sábado, 27 de julio de 2024

DOCTORES DE LA IGLESIA

SÁBADO, XVI SEMANA

San Agustín de Hipona, Confesiones
(Lib 13, 35, 50—38, 53: CSEL 33, 386-388)
Señor, nos lo has dado todo: la paz del descanso, la paz del sábado, la paz sin ocaso

Señor Dios, danos la paz. Tú que nos lo has dado todo, danos la paz del descanso, la paz del sábado, la paz sin ocaso. Pues todo este hermosísimo orden de cosas muy buenas, cumplida su misión, deberá desaparecer: por eso en ellas pasó una mañana, pasó una tarde.

Pero el día séptimo no tiene ni tarde ni ocaso, porque tú lo santificaste para que durase eternamente, de modo que así como tú —después de tus obras maravillosas realizadas sin cansarte— descansaste el séptimo día, así la voz de tu libro nos advierte que también nosotros —después de nuestras obras, también muy buenas por tu gracia— descansaremos en ti el sábado de la vida eterna.

Pues incluso entonces descansarás en nosotros, lo mismo que ahora actúas en nosotros, y así tu descanso será entonces nuestro descanso, como estas obras nuestras son tuyas. Tú, Señor, actúas siempre y siempre descansas, ni ves en el tiempo, ni te mueves en el tiempo, ni descansas en el tiempo; y, sin embargo, eres tú el autor de las visiones temporales, del tiempo mismo y del descanso en el tiempo.

Así pues, nosotros vemos estas cosas que has hecho porque existen; en cambio tú, porque las ves, existen. Nosotros las vemos externamente porque existen, e internamente porque son buenas; tú, en cambio, las viste hechas en el mismo instante en que viste que debían ser hechas. En un tiempo, nosotros nos sentimos impulsados a obrar el bien, después de que nuestro corazón concibió de tu Espíritu; anteriormente nos sentíamos impulsados a obrar el mal, abandonándote a ti; tú, en cambio, único Dios bueno, nunca dejaste de hacer el bien. Es verdad que hay algunas obras nuestras que, gracias a ti, son buenas, pero no sempiternas: después de ellas esperamos descansar en tu infinita santidad. Tú, en cambio, como eres el bien que no necesita de otro bien, estás siempre en tu descanso, porque tú eres tu propio descanso.

¿Y qué hombre es capaz de hacer comprender esto a otro hombre?, ¿o un ángel a otro ángel?, ¿o qué ángel a un hombre? A ti hay que pedirlo, en ti hay que buscarlo, a ti hay que acudir: así, así se recibirá, así se encontrará, así se nos abrirá

viernes, 26 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

VIERNES 16 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Jeremías 3, 14-17



REFLEXIÓN


y ya no seguirán la maldad de su corazón obstinado

(heb.sherirruth1 testarudezterquedadtozudezobstinación).(Strong,Vox)

(Continuar insistentemente una acción para el logro de un intento en que se halla resistencia(RAE)

La dureza de corazón es una condición humana frente a la cual el Señor, su Palabra, sus enviados no pueden hacer sino esperar que afloje. Es el privilegio de la libertad humana, y en ello estriba su dignidad de persona.

Sin embargo el Señor, su Palabra y sus enviados no cesan ni deben cesar en buscar la vuelta a la docilidad y aflojar la obstinación.

Por qué la libertad humana se obstina en posturas y actitudes que pueden resultar hasta suicidas? Por el vértigo de la libertad, según nos cuenta la literatura existencialista. Pero a la postre nadie sabe de dónde proviene ese vértigo.

Una vez que salimos del trance y alienación nos sorprendemos incluso que alguna vez hayamos persistido en el error contra nuestros propios intereses.

Interleccional: Jeremías 31



REFLEXIÓN


"Porque el Señor redimió a Jacob, / lo rescató de una mano más fuerte."

Nuestra historia particular de salvación trata de un Señor tenaz en recordarnos su intervención por nosotros, para que recobremos la cordura y volvamos amorosos a sus brazos.

Mateo 13,18-23



REFLEXIÓN

Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. 

Requerimos de la consideración constante de la Palabra a fin de entenderla antes que nos al arrebaten de nuestra atención.

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. 

Requerimos persistir en la reflexión de la Palabra en medio de la tribulación para que eche raíces profundas en nuestro ser y existir.

Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril

Requerimos un estilo de vida pobre para que nuestro corazón no se afane en la posesión y acumulación de riquezas materiales y mantener a flote su Palabra de salvación.

Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno

Se trata de un proceso, éste de los mandamientos y el designio de libertad, que pasa por varias etapas: escuchar, entender y dar fruto.

En la actualidad las encuestas y sondeos no preguntan a la gente si escuchan y cuántos lo hacen. Es una introspección y autocrítica que valdría la pena.

Tampoco abrimos espacio para que los escuchas expresen cuánto y qué han entendido. Es que da tanto miedo preguntar cuando no se entiende, para evitar ser descalificado y puesto aparte.

Hay preguntas que no se quieren ni escuchar por los prejuicios que cargamos: por qué desconfiamos de los de piel negra, roja, o de un color distinto al blanco? Por qué preferimos al que paga más que al que no tiene mucho? Por qué nos repele y distancia gente con costumbres culturales diferentes a las nuestras?

Tenemos miedo a dónde iremos a parar si se permite todo. Es decir, reprimimos para no relajarnos. O nos relajamos porque no nos importa.

Y por último la etapa de dar fruto también la expresa Jesús como algo diverso y según la calidad de las tierras.

Pero en nuestro tiempo de búsqueda de excelencias, no es admisible cualquier producto o nivel de producción.

Nos satisface poco el nivel logrado por algunos y competimos para superarlo y opacarlo, no para aceptarlo.

Requerimos trabajar la tierra de nuestro corazón para que se mantenga buena y fértil y produzca frutos y así nos alejaremos de su dureza y esterilidad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1684882959978131456?s=20

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Mateo 13,18-23

En los evangelios, que son obras pascuales, hay relatos que guardan espacios pre-pascuales. Así la diferenciación de tierras que reciben la semilla y producen fruto parece tener en mente cierta tipología que ya se acostumbraba en las comunidades cristianas primeras. Los malvados dirigentes judíos, la roca que falla como Pedro y los discípulos que huyeron en la hora del prendimiento, el joven ríco que termina apartandose por sus riquezas. Y posteriormente esta tipología se ha aplicado a los estados de vida: religiosos, casados, vírgenes. Aunque nada en el relato da pie para hacerlo, se entiende que como Palabra eterna está abierta a dar luz en diferentes circunstancias en el futuro