miércoles, 26 de abril de 2023

PALABRA COMENTADA

 Miércoles 3 de Pascua

Hechos 8,1b-8



REFLEXIÓN

Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría

La pregunta que surge sobre la presencia o no de los judeocristianos en la destrucción de Jerusalén del año 70 d.C., puede tener aquí cierta respuesta: la mayoría de los cristianos habían sido perseguidos por la Sinagoga desde la muerte de Jesús, antes de ese aplastamiento por parte de Roma.

La persecución instó a la comunidad cristiana a buscar refugio en otra parte para seguir viviendo y proclamando el evangelio. El Señor abrió nuevos horizontes a sus elegidos.

Así para el creyente la persecución puede ser una forma de manifestar la voluntad de cambio de rumbo para la comunidad.

Una voluntad que interviene en medio de las causalidades y contingencias del mundo.

Hoy siguen habiendo persecuciones, incluso mediáticas, las cuales asumidas con fe y humildad nos iluminan y revelan otras oportunidades para el crecimiento del Reino.

Por más que haga, y lo vemos en la historia, el anti-reino no hace sino dar oportunidades para que el evangelio sea anunciado.

Saulo se ensañaba con la Iglesia; penetraba en las casas y arrastraba a la cárcel a hombres y mujeres

Gente bien intencionada puede verse arrastrada por sus prejuicios y apasionamientos a cometer atropellos contra inocentes, sin la posibilidad de una investigación ecuánime o un juicio justo.

En momentos de gran carga emotiva negativa, permanecer como una voz sensata y ecuánime es como una candidatura al martirio. Y no todos son íntegros y valientes.

Pero incluso grandes perseguidores y maltratadores de la comunidad de hermanos cristianos, pueden ser tocados por el Espíritu del Señor.

Así cobra importancia la oración que la comunidad realiza por su perseguidores, no para que los elimine, sino para que alcancen la verdad salvífica y se conviertan.

los prófugos iban difundiendo el Evangelio

Porque la buena nueva es la pasión que mueve y aporta bienestar a la propia existencia, y cómo no comunicar lo que nos hace tanto bien?

Cuando experimentamos la alegría y el gozo no la podemos reprimir sino que nos urge compartirla.

Pero los caminos de la evangelización son misteriosos y se tejen con sangre y dolor, camino a la cruz, como el propio maestro y siervo Jesús.

La eficacia del evangelio tiene un camino trazado por el designio: que la semilla caiga en tierra y muera para renacer y dar fruto.

Ese es el sentido de la Pascua que los creyentes de Jesús de Nazareth crucificado y resucitado celebramos y compartimos en esta temporada.

de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban

Primero Esteban y luego Felipe, se van sucediendo quienes muestran el reino y su dinámica de salvación en medio de todos, como un testimonio del acompañamiento permanente del Señor Resucitado.

Salmo responsorial: 65



REFLEXIÓN

Decid a Dios: "¡Qué terribles son tus obras!"

En esas obras no podemos sino reconocer el paso del Señor, porque nos dejan abismados.

La fe viva en contacto con la vida corriente permite la visión de la intervención del Señor Jesús, llevando adelante el designio del Padre.

Desde esa visión realidades comunes cobran una perspectiva terrible en el sentido de asombrosas que inducen a reverencia, a reconocimiento de la presencia misteriosa del Señor.

Esta visión brota como una lógica novedosa, que se aparta del común, sin necesariamente declarse absurda.

Transformó el mar en tierra firme

Es el paradigma, el concepto primario y elemental que abrió nuestra mente a construir nuevos significados congruentes con la experiencia básica de salvación y a culminar la misma en la gesta de Jesús de Nazareth.

Juan 6,35-40



REFLEXIÓN

me habéis visto y no creéis

Porque no se trata de ver para creer. Se trata de ver y creer. Ver y creer más allá de lo que se ve. Saltar de lo visto a lo creído. La fe no se encadena servilmete a lo visto, sino que toma pie para su propia visión desde la visto. Ese tránsito, como el de la resurrección de la muerte, es posible con la asistencia del Espíritu.

La pastoral comete frecuentemente el error de la suposición forzada. Porque somos bautizados, porque estamos en mayoría de cristianos, porque culturalmente recibimos información y formación que nos ha enseñado a ver en cierta forma, asumimos específicamente la visión de fe. Sin respetar la exigencia de un compromiso de fe libre, específico, actual en presencia de la realidad vista. Porque para muchos esa realidad vista y creer no actúa como una ecuación. Es más, no debe actuar como tal.

Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio,

sino que lo resucite en el último día.

El último día, en lenguaje profético es cuando el Señor ejerza su juicio, y este puede ser en cualquier momento.

En lenguaje apocalíptico es cuando Él cierre la historia y haga un juicio final.

Pero Jesús nos ha revelado la consigna para ese juicio: que no se pierda nada.

No debemos ni podemos esperar el juicio de Dios como quien puede perderse, sino que todo seremos ganadores.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1651178865757224963?s=20

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Hechos 8,1b-8

La iglesia sufrió, sufre y sufrirá persecución: allanamientos, encarcelamientos abusivos, negación de derechos individuales y colectivos…Para intimidar, aterrorizar, acallar. En muchos logran este objetivo. En algunos no porque endurecen el rostro y persisten, para Gloria de Dios, que brilla en la debilidad y protege la vulnerabilidad. Trago amargo abierto a pasarlo con amor de oblació.

Salmo responsorial: 65

Las terribles y temibles obras del Misterio absoluto de Dios, como fuego que no se extingue, guarda la ecuación de Epifanía en la víctima, individual y colectiva. De contemplar este sentido brotará alabanza y gozo por su presencia viva.

Juan 6,35-40

Nos resucitará en nuestro último día, que es cuando Él interviene. Si como dispone El Padre vamos a Jesús y creemos en Jesús, quien sirve el agrado de Dios cuidando esos creyentes para siempre. Jesús es dócil a esa voluntad del Padre de que nadie se pierda.

 

BEATO CARLO



 De la Apología primera de san Justino, mártir, en favor de los cristianos
(Cap. 61: PG 6, 419-422)
 
EL BAÑO DE REGENERACIÓN

 

Vamos ahora a explicar cómo nos consagramos a Dios los renovados por Cristo.

A todos los que han aceptado como verdadero lo que les hemos enseñado y explicado, y se han comprometido a vivir según estas enseñanzas, se los exhorta a que pidan perdón a Dios de los pecados cometidos, con oraciones y ayunos, y nosotros nos unimos también a sus oraciones y ayunos.

 Después los conducimos hasta el lugar donde se halla el agua bautismal, y allí son regenerados del mismo modo que lo fuimos nosotros, es decir, recibiendo el baño de agua en el nombre del Padre, Dios y Señor de todos, y de nuestro salvador Jesucristo y del Espíritu Santo.

 Jesucristo dijo, en efecto: El que no nace de nuevo no podrá entrar en el reino de los cielos. Y para todos es evidente que no es posible que, una vez nacidos, volvamos a entrar en el seno materno.

 También el profeta Isaías nos enseña de qué manera apartan de sí el pecado los que han faltado y se arrepienten. He aquí sus palabras: Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana. Pero, si no sabéis obedecer, la espada os comerá. -Lo ha dicho el Señor-.

 Los apóstoles nos explican la razón de todo esto. En nuestra primera generación, fuimos engendrados de un modo inconsciente por nuestra parte y por una ley natural y necesaria, por la acción del germen paterno en la unión de nuestros padres, y sufrimos la influencia de costumbres malas y de una instrucción desviada. Mas, para que tengamos también un nacimiento, no ya fruto de la necesidad natural e inconsciente, sino de nuestra libre y consciente elección, y consigamos por el agua el perdón de los pecados anteriormente cometidos, se pronuncia sobre aquel que quiere ser regenerado y está arrepentido de sus pecados el nombre del Padre, Señor y Dios de todos; y éste es el único nombre que aplicamos a Dios, al llevar a la piscina bautismal al que va a ser bautizado.

 Nadie hay, en efecto, que pueda llamar por su nombre propio al Dios inefable, y, si alguien se atreviese a decir que puede ser capaz de ello, daría pruebas de una locura sin remedio.

 Este baño se llama iluminación, porque son iluminadas las mentes de los que aprenden estas cosas. Pero, además, el que es iluminado es también lavado en el nombre de Jesucristo (que fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato), y en el nombre del Espíritu Santo, que anunció de antemano, por boca de los profetas, todo lo referente a Jesús