domingo, 15 de octubre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

domingo 28 de tiempo ordinario

Isaías 25,6-10ª



REFLEXIÓN

Preparará(asa) para todos los pueblos, en este monte, un festín

Arrancará (bala)en este monte el velo

Aniquilará (bala) la muerte para siempre.

enjugará (maja)El Señor Dios las lágrimas de todos los rostros

alejará (yasir)el oprobio de su pueblo

Aquí está(jineh)nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara(yasha)


En la anticipación o avance de la consolación o salvación o ayuda, está el Señor en proceso de preparar un banquete, arrancar lo desconocido, aniquilar la muerte, secar las lagrimas alejar el daño.

Por eso debemos dar gracias y alabarlo. Porque ya viene, ya está viniendo, ya se acerca.

La fe como don opera en nosotros el cambio de dimensión, por el cual asumimos la visión del proceso de acercamiento del Señor y su consumación, en una actitud paciente y comprensiva del tiempo histórico que dura.

Jesús y los profetas “vieron” el día del Señor, cada día de sus existencias históricas. De esa visión extraían sus fuerzas, más que humanas, para comportarse como Palabra de Dios.

Salmo responsorial: 22



REFLEXIÓN

El Señor es mi pastor, nada me falta

Una experiencia de consumación va subiendo de lo profundo cuando nada, o cada vez menos algo, echamos de menos, y Él es cada vez más suficiente para nuestra plenitud.

Así como el año litúrgico en su secuencia de Palabra, alabanza y acción de gracias avanza hacia su fin, la existencia en su complejidad se va resumiendo y entregando en un acto total de confianza.

El tú del Señor en el nosotros de su Espíritu, gana espacio significativo y nos aporta un peso favorable.

Filipenses 4,12-14.19-20



REFLEXIÓN

Sé vivir en pobreza y abundancia

Todo lo puedo en aquel que me conforta.( Endinamo: empodera)

La anticipación de la ayuda del Señor es como una píldora de energía y poder, para proseguir y afrontar lo que vaya viniendo.

Fiarse es una empresa ardua que en sí misma lleva la indemnización, cuando nuestra debilidad es superada.

Mateo 22,1-14



REFLEXIÓN

habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo

Esta introducción responde más a una situación de la comunidad post-pascual dando a las palabras de Jesús recibidas un encuadre de solemnidad y trascendencia. La realidad debió ser más humilde en su origen.

Pero la comunidad empoderada las hizo resonar en toda coyuntura significativa, como efecto del acompañamiento del Espíritu de Jesús.

Los convidados no hicieron caso

Una invitación tan importante y prestigiosa difícilmente podría ser rechazada o ignorada. Era una ofensa inadmisible. Se cargan las tintas en un relato fantástico que da la clave de lo que a los ojos de la comunidad cristiana se juega en la aceptación de Jesús y su mensaje.

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad

Posible reminiscencia de la caída de Jerusalén por las tropas de Tito César, permite a la comunidad mateana reinterpretar un dicho del Señor

los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda

Se reitera invitación a otro tipo de invitados, quienes llenan el espacio del festín.

muchos son los llamados y pocos los escogidos

Pero aun con nuevos comensales la selección se mantiene. Hay que tener vestido de bodas, no es suficiente la invitación. No es automático sino que requiere un compromiso.

Quizá a la luz del mismo, nos gane la cobardía por nuestra debilidad, pero con todo y eso se nos da un empoderamiento desde el Espíritu de Jesús.

https://x.com/motivaciondehoy/status/1713522831206572469?s=20

COMPARTIR LA PALABRA

Isaías 25,6-10a

La ciudad de Paz, Jerusalén es un festin pero aún no está en plenitud. Llama al encuentro con Dios en su reinar de amor y justicia. Pero no todos son dignos todavía. Aunque se visiten los lugares santos, eso no es garantía de vivir la actitud correcta: fraternidad, perdón, amor al enemigo. Las piedras y la geográfía de los lugares santos pueden inspirar, pero sobretodo deben ayudar a la conversión al Reino y su Palabra.

Salmo responsorial: 22

El festín del Reino está cerca no lejos, y mientras llega el final, incluye enemigos, con los cuales he de convivir, lo que dará oportunidades de conversión, para lo cual debo estar disponible.

Filipenses 4,12-14.19-20

Aunque Pablo no se aferra a nada, porque se siente confortado por el Señor, agradece que la comunidad se solidarice con él. El Reino en acción es solidaridad, empatizar con la necesidad.

Mateo 22,1-14

El Reino de los cielos no está tan lejos que no se pueda aceptar su invitación, como sería la invitación a una comida importante. De tal modo que no acudir sería un infortunio, porque el que pierde es el que no acude. Pero acudir, aunque no sea tan bueno como persona, no es excusa de no tener el vestido apropiado. De tal modo que una cosa es estar invitado, vengas de donde vengas y otra no tener la condición adecuada. Y así serán muchos, todos, los que se llama e invitan. No todos se revestirán o convertirán como se debe. En todo se requiere un compromiso de corazón, sincero, honesto.


DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Cirilo de Alejandría Comentario sobre el libro del profeta Ageo 14

La venida de nuestro Salvador en el tiempo fue como la edificación de un templo sobremanera glorioso; este templo, si se compara con el antiguo, es tanto más excelente y preclaro cuanto el culto evangélico de Cristo aventaja al culto de la ley o cuanto la realidad sobrepasa a sus figuras. Con referencia a ello, creo que puede también afirmarse lo siguiente: El templo antiguo era uno solo, estaba edificado en un solo lugar, y sólo un pueblo podía ofrecer en él sus sacrificios. En cambio, cuando el Unigénito se hizo semejante a nosotros, como el Señor es Dios: él nos ilumina, según dice la Escritura, la tierra se llenó de templos santos y de adoradores innumerables, que veneran sin cesar al Señor del universo con sus sacrificios espirituales y sus oraciones

REFLEXIÓN

Que haya templos que veneran y adoran a Cristo es una maldición? Hoy así parece. Más bien que el celo por los templos oculte la realidad del Cristo en la víctima, si es una aberración. Que la desviación de algo bueno, incurra en algo no tan bueno, es para corregir, no para destruir. Los templos y sus comunidades, ayudan en medio de las sociedades a hacer memoria del mensaje de salvación que consiste en la fraternidad, la justicia, el amor y la paz. Y con ello a oponerse al mensaje de guerra y opresión. Mucho pero sería sin ellos, sin quitar que siempre hay que purificarlos de toda corrupción, y a sus ministros y a sus comunidades.

15 de octubre
Santa Teresa de Ávila
Virgen y doctora de la iglesia

Nace Teresa en Ávila el 28 de marzo de 1515. A los dieciocho años, entra en el Carmelo. A los cuarenta y cinco años, para responder a las gracias extraordinarias del Señor, emprende una nueva vida cuya divisa será: «O sufrir o morir». Es entonces cuando funda el convento de San José de Ávila, primero de los quince Carmelos que establecerá en España. Con san Juan de la Cruz, introdujo la gran reforma carmelitana. Sus escritos son un modelo seguro en los caminos de la plegaria y de la perfección. Murió en Alba de Tormes, al anochecer del 4 de octubre de 1582. Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.

Acordémonos del amor de Cristo
Del Libro de su vida, de santa Teresa de Ávila,
virgen y doctora de la Iglesia

Con tan buen amigo presente –nuestro Señor Jesucristo–, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita.

Muy muchas veces lo he visto por experiencia; hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que no queramos otro camino, aunque estemos en la cumbre de contemplación; por aquí vamos seguros. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él lo enseñará; mirando su vida, es el mejor dechado.

¿Qué más queremos que un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe de sí. Miremos al glorioso san Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino: san Francisco, san Antonio de Padua, san Bernardo, santa Catalina de Siena.

Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios; si su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana.

Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene: que amor saca amor. Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar, porque, si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón de este amor, sernos ha todo fácil, y obraremos muy en breve y muy sin trabajo.

Necesidad de la oración
Del Libro de su vida, de santa Teresa de Ávila,
virgen y doctora de la Iglesia

No sin causa he ponderado tanto este tiempo de mi vida, que bien veo no dará a nadie gusto ver cosa tan ruin, que cierto querría me aborreciesen los que esto leyesen de ver un alma tan pertinaz e ingrata con quien tantas mercedes le ha hecho; y quisiera tener licencia para decir las muchas veces que en este tiempo falté a Dios.

Por no estar arrimada a esta fuerte columna de la oración, pasé este mar tempestuoso casi veinte años con estas caídas. Y con levantarme y mal –pues tornaba a caer– y en vida tan baja de perfección, que ningún caso casi hacía de pecados veniales, y los mortales, aunque los temía, no como había de ser, pues no me apartaba de los peligros,sé decir que es una de las vidas penosas que me parece se puede imaginar; porque ni yo gozaba de Dios, ni traía contento en el mundo. Cuando estaba en el contentos del mundo, en acordarme de lo que debía a Dios era con pena; cuando estaba con Dios, las aficiones del mundo me desosegaban. Ello es una guerra tan penosa que no sé cómo un mes la pude sufrir, cuanto más tantos años.

Con todo, veo claro la gran misericordia que el Señor hizo conmigo, ya que había de tratar en el mundo, que tuviese ánimo para tener oración; digo ánimo, porque no sé yo para qué cosa, de cuantas hay en él, es menester mayor que tratar traición al rey, y saber que lo sabe, y nunca se le quitar de delante; porque, puesto que siempre estamos delante de Dios, paréceme a mí es de otra manera los que tratan de oración, porque están viendo que los mira; que los demás podrá ser estén algunos días que aun no se acuerden que los ve Dios.

Verdad es que, en estos años, hubo muchos meses –y o alguna vez año– que me guardaba de ofender al Señor y me daba mucho a la oración, y hacía algunas y hartas diligencias para no le venir a ofender. Porque va todo lo que escribo dicho con toda verdad, trato ahora esto.

Mas acuérdaseme poco de estos días buenos, y ansí debían ser pocos y muchos de los ruines. Ratos grandes de oración pocos días se pasaban sin tenerlos, si no era estar muy mala y muy ocupada.

Cuando estaba mala, estaba mejor con Dios; procuraba que las personas que trataban conmigo lo estuviesen, y suplicábalo al Señor; hablaba muchas veces en él.

Ansí que, si no fue el año que tengo dicho, en veintiocho años que ha que comencé oración, más de los dieciocho pasé esta batalla y contienda de tratar con Dios y con el mundo. Los demás, que ahora me quedan por decir, mudose la causa de la guerra, aunque no ha sido pequeña; mas, con estar, a lo que pienso, en servicio de Dios y con conocimiento de la vanidad que es el mundo, todo sido suave, como diré después.

Pues para lo que he tanto contado esto es, como he ya dicho, para que se vea la misericordia de Dios y mi ingratitud; lo otro para que se entienda el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con voluntad, aunque no esté tan dispuesta como es menester, y cómo, si en ella persevera, por pecados y tentaciones y caídas de mil maneras que ponga el demonio, en fin tengo por cierto la saca el Señor a puerto de salvación como, a lo que ahora parece, me ha sacado a mí.