sábado, 20 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Sábado 15 de tiempo ordinario

Miqueas 2, 1-5



REFLEXIÓN 

Ay de los que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas; al amanecer las cumplen, porque tienen el poder

En alguna forma todos tenemos algún poder y nos está abierta la puerta para meditar el mal, aunque sea pequeño. Si rebuscamos en el corazón, también nosotros hemos abusado del secreto en nuestra vida para darnos la permisividad de una actuación doble, traicionera y dolosa, con la fachada de la decencia. 

Quizás esto no se sienta siempre así como grave, pero en algunos momentos la palabra de Dios nos sensibiliza sobre nuestras complicidades.

porque será un tiempo calamitoso

Pero el enfoque AT del castigo que la injusticia desencadena entra en crisis en el NT, quien admite la calamidad pero no por pecado, ni culpabilidad. 

Será que el enfoque en AT es muy primitivo, y el NT más sutil. El uno es más conductista y el otro más motivacional?.

Lo cierto es que en el AT se recibe una yuxtaposición de pecado, castigo, arrepentimiento del castigo realizado por Dios, y nuevo llamamiento a la conversión. 

En el NT siempre hay llamamiento a la conversión, y escasmente una alusión apocalíptica a los males que se desencadenarán.

reparten a extraños nuestra tierra." Nadie os sortea los lotes en la asamblea del Señor

La injusticia social causada por los poderosos que se apoderan de las tierras de los pequeños campesinos es denunciada por la voz de la Palabra como una causa de males más graves que afectarán los mismos que las causaron.

El daño causado al vulnerable es como una onda expansiva de inestabilidad que acabará  desequilibrando el todo de la sociedad.

La más pequeña injusticia acumula combustible contra la paz social y el bienestar vistos como bendición del Señor. Se trata por lo tanto de un atentado contra los dones que Él nos ofrece para nuestro crecimiento y plenitud.

Nosotros mismos acarreamos el mal y el caos que nos sepultan posteriormente.

Salmo responsorial: 9



REFLEXIÓN

"No hay Dios que me pida cuentas."

Esta jactancia no requiere ser proferida explícitamente o verbalmente. El lenguaje de la conducta es suficiente para significar lo alejados que vamos caminando del Señor.

Incluso pueden darse conductas piadosas pero que caminan por la injusticia con sus hermanos. 

Es la paradoja que se plasma en la frase: si crees en Dios porque vives como sino creyeras en Él?

Pero tú ves las penas y los trabajos, / tú miras y los tomas en tus manos. / A ti se encomienda el pobre, / tú socorres al huérfano

En la experiencia de vida se acumula el amargor de no encontrar sinceridad sino hipocresía, intereses, lucha sorda por el poder. 

Y se agudiza la mirada anhelante por un poder que definitivamente mire al fondo de todo y haga justicia completa.

Mateo 12, 14-21



REFLEXIÓN

los fariseos, al salir, planearon el modo de acabar con Jesús

Jesús experimenta en su carne la conspiración maligna. Su Padre no se lo escatima, sino incluso parece abandonarlo en manos de ellos.

Por qué? Tenía que darnos un signo creíble, un signo serio alejado de cualquier simulación. Un signo sobre sí mismo como Padre y Jesús como hijo capaz de hacer y sufrir su designio.

Para los dolientes de cualquier momento su pasión puede asemejarse a la de Jesús y constituirse en signo creíble, en la paradoja de la prueba, del amor del Padre.

Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos le siguieron

Jesús no era un extremista fundamentalista y suicida. En la medida de su discernimiento evadía la trampa y la prueba.

Amar la vida, la felicidad y evitar el dolor es parte de nuestra misión. 

Sólo asumimos una prueba cuando es ineludible y la transformamos por la fe en gesto de amor del Padre. 

Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran

Mientras se puede, Jesús mantiene una conducta más segura frente a las acechanzas de sus adversarios.

No es su modo de proceder en esta etapa entregarse ni provocar. Si embargo no deja de hacer el bien por el reino.

Lograr ciertos objetivos del Reino puede enfrentarnos con allegados incluso. 

La seguridad es importante, tanto cuanto, sin sacrificar el bien obrar.

Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones

Jesús rebosa del Espíritu que impulsa a hacer lo que hay que hacer, lo que conviene hacer.

El derecho del Espíritu se manifiesta por la conveniencia, más allá de la obligación.

No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho

La figura del Siervo de Yavé representa un cambio de estilo y estrategia en procura del reino de Dios. 

No es como antaño cuando algunos profetas: voceando, discutiendo, juzgando, defendían del derecho del Señor y la Alianza. 

No es como los guerreros reyes anteriores: eliminando, aniquilando. 

Este Siervo anunciará el juicio de Dios sin llegar a esos extremos porque el es una inspiración del novedoso estilo profético del Deutero Isaías cuando consoló desterrados.

Las comunidades de Jesús lo interpretaron como un profeta de nuevo cuño, porque rebasaba los modelos anteriores, yuxtaponiendo la memoria de enviados anteriores, con estilos y estrategias diferentes.

Jesús apareció como la plenitud de los reveladores del Señor. 

Como Jesús confrontamos un mundo escéptico y herido de muchas injusticias y opresiones. El rechazo del mensaje de salvación es lo propio. 

Hay que gestionar con signos que induzcan a la conversión y alejarse de cualquier modo de violencia e imposición de la verdad evangélica.

Si bien es cierto que la jerarquía católica y de otras religiones a través de su persistencia dan fe de una solidez en el mensaje evangélico, sin embargo con su aparato de poder impresionan y coercionan.

Ese no parece ser el estilo de Jesús de Nazareth, el siervo de Dios.

Jesús es víctima de acechanza y toma sus medidas de protección, pero no deja de trabajar por el bien de los demás, lo cual lo sigue poniendo en riesgo. La mala voluntad de otros no es impedimento para seguir su misión.

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Sábado 15 de tiempo ordinario

Miqueas 2, 1-5

Salmo responsorial: 9

Mateo 12, 14-21

DOCTORES DE LA IGLESIA



De las confesiones de San Agustín, obispo
(Lib 10, 26, 37—29, 40: CSEL 33, 255-256)
Toda mi esperanza está puesta en tu gran misericordia

Señor, ¿dónde te hallé para conocerte —porque ciertamente no estabas en mi memoria antes que te conociese—, dónde te hallé, pues, para conocerte, sino en ti mismo, lo cual estaba muy por encima de mis fuerzas? Pero esto fue independientemente de todo lugar, pues nos apartamos y nos acercamos, y, no obstante, esto se lleva a cabo sin importar el lugar. ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan y, a un mismo tiempo, respondes a todos los que te interrogan sobre las cosas más diversas.

Tú respondes claramente, pero no todos te escuchan con claridad. Todos te consultan sobre lo que quieren, mas no todos oyen siempre lo que quieren. Optimo servidor tuyo es el que no atiende tanto a oír de ti lo que él quisiera cuanto a querer aquello que de ti escuchare.

¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.

Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será realmente viva, llena toda de ti. Tú, al que llenas de ti, lo elevas, mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy todavía para mí mismo una carga. Contienden mis alegrías, dignas de ser lloradas, con mis tristezas, dignas de ser aplaudidas, y no sé de qué parte está la victoria.

¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Contienden también mis tristezas malas con mis gozos buenos, y no sé a quién se ha de inclinar el triunfo. ¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo soy miserable.

¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo un servicio? ¿Quién hay que guste de las molestias y trabajos? Tú mandas tolerarlos, no amarlos. Nadie ama lo que tolera, aunque ame el tolerarlo. Porque, aunque goce en tolerarlo, más quisiera, sin embargo, que no hubiese que tolerar. En las cosas adversas deseo las prósperas, en las cosas prósperas temo las adversas. ¿Qué lugar intermedio hay entre estas cosas, en el que la vida humana no sea una lucha? ¡Ay de las prosperidades del mundo, pues están continuamente amenazadas por el temor de que sobrevenga la adversidad y se esfume la alegría! ¡Ay de las adversidades del mundo, una, dos y tres veces, pues están continuamente aguijoneadas por el deseo de la prosperidad, siendo dura la misma adversidad y poniendo en peligro la paciencia! ¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo sin interrupción un servicio?

Pero toda mi esperanza estriba sólo en tu muy grande misericordia.