sábado, 20 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 


VIERNES 15 DE TIEMPO ORDINARIO

Año par




REFLEXIÓN

Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8

"Señor, acuérdate que he procedido de acuerdo contigo, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te agrada."

Solo una oración honesta consigo mismo puede expresar si la propia vida ha procedido de acuerdo al designio del Señor. Ciertas coyunturas de la existencia se prestan a tal confrontación con la conciencia.

Pero aun si no pudiéramos, como Ezequías, afirmar que hemos sido correctos siempre con el Señor, nos queda apelar a su misericordia para que supla nuestra justicia.

En momentos terminales se cruzan líneas trascendentes para nuestra opción fundamental. Por un lado nuestro deseo de vivir la vida que deseamos y creemos merecer.  

Además el compromiso para un nuevo mejor rumbo, que se gesta en lo más profundo, como acción de gracias por su misericordia.



REFLEXIÓN

Interleccional: Isaías 38

Los que Dios protege viven, / y entre ellos vivirá mi espíritu; / me has curado, me has hecho revivir

Lo que sea nuestra vida y suerte en las vicisitudes de la existencia, contaremos con la protección del Señor. 

Esta es la sanación más profunda de nuestra debilidad.


Mateo 12, 1-8



REFLEXIÓN

tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos.

«Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado».

Por regulaciones humanas disfrazadas de voluntad de Dios.

En la historia humana se dan personas y grupos que montan un observatorio –como le dicen ahora- de la conducta ajena, para censurar y descalificar. 

Es el síndrome de intolerancia.

De parte del Señor primero es la necesidad que hay que resolver, luego la norma que regula. 

No siempre la norma regula todo. Y el Espíritu interviene para dar la solución.

«¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros?

Porque la Escritura muestra caminos para escuchar el Espíritu más que la ley.

los sacerdotes violan el sábado en el templo y no por eso cometen pecado?

Aun en lo sagrado se puede violar la ley

Entre violar y violar hay prioridades. Violar la necesidad por el hambre es más serio que violar la norma.

Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa

Pues yo digo que aquí hay alguien que es más grande que el templo.

Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado».

Como fruto de la conversión al reino merece darse más misericordia y menos condenación. La construcción de la fraternidad lo requiere. 

Frenar las corrientes de maledicencia que bullen en nosotros y saltan hacia los demás no es poca cosa como aporte a esa construcción.

El sábado es el descanso del Creador y su memorial. Ahora es también del Hijo del hombre, de todo hombre y mujer, y su necesidad auténtica.

motivaciondehoy

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Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8

Interleccional: Isaías 38

Mateo 12,1-8

Es decir que no hay manera de atajar la búsqueda de solución urgente y coyuntural de una necesidad apremiante, aunque la letra de una regulación lo prohiba. Ese recurso inédito de la necesidad apremiante y perentoria se impone por sí solo, queramos, permitamos o no. Legislar viene después, el orden viene después, pero no anticipa lo inédito. El sabio sabe que hay que hacerse a un lado y buscar refugio cuando la avalancha se nos viene encima. Eso enseña Jesús, sobre la rigidez en la guarda de la norma, al invocar el precedente del rey David.

viernes, 19 de julio de 2024

SAN CARLO ACUTIS

Jesús en los Pobres


Del comentario de Orígenes, presbítero, sobre el evangelio de san Mateo
(Lib 11, 6: PG 13, 919-923)
¡Ánimo, soy yo!



Si en alguna ocasión llegáramos a caer en el escollo de las tentaciones, acordémonos de que Jesús nos apremió a subir a la barca de la prueba, queriendo que le adelantáramos a la otra orilla. Pues es imposible que quienes no hubieren soportado las tentaciones de las olas y del viento contrario, lleguen a la otra orilla. Así pues, cuando nos viéramos cercados por un sinfín de dificultades y, mediante un moderado esfuerzo hubiéramos logrado en cierto modo esquivarlas, pensemos que nuestra barca se encuentra en mar abierto, sacudida por las olas, que quisieran vernos naufragar en la fe o en otra virtud cualquiera. Pero cuando viéramos que es el espíritu del mal el que arremete contra nosotros, entonces hemos de concluir que el viento nos es contrario.

Ahora bien, cuando soportando el viento contrario hubieran transcurrido las tres vigilias de la noche, esto es, de las tinieblas que acompañan a la tentación, luchando denodadamente según la medida de nuestras fuerzas, procurando escapar al naufragio de la fe, entonces abrigamos la esperanza de que se acercará a nosotros el Hijo de Dios, al filo de la cuarta vigilia, cuando la noche está avanzada y el día se echa encima, para calmar nuestro agitado mar caminando sobre él.

Y cuando viéramos aparecérsenos el Verbo, quizá nos asustemos antes de caer en la cuenta de que estamos en presencia del Salvador; y, pensando ser un fantasma, gritaremos muertos de miedo. Pero él nos dirá en seguida: ¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Y si entre nosotros se hallare otro Pedro, más fuertemente conmovido por las palabras de aliento del Señor, ese Pedro en camino hacia una perfección que todavía no ha alcanzado, bajando de la barca —como huyendo de la tentación que lo acosaba—en un primer momento anduvo queriendo acercarse a Jesús sobre las aguas; pero siendo insuficiente todavía su fe y zarandeado por la duda, sentirá la fuerza del viento, le entrará miedo y empezará a hundirse. Pero no se hundirá, porque a gritos se dirigirá a Jesús, suplicándole: Señor, sálvame. E inmediatamente, también a este Pedro que le suplica diciendo: Señor, sálvame, el Verbo le tenderá la mano, socorrerá a este hombre, agarrándolo en el preciso momento en que comenzaba a hundirse, y echándole en cara su poca fe y el haber dudado. No obstante, observa que no le dijo: Incrédulo, sino: Hombre de poca fey que añadió: ¿Por qué has dudado?, como uno que si bien teniendo un poco de fe, vacila y no se comporta de modo contrario.

Momentos después, tanto Jesús como Pedro subieron a la barca y amainó el viento. Los de la barca, dándose cuenta de qué peligros habían sido salvados, lo adoraron diciendo: Realmente eres Hijo de Dios.