lunes, 27 de mayo de 2024

Lunes 8 de tiempo ordinario

1Pedro 1,3-9

REFLEXIÓN

nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva

para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.

Celebramos los cumpleaños porque tenemos vida. Algunos no lo quieren celebrar porque les recuerda que la vida avanza a su fin. Pero el que celebra hasta que fallece agradece por el don de la vida, cúmulo de oportunidades, sumario de dicha y desdicha con una resultante más positiva que negativa.

Mejor debemos celebrar el nuevo nacimiento: el día que el Señor, su mensaje, su misión se me hizo un Tú, un nosotros. 

Quizás lo celebramos plenamente en el bautismo, o en la renovación del bautismo. Quizá en el memorial que le ofrecemos, cuando entramos en lo oculto y damos gracias.

aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas

Sería más proactivo decir pruebas que sufrimiento, que denota sólo pasividad. 

Aunque las pasividades de disminución, como escribía Teilhard de Chardin son importantes también y se cuentan entre los factores de crecimiento del Cristo total.

Prueba implica un desafío frente al cual nos tenemos que crecer para superar. 

La prueba nos hace más conscientes de nuestra medida y la necesidad que tenemos de Él.

Salmo responsorial: 110

REFLEXIÓN

Doy gracias al Señor de todo corazón,

mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,

Sólo la fe abre el velo del mundo para captar el Trascendente Señor de todo. 

En ella contemplamos su amor benévolo, que nos colma de gracia y bendición, y en la prueba nos conforta y fortalece. Por esta visión de corazón damos gracias.

Marcos 10,17-27

REFLEXIÓN

salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó

La contemplación de Jesús yendo y viniendo en itinerancia por comunicar su mensaje: tiene sentido? 

Así lo veía Ignacio de Loyola, que nos recomienda acercarnos a esa visión que vivifica el andar evangelizador del Señor. 

Es un modo de absorber el movimiento histórico, cultural y encarnado de la Palabra. 

Es una forma de adherirnos a la contundencia contingente y epocal, minimizando así la distancia en el tiempo y la cultura. 

Se construye por tanto una vivencia del Señor, que verifica la petición de la gracia de seguirlo para conocerlo y amarlo más.

¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios

Los escándalos mediáticos parecen estar convenciendo al mundo que en efecto, no hay nadie bueno. Lo triste es que la conclusión para muchos parece ser más bien,que el bien no vale la pena y no que sólo Dios es bueno.

Y así frente al tropiezo de la fe que es el escándalo venga de donde venga y de cualquier naturaleza, la humanidad parece dividirse entre los que descorazonados eligen el estilo de vida de la Babel: todos contra todos. 

Aquellos que, orando para encontrar fuerzas, insistimos en creer a la bondad deDios y su creación, también debemos hacer lo necesario para que esa realidad se manifieste firmemente.

Jesús parece plantear un sentido muy profundo y perfecto de bueno. Es como desviar la posible adulación al sitio exacto donde está la fuente de la cual todos recibimos.

El Dios padre de Jesús, es el bueno, que ha hecho bueno todo. 

No es que no lo seamos, sino que esa bondad sólo tiene su lugar adecuado y justo en Dios. Nosotros si acaso la reflejamos, no la reemplazamos.

"Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme."

La interpretación clásica es que aquí está el fundamento de la vida religiosa consagrada. No se discute.

Pero hoy encontramos también laicos en todos los frentes del mundo, en todas las trincheras, guardando los derechos de los demás. A ellos también se les da el llamamiento de vender todo y seguir a Jesús.

Porque la riqueza y su acumulación son un estorbo para ese seguimiento. La pobreza que es desprendimiento afectivo y efectivo en la medida de las posibilidades permite seguir a Jesús con libertad.

Aquí se encuentran los que creen que a pesar del escándalo el Señor es bueno y seguirlo vale la pena. Por la pobreza hay que lograr esa libertad del seguimiento.

Esto implica orientar su vida por los pobres que claman porque reconozcan sus derechos, para apoyarlos en sus justas reclamaciones, pero también exhortarlos a no reproducir el mecanismo de enriquecimiento y opresión al que fueron sometidos.

La perfección consiste no en negociar, vender y acumular ganancia. Esto tampoco es negativo. 

Sino en compartir con el que necesita el producto de la venta.

Un compartir solidario útil, un empobrecimiento empático, proactivo, generoso que dignifica la producción de riquezas del mercado. 

Porque un mercado satanizado no es solución para nadie.

Él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico

También Jesús se entusiasmó con este prospecto tan aparentemente bueno desde Dios. 

Pero mantuvo su libertad en dictar las condiciones para la salvación desde el Reino. 

En cierta forma, tengamos poco o mucho en acumulación, son las condiciones para todo prospecto de salvación según el Reino.

No sólo para los del círculo íntimo o iniciados en una causa.

Vender, compartir, empobrecernos por la fraternidad del Reino está al alcance de todos siempre.

Así seremos buenos desde Dios Padre.

"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!"

"Entonces, ¿quién podrá salvarse?"

Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo."

Qué pensaría Jesús decir con esa mirada. En vista de su respuesta debió pensar algo sobre la fe de sus discípulos. 

En alguna forma Jesús se orienta a pensar y afirmar -a pesar del escándalo del joven rico observante, que no da el siguiente paso y de los ricos que difícilmente entran en el reino -que el Señor es bueno, y logra su designio con todo y los ricos aferrados.

Una actitud inmejorable para tiempos de crisis en la equidad de la distribución de bienes, y de numerosas poblaciones en pobreza de todo tipo.

Porque el camino de la salvación para los ricos, que somos más los que confiamos en el dinero que los que no, pasa por la distribución de las riquezas a los pobres. 

La distribución inequitativa es la iniquidad de nuestros pueblos actuada por ellos mismos. Y desde fuera, por el abuso de otros pueblos.

El camino de la salvación también es socioeconómica, encarnada, histórica, cultural, integral. 

Seguir a Jesús en ese camino en el que es un paradigma, requiere que el Padre nos haga capaces de distribuir de corazón las riquezas acumuladas.

La pobreza evangélica es don:como confianza sólo en Dios.

Nuestra riqueza son los objetos en los que ponemos la confianza para realizarnos:xyz.

La pobreza se alcanza ahí como don. 

motivaciondehoy 


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Lunes 8 de tiempo ordinario

1Pedro 1,3-9

Salmo responsorial: 110

Marcos 10,17-27

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Lunes, VIII semana
San Gregorio Magno Tratados morales sobre Job 3,15-16



 El apóstol Pablo, considerando en sí mismo las riquezas de la sabiduría interior y viendo al mismo tiempo que en lo exterior no es más que un cuerpo corruptible, dice: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro. En el bienaventurado Job, la vasija de barro experimenta exteriormente las desgarraduras de sus úlceras, pero el tesoro interior permanece intacto. En lo exterior crujen sus heridas, pero del tesoro de sabiduría que nace sin cesar en su interior emanan estas palabras llenas de santas enseñanzas: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? Entendiendo por bienes los dones de Dios, tanto temporales como eternos, y por males las calamidades presentes acerca de las cuales dice el Señor por boca del profeta: Yo soy el Señor, y no hay otro; artífice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia. Artífice de la luz, creador de las tinieblas, porque, cuando por las calamidades exteriores son creadas las tinieblas del sufrimiento, en lo interior se enciende la luz del conocimiento espiritual. Autor de la paz, creador de la desgracia, porque precisamente entonces se nos devuelve la paz con Dios, cuando las cosas creadas, que son buenas en sí, pero que no siempre son rectamente deseadas, se nos convierten en calamidades y causa de desgracia

REFLEXIÓN

Digamos que es una forma de consolarse, pensar así, pero no deja de ser una especulación de buena fe, para aplacar nuestro derrotismo y depresión, por la frustración que nos acarrean las cosas que nos salen mal. No parece conveniente endilgar a Dios los efectos de un purgante que nos libera de las toxinas, pero sabe mal.

Las cosas salen mal, y a veces se acumulan dolorosa y trágicamente. Dios no las instituye ni promueve. Hay cantidad de efectos secundarios en las redes de vida en las que estamos enlazados, y no es raro afectarse por algo que sale mal en base a la decisión propio o de otros, aun sin mala voluntad.

Eso sí, Job nos enseña a leer humildemente desde la providencia de Dios, para acatar el misterio de su libertad y la nuestra. Pero con dignidad de hijos, no como esclavos o irracionales. Lo que no deviene mal puede ser el bien de otros, que lo deseaban con justicia retardada. 

No sabemos cómo y a quién favorece que yo me duela hoy, como voluntad de hacer crecer hacia él, de parte del Señor.

Por el pecado perdemos la unión con Dios; es justo, por tanto, que volvamos a la paz con él a través de las calamidades; de este modo, cuando cualquier cosa creada, buena en sí misma, se nos convierte en causa de sufrimiento, ello nos sirve de corrección, para que volvamos humildemente al autor de la paz. 

REFLEXIÓN

Mas bien, el deseo indeclinable de estar bien, nos urge a partir de la desgracia hacia Él, único bueno, para reconciliarnos con su bondad, más allá de cualquier distorsión en nuestra comunicación.

Pero, en estas palabras de Job, con las que responde a las imprecaciones de su esposa, debemos considerar principalmente lo llenas que están de buen sentido. Dice, en efecto: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? Es un gran consuelo en medio de la tribulación acordarnos, cuando llega la adversidad, de los dones recibidos de nuestro Creador. Si acude en seguida a nuestra mente el recuerdo reconfortante de los dones divinos, no nos dejaremos doblegar por el dolor. Por esto, dice la Escritura: En el día dichoso no te olvides de la desgracia, en el día desgraciado no te olvides de la dicha. En efecto, aquel que en el tiempo de los favores se olvida del temor de la calamidad cae en la arrogancia por su actual satisfacción. Y el que en el tiempo de la calamidad no se consuela con el recuerdo de los favores recibidos es llevado a la más completa desesperación por su estado mental. Hay que juntar, pues, lo uno y lo otro, para que se apoyen mutuamente; así, el recuerdo de los favores templará el sufrimiento de la calamidad, y la previsión y temor de la calamidad moderará la alegría de los favores. Por esto, aquel santo varón, en medio de los sufrimientos causados por sus calamidades, calmaba su mente angustiada por tantas heridas con el recuerdo de los favores pasados, diciendo: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

REFLEXIÓN

Esta postura y actitud espiritual desanima la depresión que nos inunda en malos momentos, hasta la memoria agradecida de los bienes recibidos. Ellos son los garantes y testigos innumerables en su número, que testimonian que hemos sido amados y bendecidos, y lo seguimos siendo, no obstante la oscuridad presente