernes, 11 de noviembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 32 de tiempo ordinario

Año Par

2Juan 4-9



REFLEXIÓN

tus hijos caminan en la verdad

Caminar más en el Espíritu que en el Ego. El ego es insustituible, necesitamos su función para asumir la facultad de responsabilidad de nuestras acciones, de nuestro destino. Pero si se desvía y no sabe trabajar en cooperación con el Espíritu, si no logra mantenerse a distancia del propio amor, querer e interés, se entorpecerá y confundirá lo propio con lo del Espíritu, para beneficio del Maligno.

No pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para recordaros el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros

Por el hábito de la fe, insertada en el todo de nuestro existir, nos manifestamos dispuestos al seguimiento mediante el memorial del designio del Padre: amarnos unos a otros, huyendo de la volatilidad y el hambre de novedades constantes.

Hay que reconocer que esta época actual como nunca, está abierta a los cambios, sobre todo los publicitados en los medios de comunicación.

Y por lo tanto las generaciones actuales son más proclives a la dispersión de la concentración por efecto de la novedad, sobre todo placentera.

El placer es una criatura más, bendecida por el Señor de la Creación y por lo tanto es buena, y buscarlo no es malo, como otras generaciones anteriores se culparon.

Pero en la práctica del discernimiento, que es un modo de amar sólido y realista, hemos de ir aprendiendo a detectar que por lo bueno y santo entra el enemigo del designio para la construcción del Reino de Dios.

Por eso amar no es sinónimo de placer sino que converge, aunque también desvía.

Por eso en el cambio que puede ser bueno, y en el placer buscado, también puede entrar ese enemigo, para obstaculizar el reino.

El asunto trascendente, el sentido de la existencia, es el de amarnos unos a otros, y éste es seguir los mandamientos de Dios.

Cómo estoy amando a otros? Es el examen conclusivo de mi existencia. Este es el proceso fundamental que se juzga cada día hasta el final.

Y entonces con Ignacio podré verificar las señales del buen proceso y sus riesgos, tretas y heridas.

amar significa seguir los mandamientos de Dios

Siempre y cuando esta carne se reconozca y confiese como salvífica, estamos en el buen camino.

Es que han salido en el mundo muchos embusteros, que no reconocen que Jesucristo vino en la carne

No parece nuestro signo actual, porque hoy hacemos énfasis en la carne del Jesús histórico.

Solo que al hacerlo nos proyectamos desde nuestra carne, y no aceptamos que la carne de Jesús una vez histórica ahora es gloriosa.

Con ello nos obstaculizamos a ascender y a transformarnos por recrearnos en un ídolo hecho a nuestra imagen y semejanza.

Así esta Palabra también es para nosotros y para toda generación, más allá de cualquier cambio que busque justificar nuestra interpretación.

También podemos engrosar las filas de los embusteros, por no confesar la verdadera carne de Jesús, que es la que salva.

Todo el que se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo

La confesión de la doctrina de Cristo por la fe es una etapa de cristalización de nuestra conversión.

Cuando se llega a esa definición, sin embargo, no se trata de un punto de inmovilismo, sino de un baluarte que hay que defender y custodiar.

La confesión de la fe mientras peregrinamos en la escatología es un bien precario, sometida a presiones y pruebas de sentido.

Para custodiarla requerimos de la asistencia constante del Espíritu Paráclito quien ayuda nuestro proceso de examen y autocrítica, por el que se mantiene la confesión fresca y viva.

Salmo responsorial: 118



REFLEXIÓN

no consientas que me desvíe de tus mandamientos.

En mi corazón escondo tus consignas

No consientas que nos convirtamos en embustero de la carne glorificada de Jesús de Nazareth

En lo profundo de la identidad, donde somos más auténticamente nosotros y desde donde brota la totalidad de nuestra vitalidad, como en un Santo de los Santos están tus consignas.

Lucas 17,26-37



REFLEXIÓN

Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre

El lenguaje apocalíptico habla de irrupción violenta e imprevista en la vida humana, y hace memoria de momentos míticos que aparecen en el Génesis, como imágenes del último día.

Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva

También en momentos de siniestro y desgracia vale lo mismo para conservar la vida, no volverse a buscar nada, y preguntarse por qué unos sí fallecen mientras otros sobreviven.

Es posible que las fuentes del evangelista estén reflejando una realidad posterior a Jesús, pero más cercana a la comunidad de Lucas: la invasión romana bajo Tito a Jerusalén para poner fin a la resistencia del gobierno Zelota.

Y para los creyentes cristianos, dentro y fuera de ese teatro de horror sangriento, significara la catástrofe un acontecimiento relacionado con el rechazo de Jesús.

Hoy nos cuesta hacer ese tipo de relación, porque de la bondad del evangelio del Reino nos hace suponer que no se puede desprender un daño pretendido para nadie.

Aunque del evangelio no, pero de su interpretación por los seres humanos sí.

El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará.

De cuál pérdida de vida se trata? De la que se gasta por el Reino. Es la que más hay que cuidar.

Hay algo superior a la muerte y por eso hay que relativizarla y trascenderla.

Todo esto nos invita en el Espíritu a solicitar sobretodo la misericordia del Todo Amor.

Vivir es una bendición, que solo tiene un sentido, y llegado el momento esa vida logra un acceso a una mejor calidad, entregándola por fe en quien la entrego antes: Jesús de Nazareth.

"Donde se reunen los buitres, allí está el cuerpo."

Una frase enigmática, que hay que mirar en el contexto de la desolación de la guerra y la muerte.

Los escuchas sienten la inquietud del aviso y la ubicación del desastre.

La respuesta puede querer significar que tal acontecimiento será notorio en su mortandad y se darán cuenta, como cuando los buitres se amontonan sobre los despojos.

Esta es una imagen muy fuerte para la cultura judía de entonces, porque un cadáver habría que sepultarlo para hacer una obra buena, con alguien que merece su descanso en el sheol.

Y en la guerra y los seísmos, con una mortandad generalizada, no hay muchas posibilidades de proceder al entierro de los cadáveres.

Por lo tanto se da una profanación generalizada, un escándalo. Tantos y tantas vagan buscando, escarbando, para encontrar a sus relativos desaparecidos.

Los creyentes cristianos dan al Hijo de hombre, Jesús, el significado del final de la historia. Después de él la muerte y la vida tienen otro sentido.

Cuando suceda nos daremos cuenta. Y la única preparación posible es preocuparse de salvar la vida que no termina, salvar el Reino.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1591040618100391938?s=20&t=aWlQIy0izVCrI_dWqs8BvA

BEATO CARLO


 
De las Cartas de Sulpicio Severo
(Carta 3, 6. 9-10, 11. 14-17, 21: SC 133, 336-344)
 
MARTÍN, POBRE Y HUMILDE

 

Martín conoció con mucha antelación su muerte y anunció a sus hermanos la proximidad de la disolución de su cuerpo. Entretanto, por una determinada circunstancia, tuvo que visitar la diócesis de Candes. Existía en aquella Iglesia una desavenencia entre los clérigos, y, deseando él poner paz entre ellos, aunque sabía que se acercaba su fin, no dudó en ponerse en camino, movido por este deseo, pensando que si lograba pacificar la Iglesia sería éste un buen colofón a su vida.

 Permaneció por un tiempo en aquella población o comunidad, donde había establecido su morada. Una vez restablecida la paz entre los clérigos, cuando ya pensaba regresar a su monasterio, de repente empezaron a faltarle las fuerzas; llamó entonces a los hermanos y les indicó que se acercaba el momento de su muerte. Ellos, todos a una, empezaron a entristecerse y a decirle entre lágrimas:

 «¿Por qué nos dejas, padre? ¿A quién nos encomiendas en nuestra desolación? Invadirán tu grey lobos rapaces; ¿quién nos defenderá de sus mordeduras, si nos falta el pastor? Sabemos que deseas estar con Cristo, pero una dilación no hará que se pierda ni disminuya tu premio; compadécete más bien de nosotros, a quienes dejas».

 Entonces él, conmovido por este llanto, lleno como estaba siempre de entrañas de misericordia en el Señor, se cuenta que lloró también; y, vuelto al Señor, dijo tan sólo estas palabras en respuesta al llanto de sus hermanos:

 «Señor, si aún soy necesario a tu pueblo, no rehuyo el trabajo; hágase tu voluntad».

¡Oh varón digno de toda alabanza, nunca derrotado por las fatigas ni vencido por la tumba, igualmente dispuesto a lo uno y a lo otro, que no tembló ante la muerte ni rechazó la vida! Con los ojos y las manos continuamente levantados al cielo, no cejaba en la oración; y como los presbíteros, que por entonces habían acudido a él, le rogasen que aliviara un poco su cuerpo cambiando de posición, les dijo:

 «Dejad, hermanos, dejad que mire al cielo y no a la tierra, y que mi espíritu, a punto ya de emprender su camino, se dirija al Señor».

 Dicho esto, vio al demonio cerca de él, y le dijo:

 «¿Por que estás aquí, bestia feroz? Nada hallarás en mí, malvado; el seno de Abrahán está a punto de acogerme». Con estas palabras entregó su espíritu al cielo. Martín, lleno de alegría, fue recibido en el seno de Abrahán; Martín, pobre y humilde, entró en el cielo, cargado de riquezas.