domingo, 9 de julio de 2023

PALABRA COMENTADA

 

14º domingo de tiempo ordinario

Zacarías 9,9-10



REFLEXIÓN

justo y victorioso

Se trata de una pareja de conceptos difíciles de lograr al unísono. Quien alcance la victoria podrá ser justo con los victoriosos, pero los vencidos sufrirán injusticia. Lo que es bueno para unos en la contienda, es malo para otros. De manera que la palabra del Señor habla de realidades entre nosotros enfrentadas, pero posibles en el hoy mesiánico. Es decir, un bien, una victoria que deje justicia para todos, vencedores y vencidos sólo es posible para el Mesías.

modesto y cabalgando en un asno

Son los signos de un nuevo género de guerra, sin prepotencia ni avasallamiento, pero que igual derrota la violencia, y la dominación por violencia. Un cambio drástico en el cambio y su gestión.

Salmo responsorial: 144



REFLEXIÓN

el Señor es bueno con todos

Un género de bondad que no tiene sombra, ni ocultamiento. Unos y otros pueden sentir su efecto. Sólo el Señor es bueno para todos, porque nuestra experiencia es siempre la de una bondad parcial y relativa. Ni total, ni perenne, ni absoluta.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor

Como lo hizo el Señor Jesús, quien nos enseñó a hacerlo.

El Señor sostiene a los que van a caer, / endereza a los que ya se doblan.

Siempre es posible un poco más, un magis. Es la porción del Señor, su empuje, su don.

Romanos 8,9.11-13



REFLEXIÓN

no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros

vivificará también vuestros cuerpos mortales

si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.

Comenzando por las que enfocan los mandamientos de Dios: idolatría, ingratitud con nuestros mayores, crimen y violencia, desenfreno sexual, codicia y ambición desmedida, mentira y calumnia, usurpar los bienes y relaciones de otros. Es decir, todo lo que convierte una sociedad de unión fraterna en división fratricida.

Mateo 11,25-30



REFLEXIÓN

nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar

Insight, encontrar, revelar, discernir aprender?

Aprender cómo va siendo Dios, El Padre, el Hijo, Jesús.

Nepioi: ignorantes, ingenuos, cándidos, desprejuiciados

A medida que nos hacemos adultos y maduramos, nos llenamos de pre-juicios que impiden un conocimiento revelador.

Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera

Es inevitable llevar un yugo, en cualquier escenario humano y natural, si por yugo entendemos una condición de subordinació o sometimiento. Pero mi yugo, el yugo de Jesús es descansado si logramos hacer el aprendizaje de una actitud fundamental: ser mansos y humildes. Se trata de una bienaventuranza porque transforma el yugo en llevadero y ligero.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1678001743714451459?s=20

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Zacarías 9,9-10

La paradoja de la victoria del desarme, como estrategia de guerra, es celebrada con alegría. En sintonía con lo más relevante y sobresaliente de la historia salvífica, que glorifica el sacrificio voluntaria de la persona como estrategia de fraternidad, de comunidad de servicio mutuo.

Salmo responsorial: 144

Es importante proclamar la buena noticia del reinado victorioso de un Señor bueno con todos. Paz total.

Romanos 8,9.11-13

Vivir bajo la influencia del Espíritu del Resucitado es gracia, don, no esfuerzo voluntarista o prometeico. Se teje en congruencia integral con la economía de la salvación, que implica etapas, ciclos, fe.

Mateo 11,25-30

El contenido de la Revelación es menos intelectual que compartido relacionalmente. El yugo de Jesús es compartido con el discípulo. Nada se pide que no haya hecho primero, o conjuntamente.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 



Domingo, XIV
San Agustín Sermón 19,2-3 Yo reconozco mi culpa, dice el salmista.

Si yo la reconozco, dígnate tú perdonarla. No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas. Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan lo que hay que corregir, sino en qué pueden morder. Y, al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás. No es así cómo nos enseña el salmo a orar y dar a Dios satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón. ¿Quieres aplacar a Dios? Conoce lo que has de hacer contigo mismo para que Dios te sea propicio.

REFLEXIÓN

No se avanza mucho en el mutuo entendimiento de personas , grupos o pueblos por esta falla congénita de ausencia de reconocimiento de la propia culpa, la autocrítica. Que también puede ser simulada y manipulada, pero así cualquier cosa. Sin este honesto reconocimiento, no hay forma de apaciguarnos, e iniciar la conversión de unos con otros.

Atiende a lo que dice el mismo salmo: Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Por tanto, ¿es que has de prescindir del sacrificio? ¿Significa esto que podrás aplacar a Dios sin ninguna oblación? ¿Que dice el salmo? Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Pero continúa y verás que dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Dios rechaza los antiguos sacrificios, pero te enseña qué es lo que has de ofrecer. Nuestros padres ofrecían víctimas de sus rebaños, y éste era su sacrificio. Los sacrificios no te satisfacen, pero quieres otra clase de sacrificios. Si te ofreciera un holocausto –dice–, no lo querrías. Si no quieres, pues, holocaustos, ¿vas a quedar sin sacrificios? De ningún modo. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Éste es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar.

REFLEXIÓN

El sacrificio del corazón quebrantado, no lleva a la desaparición sino a la vida. Es morir para vivir, en un sentido más profundo y amistoso con Dios. Porque compartimos como Dios su aversión por el daño.

Y no temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro hay que quebrantar antes el impuro. Sintamos disgusto de nosotros mismos cuando pecamos, ya que el pecado disgusta a Dios. Y, ya que no estamos libres de pecado, por lo menos asemejémonos a Dios en nuestro disgusto por lo que a él le disgusta. Así tu voluntad coincide en algo con la de Dios, en cuanto que te disgusta lo mismo que odia tu Hacedor.