lunes, 21 de agosto de 2023

PALABRA COMENTADA

 

LUNES 20 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Jueces 2,11-19



REFLEXIÓN

los israelitas hicieron lo que el Señor reprueba, dieron culto a los ídolos; abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los había sacado de Egipto, y se fueron tras otros dioses, dioses de las naciones vecinas, y los adoraron, irritando al Señor

El enojo de los dioses, su celo y envidia de los seres humanos es un tema dentro de las mitologías de los pueblos, en sus culturas.

También aparece en la Palabra y expresa la oposición del Señor al alejamiento de su Pueblo, a quién ha favorecido con su intervención.

El profeta pone el tono afectivo de irritación, como una emoción humana al servicio del Misterio del Dios Trascendente, para darnos una clave lingüística en nuestro hablar y para nuestra comprensión.

Ídolo es en este contexto el equivalente de divinidades de otra invención humana, incluso alegando revelaciones especiales, y cuyo efecto es, por lo menos, el enfriamiento con el Señor de la Palabra.

Para nuestra comprensión actual, ídolos serán aquellas realidades que tiene el mismo efecto: alejar de Dios, olvidar sus beneficios.

Abandonaron al Señor y dieron culto a Baal y Astarté

Divinidades cananeas vinculadas a la agricultura y el pastoreo, que deslumbraron a los recién llegados israelitas, porque tenían buena cosecha y una vida más cómoda en sus ciudades fortaleza.

Porque el ídolo atrae por el efecto socioeconómico que parece causar en el medio que se le adora.

Así nosotros adoramos el peso, el dólar o el euro por el efecto e impacto en el consumo y la vida material abundante.

En todo lo que emprendían, la mano del Señor se les ponía en contra, exactamente como él les había dicho y jurado, llegando así a una situación desesperada

No es del todo cierto que las cosas le salen mal a los que se desvían hacia los ídolos, ayer y hoy.

Es causa de envidia y amargura para los justos, lo bien que les va, sin tanta limitación y esfuerzo como parece exigir una vida según la Palabra.

Por eso quien es fiel y leal a la Palabra mediante su fe tiene la oportunidad de vivenciar un estilo de vida relativamente satisfactorio, aun en medio de la modestia material, y a pesar de la prepotencia de los idólatras.

Pero de tanto en tanto, en los sistemas idolátricos del pasado y del presente se dan crisis, ruinas, fracasos que dan a entender que no se puede confiar totalmente en la obra de las invenciones humanas y en las sociedades no solidarias.

Pero, en cuanto moría el juez, recaían y se portaban peor que sus padres, yendo tras otros dioses, rindiéndoles adoración; no se apartaban de sus maldades ni de su conducta obstinada.

Todo liderazgo es como un pedagogo que induce en el camino de la sabiduría, para lograr un comportamiento justo autónomo.

Pero si la buena conducta sólo depende de la presencia de una autoridad o líder, y en su ausencia nos alejamos del Señor, no lograremos esa feliz autonomía.

La finalidad de los ejercicios ignacianos, por su intensidad y extensión, en su versión original de treinta días, es la internalización de la Palabra para una autonomía según Dios, mediante la cual se logre un peregrinaje que evita la seducción de los ídolos. Una peregrinación con justicia de Dios, mediante la que se da al Señor lo que es de Dios.

Salmo responsorial: 105



REFLEXIÓN

emparentaron con los gentiles, / imitaron sus costumbres

En un mundo pluri cultural globalizado lo propio es la mezcla, el sincretismo. No se puede evitar, a menos que se aisle uno.

El desafío para el creyente de la Palabra y practicante de la justicia de Dios entraña la convivencia fraternal sin dejarse ganar por los ídolos de las diferentes culturas.

Para responder el desafío contamos con la sabiduría del Espíritu de la Palabra que nos inspira el discernimiento del verdadero bien para evitar encallar en el bien de tono menor.

Mateo 19,16-22



REFLEXIÓN

Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno

El esfuerzo son los mandamientos de la Ley de Dios, no los preceptos humanos.

La radicalidad de Jesús de Nazareth, Palabra encarnada, se muestra una vez más en esta contestación sobre lo bueno.

Nos confundimos con lo bueno, así les pasa a los idólatras o cuando idolizamos.

Por eso Jesús enfatiza que el verdadero bueno, es el Señor, Padre de todos.

Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?"

El primer tramo del peregrinaje es el cumplimiento de los mandamientos. No es poca cosa.

Si lo hacemos aprendemos el verdadero bien.

Si no, nos confundimos e idolizamos. Lo correcto que hagamos, no reemplaza la bondad del Padre. Él es el ético, nosotros nos esforzamos, nada más.

Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo

Desprendimiento y solidaridad en un seguimiento cercano a Jesús de Nazareth.

Dónde, cuándo y cómo se dará esto en nuestras vidas?

El siguiente paso es más radical, porque compromete el estilo de vida con la pobreza voluntaria, que es el entorno saludable para evitar las idolatrías.

Por eso nuestro tiempo yerra en sus programas políticos que prometen erradicar la pobreza. Lo que se debiera prometer es una dedicación a la pobreza voluntaria, que va de la mano con la solidaridad fraterna.

el joven se fue triste, porque era rico.

Si no configuramos nuestra existencia en el estilo de pobreza, no evitaremos los ídolos y la tristeza será nuestro alimento cotidiano.

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Jueces 2,11-19

Parece que nos aprendemos de memoria un esquema: Favores de Dios, apostasía posterior, arrepentimiento, y vuelta a empezar. Lo que nos vacuna y como las bacteias, el próximo paso se hace más fuerte. Como el evangelio que advierte que la casa limpia puede ser ocupada por demonios más numerosos y potentes.

Salmo responsorial: 105

Al menos en la evolución hacia la madurez sicológica, se admite la posibilidad de regresión. También por restos paleontológicos, se especula de productos de evolución, que en ciertas circunstancias adversas, no resultaron viables, y perecieron. El mundo y la realidad circundante nos aborta sentidos si queremos aprender, asimilar, progresar en conocimiento y sabiduría.

Mateo 19,16-22

Llegar hasta el final es el verdadero desafío. Nada está dicho, si todo no se ha dicho. Algo que nos trae al retortero cada vez, cada día, cada momento, en muchas formas, con muchos síntomas. Por qué me aflijo, por qué nos postramos y estamos tentados de tirar la toalla. Porque no hemos llegado hasta el fin y no sabemos, es la incetidumbre corrosiva, si llegaremos como es debido.

BEATO CARLO

 

De la Constitución apostólica Divino afflátu del papa san Pío décimo
(AAS 3 [1911], 633-635)


LA VOZ DE LA IGLESIA QUE RESUENA DULCEMENTE

Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por inspiración divina, cuya colección forma parte de las Sagradas Escrituras, ya desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la piedad de los fieles, que ofrecían continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre, y que además, por una costumbre heredada del antiguo Testamento, alcanzaron un lugar importante en la sagrada liturgia y en el Oficio divino. De ahí nació lo que san Basilio llama «la voz de la Iglesia», y la salmodia, calificada por nuestro antecesor Urbano octavo como «hija de la himnodia que se canta asiduamente ante el trono de Dios y del Cordero», y que, según el dicho de san Atanasio, enseña, sobre todo a las personas dedicadas al culto divino, «cómo hay que alabar a Dios y cuáles son las palabras más adecuadas» para ensalzarlo. Con relación a este tema, dice bellamente san Agustín: «Para que el hombre alabara dignamente a Dios, Dios se alabó a sí mismo; y, porque se dignó alabarse, por esto el hombre halló el modo de alabarlo.»

Los salmos tienen, además, una eficacia especial para suscitar en las almas el deseo de todas las virtudes. En efecto, «si bien es verdad que todas las partes de la Escritura, tanto del antiguo como del nuevo Testamento, están inspiradas por Dios y son útiles para instruir, según está escrito, sin embargo, el libro de los salmos, como el paraíso en el que se hallan (los frutos) de todos los demás (libros sagrados), prorrumpe en cánticos y, al salmodiar, pone de manifiesto sus propios frutos junto con aquellos otros.» Estas palabras son también de san Atanasio, quien añade asimismo: «A mi modo de ver, los salmos vienen a ser como un espejo, en el que quienes salmodian se contemplan a sí mismos y sus diversos sentimientos, y con esta sensación los recitan.» San Agustín dice en el libro de sus Confesiones: «¡Cuánto lloré con tus himnos y cánticos, conmovido intensamente por las voces de tu Iglesia que resonaba dulcemente! A medida que aquellas voces se infiltraban en mis oídos, la verdad se iba haciendo más clara en mi interior y me sentía inflamado en sentimientos de piedad, y corrían las lágrimas, que me hacían mucho bien.»

En efecto, ¿quién dejará de conmoverse ante aquellas frecuentes expresiones de los salmos en las que se ensalza de un modo tan elevado la inmensa majestad de Dios, su omnipotencia, su inefable justicia, su bondad o clemencia y todos sus demás infinitos atributos, dignos de alabanza? ¿En quién no encontrarán eco aquellos sentimientos de acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios, o aquellas humildes y confiadas súplicas por los que se espera recibir, o aquellos lamentos del alma que llora sus pecados?
¿Quién no se sentirá inflamado de amor al descubrir la imagen esbozada de Cristo redentor, de quien san Agustín «oía la voz en todos los salmos, ora salmodiando, ora gimiendo, ora alegre por la esperanza, ora suspirando por la realidad»?