jueves, 19 de enero de 2023

BEATO CARLO



 De las Cartas de san Fulgencio de Ruspe, obispo
(Carta 14, 36-37: CCL 91, 429-431)
 
CRISTO VIVE PARA SIEMPRE PARA INTERCEDER POR NOSOTROS

 

Fijaos que en la conclusión de las oraciones decimos: «Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo»; en cambio, nunca decimos: «Por el Espíritu Santo.» Esta práctica universal de la Iglesia tiene su explicación en aquel misterio, según el cual, el mediador entre Dios y los hombres es Cristo Jesús, hombre también él, sacerdote eterno según el rito de Melquisedec, que entró de una vez para siempre con su propia sangre en el santuario, pero no en un santuario hecho por mano de hombre y figura del venidero, sino en el mismo cielo, donde está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.

 Teniendo ante sus ojos este oficio sacerdotal de Cristo, dice el Apóstol: Por medio de él ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre. Por él, pues, ofrecemos el sacrificio de nuestra alabanza y oración, ya que por su muerte fuimos reconciliados cuando éramos todavía enemigos. Por él, que se dignó hacerse sacrificio por nosotros, puede nuestro sacrificio ser agradable en la presencia de Dios. Por esto nos exhorta san Pedro: También vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Por este motivo decimos a Dios Padre: «Por nuestro Señor Jesucristo.»

 Al referirnos al sacerdocio de Cristo, necesariamente hacemos alusión al misterio de su encarnación, en el cual el Hijo de Dios, a pesar de su condición divina, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, según la cual se rebajó hasta someterse incluso a la muerte; es decir, fue hecho un poco inferior a los ángeles, conservando no obstante su divinidad igual al Padre. El Hijo fue hecho un poco inferior a los ángeles en cuanto que, permaneciendo igual al Padre, se dignó hacerse como un hombre cualquiera. Se abajó cuando se anonadó a sí mismo y tomó la condición de esclavo. Más aún, el abajarse de Cristo es el total anonadamiento, que no otra cosa fue el tomar la condición de esclavo.

 Cristo, por tanto, permaneciendo en su condición divina, en su condición de Hijo único de Dios, según la cual le ofrecemos el sacrificio igual que al Padre, al tomar la condición de esclavo fue constituido sacerdote, para que, por medio de él, pudiéramos ofrecer la hostia viva, santa, grata a Dios. Nosotros no hubiéramos podido ofrecer nuestro sacrificio a Dios si Cristo no se hubiese hecho sacrificio por nosotros: en él nuestra propia raza humana es un verdadero y saludable sacrificio. En efecto, cuando precisamos que nuestras oraciones son ofrecidas por nuestro Señor, sacerdote eterno, reconocemos en él la verdadera carne de nuestra misma raza, de conformidad con lo que dice el Apóstol: Todo sumo sacerdote, tomado de entre los hombres, es constituido en favor de los hombres en lo tocante a las relaciones de éstos con Dios, a fin de que ofrezca dones y sacrificios por los pecados. Pero al decir: «tu Hijo», añadimos: «que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo», para recordar, con esta adición, la unidad de naturaleza que tienen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y significar de este modo que el mismo Cristo, que por nosotros ha asumido el oficio de sacerdote, es por naturaleza igual al Padre y al Espíritu Santo.


miércoles, 18 de enero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 2 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 7,1-3.15-17



REFLEXIÓN

En virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.

Las semejanzas o analogías ayudan la interpretación de la Palabra de Dios.

Son señales, atisbos, correlaciones que complementan, expanden, iluminan, aplican la palabra en el conjunto de la vida corriente.

Pero igual plantean límites de acceso que exigen apertura a los aspectos del mensaje que no se pueden eventualmente descifrar.

 sino en fuerza de una vida imperecedera

La vida y no el título era lo importante en el símbolo de Melquisedec, rey de justicia y de paz.

De dónde vino y dónde fue palidece en importancia frente a lo que encarna y vive.

Así es la calidad de ministerio que inaugura y consuma para sus creyentes Jesús de Nazaret.

Por eso no encaja en nada instituído ni oficial, sin negar ni destruir su existencia, sino otorgando un nuevo espíritu, una nueva perspectiva.

Nosotros vivimos un tiempo de agonía, desmantelando instituciones y cuestionando tradiciones.

Realmente la protesta por lograr la novedad no se cumple con nuevas normas, instituciones o sistemas sino con un espíritu nuevo. Mientras no cristalice seguiremos dando tumbos y tropezando.

Un espíritu nuevo, la renovación del Espíritu es un don del mismo Espíritu y urge prepararse para recibirlo, y cada uno sabe que hay que nacer de nuevo, convertirse.

Salmo responsorial: 109



REFLEXIÓN

haré de tus enemigos / estrado de tus pies

Por ser rey de paz, Melquisedec también prefigura una modalidad de lucha y combate: el perdón. El perdón hace la paz.

Nuestra tendencia a la minusvaloración de otros, bebida en la infancia, y ejercida, como un torrente que arrastra con ímpetu los buenos deseos y la buena fe, sólo puede ser remontada por una cultura de paz, en base al perdón.

el poder de tu cetro: / somete en la batalla a tus enemigos

No se entiende igual, si el poder y sometimientos es en base al perdón y la reconstrucción pacífica de la red social.

"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, / entre esplendores sagrados; / yo mismo te engendré, como rocío, / antes de la aurora."

Este versículo es de gran belleza literaria y plástica. Está al servicio del mensaje.

Y nosotros solemos quedarnos con el medio para hacerlo fin: la belleza en sí, sin importar a que fin sirva.

 "Tú eres sacerdote eterno, / según el rito de Melquisedec."

Jesús, y nosotros con él, pertenecemos a ese rito en la medida que lo vivamos en una vida que se gasta en justicia y paz.

Marcos 3,1-6



REFLEXIÓN

Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.

La transgresión material del sábado por parte de Jesús es lo que obsesiona a sus adversarios. La escala de valores y sus prioridades no son las mismas para Jesús y sus enemigos. Es comprensible que en un sistema teocrático, con un templo magnífico como insignia de santidad y progreso material, ubique la tradición del sábado, transmitida durante cientos de años, como una piedra miliar.

La dedicación de este tiempo al Señor invisible preservó a Israel en el exilio. Es como si a los cristianos nos ofendieran en el rito sacramental del bautismo o la eucaristía.

Pero cuando estos medios se hacen fines y se olvida para quién y para qué están destinados, se trastocan los valores.

Jesús de Nazaret significa el rescate del ser humano desde su pobreza, en toda su riqueza semántica, para ponerlo como fin de los desvelos salvíficos del reino del Padre.

Jesús es el mediador en su carne de esta reestructuración.

"Levántate y ponte ahí en medio"

Jesús muestra así que el ser humano, pobre y pecador en cuanto la justificación, es el centro del Designio.

 

¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?

Una pregunta crucial que ataca la yugular de la hipocresía religiosa y moral. En muchas formas se repite en la historia inquietando el conformismo del establishment.

Solo que los inquietos de un momento son establishment más adelante y se endurecen, nos endurecemos, en nuestros supuestos logros.

Es un círculo fatídico de derrota para la humanidad? Más bien es la falla de la autocrítica: el reconocimiento oportuno que el espíritu se va convirtiendo en ley, el sábado va impidiendo curar al necesitado.

Es una cuestión fundamental. Es la base de la ética. Qué es lo permitido en un contexto de prohibición. La cultura judía contemporánea a Jesús hace del sábado-tiempo y lugar, un tabú. Jesús deshace el tabú.

Y corre el acento a lado humano en su vida y calidad de vida.

dolido de su obstinación

Es la subjetivación de Jesús frente al endurecimiento.

los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él

El establishemt fariseo y el herodiano se odiaban entre sí y se descalificaban. Pero a la hora de un enemigo común se alían. Nada nuevo.

Desde temprano la seguridad de Jesús estuvo en riesgo. Su mensaje concitaba fuerzas que aunque enemigas entre sí, se aliaban para derrotar un enemigo mayor de su establecimiento.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1615672449344978944?s=20&t=-1rJQ8z9hH_6xn0utRiRRA