lunes, 22 de mayo de 2023

PALABRA COMENTADA

 Lunes 7 de Pascua

Hechos 19,1-8



REFLEXIÓN

"¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?" Contestaron: "Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo."

Los relatos marcan la diferencia. Uno es el bautismo de Juan, por agua solo. Otro el bautismo del Espíritu, en el cual no siempre se menciona el agua.

La recién estrenada comunidad de Jesús glorificado, ostentaba fuertemente el énfasis del Espíritu Santo como su distintivo.

Era una forma precisa de proclamar la novedad que se estaba viviendo y cómo asumían la realización de la promesa de Yavé a Israel, desde Abraham.

Las iglesias de corte cristiano, incluyendo la cátolica romana latina y oriental, ubican en lugar de honor la vigencia del Espíritu Santo, como el que rige la vida en el espíritu de los creyentes.

Se dan de tiempo en tiempo avivamientos de fe que se atribuyen al Espíritu Santo, durante los cuales toda la praxis creyente se llena de energía y entusiasmo, mediante los dones atribuídos al Señor.

Sin embargo, como en todo lo que los humanos emprendemos, muchas de estas prácticas saben a magia, porque se pretende lograr la ostentación de la posesión del Espíritu Santo a base de clamores, devociones, exorcismos, ritos de sanación, tal como se podría dar en una feria supersticiosa.

Porque la vivencia del Espíritu más bien se manifiesta en la discreta caridad. En el amor discernido.

Cuando Ignacio de Loyola elaboró las constituciones de su mínima Compañía de Jesús, fue de lleno al núcleo de la vida cristiana.

Ninguna ley ni constitución escrita se sostiene sin la interna ley del amor, que escribe el Espíritu Santo en los corazones de hombres y mujeres de este mundo.

Se trata de un don del Señor, no de un cerco que impongamos. Se trata de su amor increado y gratuito, no de un objeto de magia.

"El bautismo de Juan era signo de conversión, y él decía al pueblo que creyesen en el que iba a venir después, es decir, en Jesús."

Estos dos bautismos permanecen en vigencia, como enfoques de la fe en Jesús de Nazareth.

El de Juan, que es conversión se queda a las puertas del reino.

El del Espíritu hace el reino por medio del ágape y la fraternidad.

Ubi charitas et amor, ibi Deus est.

Donde hay caridad y amor, allí está Dios.

se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar

Eran gestos y señales atribuídos al Espíritu santo y su posesión.

Hoy también son apetecidas estas señales. Incluso timbre de orgullo para quienes las manifiestan.

Hemos de recordar que en el pasado según las Escrituras hubieron falsos de todo: Profetas, sacerdotes, reyes y pueblo.

Y distinguir los falsos de los auténticos era un trabajo de discernimiento y tiempo.

Hablar en lenguas se considera una manifestación de la presencia del Espíritu Santo. Es algo muy apetecido, como don, por grupos pentecostalistas. No parece significar gran cosa para quienes no pertenecen a eso. Es que tiene una versión actual?

Parece estar asociado a un hablar inspirado por Dios que todos entienden en su propia lengua. Una unificación operada por el Espíritu de Dios que supera la división de la torre de Babel.

Es un carisma para la construcción de un cuerpo desde la diversidad de naciones y mentalidades. Un mensaje oportuno siempre para hacer frente a nuestros conflictos, discordias, guerras y venganzas.

Salmo responsorial: 67



REFLEXIÓN

Padre de huérfanos, protector de viudas,

Dios prepara casa a los desvalidos

La preparación es en el tiempo del Señor, en la eternidad, en el eón futuro y trascendente.

Traducirlo a nuestro cronograma nos acarrea tensión por la espera. La fortaleza de la esperanza es un requisito indispensable.

Y la esperanza para fortalecerse necesita nutrirse. Lo hace con los gestos y signos que aportan calidad de vida al desvalido.

Un asilo puede representar- como símbolo -la casa del Padre, porque allí encuentran cobijo los desventurados que no tienen quién los provea.

Juan 16,29-33



REFLEXIÓN

no usas comparaciones

Solo podemos echar mano de las comparaciones por ser criaturas cuyo lenguaje es la creación. Aun el maestro Jesús así lo practicó.

Si lo aceptamos a él como revelador del Padre, pero utiliza comparaciones, quiénes somos para menospreciarlas?

Las comparaciones abren un resquicio, un umbral mínimo por donde se cuela la luz de la vida eterna.

Por eso los discípulos en los momentos del encuentro con Jesús viviente apreciaron que se estaba dando un más allá de las comparaciones. Habitaron por un tiempo incontable la luz de la vida que no se apaga, ni termina.

"¿Ahora creéis?

os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo

Pero curiosamente la vivencia transitoria del eón definitivo no es garantía de congruencia de fe. Puedo subir hasta el séptimo cielo y proceder contra la fraternidad del ágape.

Por eso nuestra fe no brilla por la pirotecnia que las señales atribuídas al Espíritu Santo ofrecen, sino por las obras.

no estoy solo, porque está conmigo el Padre

Jesús es el hombre nuevo, el hombre sano. Todo lo contrario del hombre enfermo aun mentalmente, por el conflicto con la imagen del Padre.

Porque el Padre para los hombres y mujeres es el compendio de los padres y cualquier figura que ejerza un rol parental.

Cuando se profundiza en el malestar mental de nuestro tiempo, que tanto afecta las buenas y maduras decisiones, aparece el conflicto no resuelto con el Padre y Madre.

Por eso los creyentes que comparten el ágape en fraternidad, van restaurando la imagen parental y rehabilitantdo su sana vigencia.

En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo

Si este acaecer que me conflictúa es parte de vivir el evangelio, las aflicciones son manifestaciones del paso del Señor Jesús.

Pero aún en eso no hay seguridad, porque el propio amor, querer e interés del ego se mantiene imbricado y resta todavía por purificar.

Tener valor es necesario para subsistir en esta purificación y deconstrucción de mi hombre viejo.

La paz con lucha, la gloria con cáliz. Esto se nos promete. Pero no estamos solos sino fortalecidos por el Espíritu.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1660609434740031489?s=20

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Hechos 19,1-8

La fraternidad conremporánea con los miembros de la sinagoga es una benéfica sinergia que enriquece a los gentiles, pero tiene un límite: la confesión de Jesús como el Mesías que había de venir, proclamado como Hijo de Dios igual a Dios por los gentiles. Estamos ante un problema o desafío para la unidad que se nos presenta complejo por los ethos en relación: judaísmo y cristianismo. Ambos credos de fe con posibilidades de ideologías dominantes.

Salmo responsorial: 67

Mientras los guerreristas disputan la supremacía del poder, en todo tiempo y lugar, aun los santos, las víctimas se multiplican como legión de damnificados, condenados a una vida sin calidad, y un futuro que imprime miedo y angustia.

No es sólo alabar y rogar por la Paz, sino también cooperar con ella en todo tiempo y lugar, aun los santos.

Juan 16,29-33

La ironía joanea se manifiesta en el contraste de las afirmaciones de los apóstoles y de Jesús. Es la técnica dialéctica por excelencia de este autor, por la cual verifica que la profundidad del mensaje , no está en sólo entender, ni en comunicar perfecto. Nos ayuda en nuestro servicio a la Palabra eterna, saber que Jesús se sabe solo en la correcta comprensión, y a los que le siguen no se les depara algo distinto.

 

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


San Cirilo de Jerusalén Catequesis sobre el Espíritu Santo 16 1,11-12,16

El agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. Una nueva clase de agua que corre y salta; pero que salta en los que son dignos de ella. ¿Por qué motivo se sirvió del término agua, para denominar la gracia del Espíritu? Pues, porque el agua lo sostiene todo; porque es imprescindible para la hierba y los animales; porque el agua de la lluvia desciende del cielo, y además, porque desciende siempre de la misma forma y, sin embargo, produce efectos diferentes: Unos en las palmeras, otros en las vides, todo en todas las cosas. De por sí el agua no tiene más que un único modo de ser; por eso, la lluvia no transforma su naturaleza propia para descender en modos distintos, sino que se acomoda a las exigencias de los seres que la reciben y da a cada cosa lo que le corresponde. De la misma manera, también el Espíritu Santo, aunque es único, y con un solo modo de ser, e indivisible, reparte a cada uno la gracia según quiere. Y así como un tronco seco que recibe agua germina, del mismo modo el alma pecadora que, por la penitencia, se hace digna del Espíritu Santo, produce frutos de santidad. Y aunque no tenga más que un solo e idéntico modo de ser, el Espíritu, bajo el impulso de Dios y en nombre de Cristo, produce múltiples efectos. Se sirve de la lengua de unos para el carisma de la sabiduría; ilustra la mente de otros con el don de la profecía; a éste le concede poder para expulsar los demonios; a aquél le otorga el don de interpretar las divinas Escrituras. Fortalece, en unos, la templanza; en otros, la misericordia; a éste enseña a practicar el ayuno y la vida ascética; a aquél, a dominar las pasiones; al otro, le prepara para el martirio. El Espíritu se manifiesta, pues, distinto en cada uno, pero nunca distinto de sí mismo, según está escrito: En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

REFLEXIÓN

El Espíritu Santo, como el agua que sirve de metáfora, es una realidad espiritual increada y potenciadora de múltiples efectos benefactores, que a su vez están enderezados a un bien común y no para una ganancia privada. Es el Don del común, para la comunidad. Una comunidad abierta, sin fronteras ni restricciones, con la aptitud de recibirle. Hoy el agua sirve a la vez de profecía porque es limpia como figura el beneficio común, es disponible para todos como ayuda a entender la vida para todos y todas. Ni contaminada, ni privatizada.

 Llega mansa y suavemente, se le experimenta como finísima fragancia, su yugo no puede ser más ligero. Fulgurantes rayos de luz y de conocimiento anuncian su venida. Se acerca con los sentimientos entrañables de un auténtico protector: pues viene a salvar, a sanar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar el alma primero, de quien le recibe; luego mediante éste, las de los demás. Y, así como quien antes se movía en tinieblas, al contemplar y recibir la luz del sol en sus ojos corporales, es capaz de ver claramente lo que poco antes no podía ver, de este modo, el que se ha hecho digno del don del Espíritu Santo, es iluminado en su alma y, elevado sobrenaturalmente, llega a percibir lo que antes ignoraba.

REFLEXIÓN

El agua que lava, y quita las suciedades de los ojos, permite ver mejor. El don del Espíritu Santo dota de una visión nueva y renovada de la realidad verdadera.