jueves, 19 de octubre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

JUEVES 28 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Romanos 3,21-30ª



REFLEXIÓN

Ahora, la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los profetas, se ha manifestado independientemente (χωρίς: aparte) de la Ley

Nos parece lejano ese ahora. Que está distante de lo que pasa en nuestro entorno, si se justifica nuestra percepción .

Esperar de la ley ya no es viable. Tu justicia se manifestó y esperamos se siga manifestando independiente y autónoma. Cómo disponerse a ella, cómo procurarla?

Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios en todos los que creen, sin distinción alguna

todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación (λαστήριον:expiación) mediante la fe en su sangre

En un sistema pagano de divinidades, como el que se vive entre los gentiles en Roma, meca de religiones durante el Imperio, se busca la salvación material y de todo tipo, mediante el apaciguamiento de la divinidad, quien castiga a los mortales por sus culpas, conocidas o no.

Este sistema aparece también en etnias indoamericanas y posiblemente en muchas otras culturas.

La categorización de la muerte de Jesús como propiciación-expiación nos puede llevar a una comprensión errónea de la naturaleza de la divinidad que revela Jesús, como si en vez de Padre tuviéramos un insaciable Señor que requiere satisfacción, venganza y castigo.

Habría que hacer varias distinciones: este mecanismo de concepción de lo divino como ser vengativo no está desterrado de nuestra mentalidad. Yace en lo más profundo y alienta nuestras culpas y miedos. Las pesadillas son sus voceros.

La entrega de Jesús puede transformar su sacrificio de propiciación, en muestra de amor al designio del Padre.

No es una víctima de Él, sino una de nosotros y nuestra ceguera. Es una víctima que lo conmueve a intervenir radicalmente: resucitándolo y justificándolo.

De parte de Jesús es la colaboración de un Hijo en la obra de persuadir a la humanidad que su revelación, su designio, su proyecto es amoroso, desinteresado, salvífico, propicio.

Por lo tanto se trata de una propiciación hacia nosotros de la buena voluntad del Padre de Jesús y de su don como Espíritu.

se proponía mostrar en nuestros días su justicia salvadora, demostrándose a sí mismo justo y justificando al que apela a la fe en Jesús

el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley

El énfasis de Lutero en la fe en Jesucristo, nos ha ayudado mucho a la Iglesia universal a profundizar en el misterio: realidad perteneciente a la trascendencia de Dios, de la relación fe-gracia-obras. La gracia, la gratuidad, ni se vende ni se compra. Se dona.

Salmo responsorial: 129



REFLEXIÓN

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, / ¿quién podrá resistir? / Pero de ti procede el perdón, / y así infundes respeto

No se trata del Dios vengativo, sediento de sangre.

Infunde respeto porque su proceder no se parece al de nosotros, que tasamos el buen o mal comportamiento en crecientemente sofisticados sistemas de premios y castigos, no tanto para que resplandezca la verdad y el bien, cuanto para sacar nuestro provecho e interés adelante.

Cantidades industriales de acciones con las que las diferentes autoridades y superiores premian, incentivan o castigan y desestiman, han perdido el respeto en nuestros días por la sombra que proyectan de intereses mezquinos y egoístas detrás.

Aun los que hacen votos de obediencia en comunidades religiosas sienten flaquear su entrega por la suspicacia sobre las verdaderas intenciones tras la orden del superior, decretada en nombre de la voluntad de Dios.

Lucas 11,47-54



REFLEXIÓN

edificáis mausoleos a los profetas

vosotros les edificáis sepulcros

Dat tertium: levantar monumentos puede tener la intención de desagravio del crimen del pasado.

Pero no parece ser el sentido de la recriminación, sino el de complicidad.

Porque si nos demarcamos de algo, poner ciertas medidas y quedarnos en ello, no es propiamente una conversión sino complicidad.

Así no cualquier conversión lo es en sinceridad.

No cualquier limosna es amor a los pobres y lucha por la justicia.

No cualquier activismo lo es tampoco.

Hay que escrutar.

La respuesta esperada era la conversión, no la construcción de sepulcros de los profetas asesinados.

a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario

Pedir cuentas puede entenderse para la venganza.

O para la conversión sincera y emprender otro camino más justo.

Profeta por lo tanto quiere decir: todo aquél que en nombre de la justicia se opuso a la iniquidad, desde el principio del mundo.

¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!"

Porque educar es un compromiso a la transferencia de un saber, que se puede obstaculizar paradójicamente, cerrando lo que se tenía que abrir: la sabiduría.

los escribas y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras

Sigue sin provocar conversión la intervención de Jesús. Mala estrategia? O con esta cerrazón no cabe ninguna otra que la denuncia del mal uso del poder?

https://x.com/motivaciondehoy/status/1714962716090106289?s=20

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Romanos 3,21-30a

La fuente de la fe que capta su realidad gratuita es la Palabra no la Ley , cualquiera forma que adopte generacionalmente.

Salmo responsorial: 129

Esperar la Palabra significa que ella se ha constituido en fuente de vida, de energía vital, de gozo en el seguimiento de Dios, y su ley cobra sentido nuevo

Lucas 11,47-54

En la confrontación sale a flote que desde el poder se puede dar un servicio que resulta una opresión y un daño grave. Fidelidad en un cumplimiento y enseñanza de una saber que no produce gozo, ni crecimiento, ni conversión a Dios, dueño de todo.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Jueves, XXVIII semana
San Agustín Tratados sobre el evangelio de san Juan 26,4-6

Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre. No vayas a creer que eres atraído contra tu voluntad; el alma es atraída también por el amor. Ni debemos temer el reproche que, en razón de estas palabras evangélicas de la Escritura, pudieran hacernos algunos hombres, los cuales, fijándose sólo en la materialidad de las palabras, están muy ajenos al verdadero sentido de las cosas divinas. En efecto, tal vez nos dirán: «¿Cómo puedo creer libremente si soy atraído?» Y yo les respondo: «Me parece poco decir que somos atraídos libremente; hay que decir que somos atraídos incluso con placer». ¿Qué significa ser atraídos con placer? Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. Existe un apetito en el alma al que este pan del cielo le sabe dulcísimo. Por otra parte, si el poeta pudo decir: «Cada cual va en pos de su apetito», no por necesidad, sino por placer, no por obligación, sino por gusto, ¿no podremos decir nosotros, con mayor razón, que el hombre se siente atraído por Cristo, si sabemos que el deleite del hombre es la verdad, la justicia, la vida sin fin, y todo esto es Cristo? ¿Acaso tendrán los sentidos su deleite y dejará de tenerlos el alma? Si el alma no tuviera sus deleites, ¿cómo podría decirse: Los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz?

REFLEXIÓN

El tránsito de la materialidad y la realidad inmediata, hoy como ayer, hacia la saciedad del espíritu en el tiempo, y fuera de él, es un desafío permanente al peregrino de fe y esperanza que madura en el amor. Desafío es un obstáculo, un dilema, un conflicto que se interpone para nuestro crecimiento, hasta el final de la misión en el mundo. Incluso hoy, con la gravitación hacia los cambios sociales y estructurales, que generan infelicidad a las víctimas, nos encontramos con el desafío al que somos persuadidos a superar, y esta superación repercute en un sentido positivo, en una realización del bien común, que llega a su final en la plenitud de Dios.