La Conversión de san Pablo
Hechos 22,3-16
REFLEXIÓN
perseguí a muerte este
nuevo camino
Pablo
fue público y notorio perseguidor motivado por el celo fundamentado en su
formación y opción farisea.
"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo
pregunté: "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues."
Jesús sale
a responder por sus seguidores, aunque no lo sepan. Y aunque no lo profesen,
sale a responder por los perseguidos. Aunque no estén enterados de su causa. Se
da en él un testimonio de un Padre amoroso y protector que mira por los
vulnerables.
Éstos son
muchos: todos los que pueden ser abusados y se encuentran impotentes para
establecer y hacer respetar su derecho.
Son tantos
que nos fatigamos e irritamos de tantos que aparecen. Esta parece una época
así: los demandantes salen de todas partes y se manifiestan por todos lados, y
el sistema no alcanza a dar respuesta.
Un
encuentro cambia su rumbo y proyecto de vida a favor de la sinagoga.
Experimenta
a Jesús de Nazaret vivo, que se solidariza, hace suya la suerte de los
perseguidos, tal como se le atribuye en dichos de los evangelios.
Yo pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?"
No se
trata de un relato de un equizofrénico sino uno de misión: qué debo hacer.
Un
relato que refiere a un sentido de responsabilidad.
Es un
relato ético: pone a Pablo en la senda de resarcir el daño que ha producido en
muchos con su persecución.
Pablo ha
respondido a la gracia que lo confronta y le pido cambio.
La
naturaleza del encuentro gratuito con Jesús lo hace disponible. Cambia el
objeto de su celo, se ofrece en una oportunidad única a la misión a la que lo
llama la voz.
La
disposiciòn que experimenta en este encuentro es abierta, para que el Señor
Jesús disponga en adelante.
No pone
ni reparo ni condición. Se deja llevar.Es la vivencia de la libertad sin
barreras que infunde el Espíritu.
Un
instante del tiempo-espacio en el que se respira a pleno pulmón.
Levántate, sigue hasta
Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer."
Que
vuelva al tejido social pero con otro signo, a la comunidad.
"El Dios de nuestros padres te ha elegido para que
conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a
ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no
pierdas tiempo; levántate, recibe el
bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."
Hemos
recibido el bautismo. Una sola vez. Único como la entrega de Jesús. Definitivo
como su muerte y resurrección.
Sin
embargo, se vive en la existencia con poco impacto. En parte porque no se
vivencia lo suficiente. Su significado se pierde en la corta edad que se
recibe, en el rito humano que ahoga el teológico.
Sólo la
intervención de la comunidad irá haciendo posible su crecimiento y maduración
hasta convertirnos en testigos de cierto peso y con la responsabilidad de una
misión.
La Palabra nos invita a un reconocimiento a la gracia del Señor, que
transforma el corazón humano y que elige una persona para una misión por el
reino.
Nos pone el testimonio de Pablo perseguidor y apóstol, como un signo de
su poder de conversión.
No obstante la conversión de Pablo no se reduce a un momento de
encuentro, dramáticamente narrado, sino a todo un proceso en el que admite ser
enseñado y se dispone a aprender nuevamente, aunque era alguien suficientemente
capacitado en las escrituras del judaísmo.
Pablo vuelve a leer las mismas con una nueva clave:Jesús nazareno, el
Justo. Pues así se le conoció en un principio, antes de la elaboración
cristológica.
Cambio de clave, aprendizaje para el uso de la clave. Este es el proceso
de conversión al que la gracia y misericordia del Señor nos llama
constantemente. Nuestra existencia completa es una carrera hacia ese objetivo: apropiarnos
de la clave.
Según esto podemos contemplar el universo y la realidad toda de nuestro
entorno, en la red de relaciones que vivimos insertos, a una luz nueva: la del
reino.
Pablo
vive en carne propia lo que Jesús dijo a Nicodemo y él no entendía: para entrar
en el Reino hay que nacer de nuevo.
Sólo una
comunidad eclesial que trabaja por el Reino podía acoger al neonato en su
fragilidad y vulnerabilidad, para iniciar el proceso de su reconstrucciòn en
Jesús.
Se puede
decir que la conversión de Pablo es el equivalente moderno de una refundación,
de una reingienería.
Un punto
de la existencia de una persona, comunidad u organización en que todo se
re-define y re-estructura para lograr mejor sus objetivos antiguos y nuevos.
Un hecho
así nos habla de la maravilla del Espíritu creador del Señor que hace todas las
cosas nuevas, para que brote agua del desierto. Y consecuentemente de la
potencialidad del humano hombre y mujer creado por el Señor, para redimirse,
recrearse, regenerarse.
Si el Señor
así se comporta con sus hijos, quiénes somos nosotros para negar esa
posibilidad a otros?
Salmo responsorial: 116
REFLEXIÓN
Alabad al Señor
Su obra incesante merece nuestra alabanza y acción de gracias, por la
conversión a las que muchos van siendo llamados para contribuir a la
edificación del reino.
Vemos cómo se suceden reuniones y más reuniones afanosas por encontrar
soluciones a los males económicos, sociales y culturales de las sociedades en
nuestro tiempo.
Alabemos la intervención que en ellas produce el Señor para la
conversión de muchos a su propia transformación y la de sus pueblos hacia
caminos más acordes con el reino de los cielos, el reino de Dios, el reino del
mundo nuevo.
su fidelidad dura por siempre
Él no
defrauda y sigue interviniendo en la historia.
Pablo
siempre debió pensar desde su conversión: si alguien es fiel, ése es el Señor,
que sigue llamando y enviando.
Marcos 16,15-18
REFLEXIÓN
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
"Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que
crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los
que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre,
hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno
mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán
sanos."
Se discute si estos versículos pertenecen al evangelio original, porque
no aparecen en algunos manuscritos.
Sin embargo el mensaje concuerda con otros evangelios. Se trata de una
misión universal que se encomienda a los discípulos y en ellos nos entendemos
incluídos nosotros.
La misión por el reino es nuestra misión y el proceso de conversión
permanente es su condición básica.
Nuestra fe apostólica, porque la recibimos de apóstoles y las
comunicamos como apóstoles, imprime una dinámica existencial en nuestras vidas
mediante la cual nos vamos apropiando de la clave: Jesús Nazareno, el Justo.
Y así como en el caminar del peregrino las sinuosidades del camino le
permiten avisorar por momentos las cumbres más allá, y luego se le ocultan, así
nuestro caminar apostólico, como proceso de fe y apropiación, nos ofrece los
momentos refrescantes de contemplación del fin y cómo va tomando forma. Aunque
en otros momentos se nos oculte.
Pero
entonces tenemos la conciencia que ahí no termina todo, gracias a la clave que
portamos.
No será
condenado desde fuera, como una sentencia judicial. Sino que se labrará su
propia , vivencial y existencial condenación, hasta que se vuelva, porque la
conversión es una opción abierta y permanente por parte del Señor para toda
conciencia.
No hay
prodigio que rectamente entendido según el contexto y el testimonio, no podamos
ofrecer para fortalecer el anuncio del evangelio y su recepción para la
conversión.
Lo que
se dice a los Once lo podemos también asumir nosotros como mandato de nuestra
fe, porque en ella vivimos una buena nueva que pugna por ser comunicada a
otros.
En esta
comunicación se dan los signos que acreditan el mensaje como buena nueva:
curaciones, exorcismos, protección contra riesgos y peligros.
Estos
signos pueden ser identificados en nuestra vida cotidiana de hoy, si nos
detenemos y observamos con fe.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1618215206823550978?s=20&t=p9qLUhxJ_iLJkWILHbB6HQ