lunes, 22 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Santa María Magdalena

Cantar de los cantares 3, 1-4



REFLEXIÓN

Así dice la esposa: “En mi cama, por la noche, buscaba el amor de mi lama: lo busqué y no lo encontré. 

Periodos de búsqueda desde la adolescencia

Y se encontró? Relativamente, parcialmente, provisionalmente, precariamente.

Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando el amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: “¿Visteis al amor de mi alma?”. Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma."

Una vez se trascienda algún último límite, frontera, paso, umbral o situación, esta búsqueda ha de encontrar el amor de nuestra vida.

Qué puede significar el anhelo de buscar, si no hay quién, en algún lado y momento, se deje encontrar?

La búsqueda fundamental y nuclear de nuestra existencia-el amor personal y exclusivo- no da suficiente fruto.

La búsqueda no se calma ni da tregua, no obstante la cadena de frustraciones e insuficiencias, porque el paradigma inscrito en lo más profundo, es siempre más deconstructivo. Nada de lo creado es suficientemente pleno.

Un canto bíblico, de la Palabra tomando como expresividad el amor humano, con sus goces y angustias. 

Se nos muestra más la tendencia encarnacionista de la revelación de Dios, que busca hacer latir en fibra de corazón humano, de hombre y mujer, la energía de amor que Él es.

Todos podemos pasar por experiencia semejante, en búsqueda de nuestra alma gemela, y hemos escuchado historias de logro y de frustración, sobre esa búsqueda.

En nuestro diálogo filial el Señor parece esperar de nosotros una definición radical: que caigamos en cuenta que Él es la verdadera alma gemela.

Pero esta empresa cuesta y duele tanto, que si Él mismo no viene a acompañarnos en el proceso de enamorarnos, no daremos con una solución definitiva.

En este proceso nos ayudan los místicos que han expresado ese calor amoroso y su insaciable sed por el Señor, para alentarnos en nuestra propia correspondencia.

Salmo responsorial: 62, 2-6.8-9





REFLEXIÓN

mi alma está unida a ti, / y tu diestra me sostiene

La unión es la última etapa de la identificación con alguien, porque lo sentimos propio y lo suyo es mío, y lo mío suyo.

Por la contemplación para alcanzar amor nos enteramos que en este lance mi correspondencia es desde mi tamaño y en lo que buenamente soy y tengo. 

Para la identificación se requiere autenticidad.

tú me embrujaste, y dejaste en mí esta ansia, pero te escondes y me esquivas. 

Tarda que me encuentres apto para ti.

Tu gracia vale más que la vida

Toma tiempo darse cuenta de ello. Es tu gracia la protagonista.

mi alma está unida a ti,

Es lo que queda por vivir: la unión, por ahora trabajosa, fatigosa, en penuria.

Cuando entro en este recinto espiritual se densifica tu presencia, por tu palabra. 

Por las lecturas ha aparecido la eucaristía como algo más que conquistar para un mejor sentido de logro en el itinerario.

Es la eucaristía nuestro don cristiano, algo cumbre junto a la presencia de la Palabra. 

Un paso más en dirección a la unión de corazón, de voluntad, de ser.

Porque la inquietud que has grabado en mi centro no cesa de pastorearme, aunque tropiece, me detenga o me desvíe.

Juan 20,1.11-18



REFLEXIÓN

dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús

Como querubines en el arca de la alianza, que eran recuerdos de una presencia que fue.

Como las reliquias hablan del pasado, no del presente.

ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús

Una situación previa a la iluminación del Espíritu y su don de la gracia. La penumbra de quien se dispone a una revelación.

Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!

Nos llama por el nombre, para que le corresponda y lo nombre a mi vez.

Suéltame, que todavía no he subido al Padre

La consumación de la búsqueda todavía tardará.

ve a mis hermanos y diles

Entretanto la misión prosigue nutriéndose del amor que nos está entregando.

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto

Lo hizo a pesar de que sabía que su testimonio era de una excluída de la sociedad patriarcal. 

Y así el Señor elige testigos informales para transmitir suavemente su mensaje. Se escogió,como dice Pablo, lo débil para confundir lo fuerte.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1682708540203335681?s=20

COMPARTIR LA PALABRA

Cantar de los cantares 3, 1-4

El amor humano íntegralmente tomado, en estado de naturaleza evolutiva, es digno en sí mismo. Una fuerza transformadora, chispa divina donada a la criatura. En ella sobreabunda la gracia, por una fuerza eminencial que potencia al máximo lo ya potente. Hace amar al amador.

Salmo responsorial: 62, 2-6.8-9

La carne de María de Magdala encontró en Jesús el colmo de su aspiración femenina, pero entró además en la vorágine transformadora y sublimadora del Espíritu del Crucificado Resucitado. Se dejó hacer hasta el final. Una pasividad confiada que no se quitó del desafío.

Juan 20,1.11-18

María padece gozosa una transformación de su sufrimiento de pérdida de un amor ideal. Y dócil aprende a desprenderse del abrazo donde todo pareciá felizmente terminar, para abrirse al nuevo encargo de evangelizar, comenzando por los evangelizadores. María Magdalena podría ser la patrona de la evangelización en el nuevo paradigma, para lo cual no necesariamente actuará un ministerio copiado del ordenado, sino acorde alas circunstancias de la Iglesia en salida.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

ERA UNA PERSONA MÁS MADURA QUE EL PROMEDIO DE SU EDAD PERO IGUAL 

Sábado, XV semana

De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios
(Homilía 25,1-2. 4-5: PL 76,1189-1193)
Ardía en deseos de Cristo, a quien pensaba que se lo habían llevado

page730image13356080

María Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los discípulos. Ellos fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como aquella mujer les había dicho. Y dice el evangelio acerca de ellos: Los discípulos se volvieron a su casa. Y añade, a continuación: Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando.

Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto, ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que persevere hasta el final se salvará.

Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró; con la dilación, iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado le valió hallar lo que buscaba. Los santos deseos, en efecto, aumentan con la dilación. Si la dilación los enfría es porque no son o no eran verdaderos deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la verdad es porque ha sentido la fuerza de este amor. Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Estoy enferma de amor; y también: Mi alma se derrite.

Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas? Se le pregunta la causa de su dolor con la finalidad de aumentar su deseo, ya que, al recordarle a quién busca, se enciende con más fuerza el fuego de su amor.

Jesús le dice: "¡María!" Después de haberla llamado con el nombre genérico de "mujer", sin haber sido reconocido, la llama ahora por su nombre propio. Es como si le dijera: “Reconoce a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los demás, sino en especial”.

María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y, al momento, lo llama: "Rabboni", es decir: "Maestro", ya que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era el que interiormente la instruía para que lo buscase.