martes, 16 de abril de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

                                 Martes 3 de Pascua

Hechos 7,51-8,1ª



REFLEXIÓN

Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres.

Resistirlo es nuestra cosecha. Se requiere una dosis extra de la gracia y una cooperación incansable, para que la docilidad sea dominante en nuestro corazón. 

No siempre habla el Señor a gritos y nos conmociona. Más bien es un susurro sutil, que pasa desapercibido muchas veces.

Porque no es con la fe como sucede con las ideologías, que terminan imponiéndose y violentando las conciencias, generando consecuentemente más violencia.

La fe es el rompimiento con la cadena de violencia que trae la imposición de la propia visión. La fe genera consenso por la persuasión y la convicción que pacifica y fraterniza.

Milenaria encrucijada desde Caín y Abel. Dos actitudes individuales, colectivas, corporativas. 

Para algunos se trata de dar de lo que se produce. Para otro se trata de dar lo mejor de lo que se tiene.

Una fraternidad fracturada por las posturas de la acumulación y de la generosidad enfrentadas. Dos humanidades, dos pueblos, dos caminos.

Uno tenderá a que el otro desaparezca porque entre ellos hay una lucha de poder sobre el otro.

La sutileza se da cuando uno de los bandos pretende ser el otro, pero para engañar. Cuando el que acumula pretende ser generoso, pero para confundir y lograr acumulación.

El cacareo de derechas e izquierdas, supuestamente acumulación y generosidad, no resuelve mucho, porque detrás de esas fachadas pueden anidarse contrarios.

Entonces las elecciones tampoco son la varita mágica, porque la simulación enseñorea, para cautivar incautos.

De ahí la necesidad de un justo que tiene el corazón circuncidado, y se arriesga a ser eliminado pero deja la semilla de la generosidad, la alteridad, la solidaridad, el compartir, el trabajo dignificador.

Esteban, lleno de Espíritu Santo,

El aporte de Esteban es ilustrativo de los justos que inspirados y vivificados en el Justo Jesús de Nazaret logran de palabra y obra. 

Porque él era un servidor, diácono, que atendía a los pobres y releía las Escrituras con la clave del Jesús muerto y resucitado. 

Tenía que morir, como hoy mueren a pedradas o por incomprensiones muchos justos que se atreven a circuncidarse el corazón y mantenerse dolorosamente sensibles al hermano necesitado.

"Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios."

Para entender un poco esa fiera recalcitrancia, pensar que se dice que un líder político controvertido sea un enviado de Dios y un justo.

A los oponentes les daría algo, como si vivieran una pesadilla. 

Semejantemente radical pudo ser la repugnancia que sintieron el que se acreditara a Jesús como mesías: la piedra que los constructores habían desechado.

Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo

Una culpa dolorosa para quien habría de ser testigo abortivo.

El episodio muestra cómo la semilla cuando muere da fruto. 

Saulo se hará Pablo, prohombre del nuevo camino. La sangre de Esteban lo alcanzó y se puso así el fundamento de su conversión posterior. La cual pareció instantánea, pero más bien se revela un proceso que toma su tiempo y espera.

"Señor, no les tengas en cuenta este pecado."

Para los de Jesús, no cuenta cualquier lectura de culpabilidad de otros en los daños ocasionados.

Siempre ha de estar presente el perdón y la misericordia porque conocemos por parte de la Palabra que el anti-reino patrocina todo lo que se oponga a la verdad, el amor, la justicia y la paz.

Jesús perdonó a sus victimarios y nos queda como gesto de pacificación total para toda encrucijada de la historia.

Salmo responsorial: 30



REFLEXIÓN

tú que eres mi roca y mi baluarte

Solo cimentados en la solidez del Señor Padre de Jesús, en su misericordia que es la forma plena de justicia, la justicia salvífica, podremos mantenernos en la obra buena y en el ágape.

Porque nosotros por nuestra debilidad somos proclives a desanimarnos de nuestras pocas fuerzas, y dejar de prestarnos a la transformación de nuestro amor en ágape y fraternidad.

A la hora de vivir la justicia e integrarse en el proceso de ser justo, se levantan temores por el acoso de la oposición con vocación asesina. 

Entonces al justo le queda el recurso de aferrarse al Señor como roca, porque requiere un santuario para continuar la misión.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo

Esteban, como otro Jesús, miraba los cielos abiertos y la gloria del Señor. Una visión importante para recuperar fuerzas hasta el último suspiro, arrebatado a pedradas o por extenuación de fuerzas por la edad.

Juan 6,30-35



REFLEXIÓN

¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?

El sentido de ese signo era el de portento: un evento que por fuerza de espectacularidad impresionara tanto que lograra convencer.

Lo cual es un espejismo, porque a todo nos acostumbramos y de todo dudamos. 

La evidencia que arrasa nuestras defensas y nos convence no existe, porque pasada la impresión la razón insegura retorna a la duda.

Los signos sólo sirven a la fe, no a la razón.

no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre

El portento del maná no da fe. En palabras de Jesús invita a creer en el Padre que lo da y en Jesús que lo anuncia.

La fe es un conocimiento que siendo dócil no se doblega sino ante el Espíritu del SEñor. Es una intuición, un sentido, un olfato del misterio de Dios y su designio.

es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo

Es otra lectura en profundidad que nos enseña la Palabra: todo viene del Padre. Él está en todo. 

Jesús hace signos, multiplica el pan y se hace pan con el único objetivo de asentar al Padre como el autor de todo.

"Señor, danos siempre de este pan."

En los dos sentidos:el pan portento que nos mantiene en la inmanencia. El pan del Cielo que nos comunica con el Padre.

Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed

Una vida sin hambre y sin sed de sentido es la oferta de Jesús a sus creyentes.

Jesùs como misterio, realidad enigmática y polivalente, sugerente e inspiradora, de fraternidad y paternidad. 

Inmanencia y trascendencia.

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Hechos 7,51-8,1ª

Salmo responsorial: 30

Juan 6,30-35

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


San Agustín Sermón 34 1-3. 5-6 

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Se nos ha exhortado a cantar al Señor un cántico nuevo. El hombre nuevo conoce el cántico nuevo. Cantar es alegría y, si nos fijamos más detenidamente, cantar es expresión de amor. De modo que quien ha aprendido a amar la vida nueva, sabe cantar el cántico nuevo. De modo que el cántico nuevo nos hace pensar en lo que es la vida nueva. El hombre nuevo, el cántico nuevo, el Testamento nuevo: todo pertenece al mismo y único reino. Por esto, el hombre nuevo cantará el cántico nuevo y pertenecerá al Testamento nuevo. 

REFLEXIÓN

Por la experiencia de muchos, el tiempo que vivimos es agobiante por los conflictos globalizados, mediatizados, cuya significación es debatida y discutida, con resultados de incertidumbre, confusión y tristeza. Así la afirmación de novedad, hombre nuevo, canto nuevo, testamento nuevo, después de 21 siglos de proclamación, es posible que parezca a los tales muchos una broma cruel, una afirmación entusiasta infantil, un peligroso ejercicio de evasión de la realidad, una incapacidad de empatía con el mundo. Será así?

Todo hombre ama; nadie hay que no ame; pero hay que preguntar qué es lo que ama. No se nos invita a no amar, sino a que elijamos lo que hemos de amar. ¿Pero, cómo vamos a elegir si no somos primero elegidos, y cómo vamos a amar si no nos aman primero? Oíd al apóstol Juan: Nosotros amamos a Dios, porque él nos amó primero. Trata de averiguar de dónde le viene al hombre poder amar a Dios y no encontrarás otra razón sino que es porque Dios le amó primero. Se entregó a sí mismo para que le amáramos, y con ello nos dio la posibilidad y el motivo de amarle. Escuchad al apóstol Pablo que nos habla con toda claridad, de la raíz de nuestro amor: El amor de Dios, dice, ha sido derramado en nuestros corazones. Y, ¿de quién proviene este amor? ¿De nosotros tal vez? Ciertamente no proviene de nosotros. Pues, ¿de quién? Del Espíritu Santo que se nos ha dado. Por tanto, teniendo una gran confianza, amemos a Dios en virtud del mismo don que Dios nos ha dado. Oíd a Juan que dice más claramente aún: Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. No basta con decir: el amor es de Dios. ¿Quién de vosotros sería capaz de decir: Dios es amor? Y lo dijo quien sabía lo que se traía entre manos. Dios se nos ofrece como objeto total y nos dice: «amadme, y me poseeréis; porque no os será posible amarme si antes no me poseéis».

REFLEXIÓN

El primer paso hacia la novedad se da cuando nos hacemos conscientes que Dios nos ama, que nos ha venido amando antes de hacernos de ello conscientes. Es el arbusto que hace dulce el agua amarga que no podemos o apenas beber (Ex 15,25). A partir de ahí en vez de gemir cantamos la novedad con un canto nuevo y abrazamos el testamento nuevo. Cómo se prepara ese primer paso?

 ¡Oh, hermanos e hijos, vosotros que sois brotes de la Iglesia universal, semilla santa del reino eterno, los regenerados y nacidos en Cristo! Oídme: Cantad por mí al Señor un cántico nuevo. «Ya estamos cantando», decís. Cantáis, sí, cantáis. Ya os oigo. Pero procurad que vuestra vida no dé testimonio contra lo que vuestra lengua canta. Cantad con vuestra voz, cantad con vuestro corazón, cantad con vuestra boca, cantad con vuestras costumbres: Cantad al Señor un cántico nuevo.

REFLEXIÓN

Ni cantar, ni orar, ni alabar, ni dar gracias en la novedad es creíble, testificable, sin un cambio de costumbres. No ya por temor, por prohibición, por censura, por comercio o algo menos desinteresado sino porque somos conscientes del amor de Dios no podemos ser indiferentes para amar hacia la novedad.

 ¿Preguntáis qué es lo que vais a cantar de aquel a quien amáis? Porque sin duda queréis cantar en honor de aquel a quien amáis: preguntáis qué alabanzas vais a cantar de él. Ya lo habéis oído: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Preguntáis qué alabanzas debéis cantar? Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. La alabanza del canto reside en el mismo cantor. ¿Queréis rendir alabanzas a Dios? Sed vosotros mismos el canto que vais a cantar. Vosotros mismos seréis su alabanza, si vivís santamente.

REFLEXIÓN

Viviendo santamente.  Por ejemplo: una señora va al mercado a hacer las compras, encuentra a una vecina y comienza a hablar, y vienen las críticas. Pero esta mujer dice en su interior: «No, no hablaré mal de nadie». Este es un paso en la santidad. Luego, en casa, su hijo le pide conversar acerca de sus fantasías, y aunque esté cansada se sienta a su lado y escucha con paciencia y afecto. Esa es otra ofrenda que santifica. Luego vive un momento de angustia, pero recuerda el amor de la Virgen María, toma el rosario y reza con fe. Ese es otro camino de santidad. Luego va por la calle, encuentra a un pobre y se detiene a conversar con él con cariño. Ese es otro paso. GAUDETE ET EXSULTATE 16