PALABRA COMENTADA
Miércoles 18 de tiempo ordinario
Jeremías 31, 1-7
REFLEXIÓN
"El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.""
Jeremías no es solo una voz acusadora para la conversión. Es también una voz de aliento y esperanza para el resto.
Un resto afortunado deja la inquietud de la predestinación: unos que sí se salvarán y otros que no, designados de antemano. Haga lo que haga, sea para condenarme o salvarme, ya está decidido en la omnisciencia de Dios.
Nuestra única salida posible es volver a dimensionar nuestra limitada comprensión de la libertad del Señor y la nuestra propia. Si su Palabra no es una mentira, hay que tomar en serio que nuestra libertad pesa y la del Señor también.
Para pertenecer al resto nuestra libertad ha de ser consultada, invitada, persuadida.
El profeta habla de llevarlo al desierto, como antes en el periodo de las tribus pastoras, cuando conocieron a este Señor que se adelantó a amarlos con amor eterno. Por eso el desierto es el símbolo del amor primero de Dios por nosotros.
Interleccional: Jeremías 31
REFLEXIÓN
"El que dispersó a Israel lo reunirá, / lo guardará como un pastor a su rebaño."
Aunque ya no vivamos en culturas pastoriles, sino urbanas, donde se puede perder la significatividad de la imagen del pastor, importa más que nada rescatar la calidad del vínculo que nos ofrece la imagen: la ternura del verdadero buen pastor por su animal, es el valor que se nos realza en el vínculo del Señor con nosotros.
Mateo 15, 21-28
REFLEXIÓN
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene detrás gritando."
Jesús se deja influir por sus discípulos, y éstos aunque judíos como Jesús, consideran que también una no judía puede ser favorecida.
Lo conciben por ellos mismos o Jesús les ha enseñado antes, que es posible compartir con paganos?
"Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel."
Sin embargo los hechos que se van a desarrollar muestran que Jesús no es inflexible y se abre a novedades en su misión.
"Señor, socórreme."
"No está bien echar a los perros el pan de los hijos".
también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos
Una pobre mujer, poniendo la cara dura, para soportar tanto rechazo y descalificación.
"Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”
Jesús es vencido en su resistencia a favorecer los paganos. No entendía que esa era su misión. Jesús aprende y amplía sus límites, más allá de su prejuicio, para dejarse vencer en su ternura por la súplica de una anhelante mujer, que no pide para sí sino para su hija.
La fe alabada por Jesús tiene que ver con la que mueve a insistir pese a la humillación y negativa por parte de Jesús, pero también porque no pide para sí. La mujer, como madre, pide para su hija.
Jesús qué alegría y alivio que hayas comprendido en el Espíritu, que tu misión va más allá de ciertos límites al parecer legítimos.
Nos enseñas la audacia de la compasión, que nos despoja de nuestras percepciones previas ya tomadas, y nos renueva en la comprensión de la voluntad del Señor.
Los relatos de la buena nueva de Jesús inciden con frecuencia en animar a una fe dispuesta a un proceso de transformación, abierta al Dios vivo. Un lugar a propósito para que resistan los demonios.
Pero los pobladores de la otra orilla no eran judíos, y los puercos son el medio de sustento del pueblo.
Jesús parece haber obrado favorablemente para los enfermos, pero no para la economía del pueblo.
Si nos ubicáramos en la búsqueda del bien común, parece que el bien del pueblo estaba por encima del de los enfermos o endemoniados.
Pero hay que detenerse en el énfasis que se da a la liberación que aporta el reino en cuanto a la opresión del maligno, que está por encima de otros bienes materiales.
Eso sucede con frecuencia entre los que no pueden o no quieren ver otra luz que las que conocen, y se niegan a una renovación y un cambio, que afecte otros intereses más apreciados.
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Miércoles 18 de tiempo ordinario
Jeremías 31, 1-7
Interleccional: Jeremías 31
Mateo 15, 21-28