miércoles, 11 de septiembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 23 de tiempo ordinario Año Par

I Corintios 7, 25-31



REFLEXIÓN

 

Pero estos tales sufrirán la tribulación(thlipsis)de la carne. 

La unión carnal es un bien, como realidad de este mundo. Luego el mundo es un bien. El mundo no es un mal. Una diferencia abismal con respecto al odio del mundo de la filosofía griega y de los primeros anacoretas.

Sin embargo éstos tampoco negaban el bien en el mundo, pero no canonizaban el mundo en cuanto tal. 

Pablo como judío ama el mundo como creación de Dios y entre los bienes del mundo está la unión carnal. Solo que como los bienes de este mundo tiene sus tribulaciones, sus conflictos, porque está de por medio la unión de voluntades, de libertades, que es una conquista, una tarea, un don procesual.

Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina. 

La mejor disposición para llevar a cabo esta conquista es caer en cuenta del mundo que pasa y no dura para siempre. Una lección que muchos no aprenden sino hasta el final de sus días, con amargura.

Y de esa convicción o previsión se extrae la lección fundamental de no asirse, no apoderarse, no aferrarse sino liberarse. Vivir los bienes con la sabiduría del peregrino: el que está de paso. 

3.  Nos podemos preguntar: ¿Qué «tribulaciones de la carne» tenía Pablo en el pensamiento? Cristo hablaba sólo de los sufrimientos (o «aflicciones») que padece la mujer cuando ha de dar «a luz al hijo», subrayando a la vez la alegría (cf. Jn 16, 21) con que se regocija en compensación de estos sufrimientos, después del nacimiento del hijo: la alegría de la maternidad. En cambio, Pablo escribe sobre las «tribulaciones del cuerpo» que esperan a los casados. ¿Acaso será ésta la expresión de una aversión personal del Apóstol hacia el matrimonio? En esta observación realista hay que ver una advertencia justificada a quienes —como a veces los jóvenes— piensan que la unión y convivencia conyugal han de proporcionarles sólo felicidad y gozo. La experiencia de la vida demuestra que no rara vez los cónyuges quedan desilusionados respecto de lo que principalmente se esperaban. El gozo de la unión lleva consigo también las «tribulaciones de la carne», sobre las que escribe el Apóstol en la Carta a los Corintios. Con frecuencia son «tribulaciones» de naturaleza moral. Si él quiere decir con esto que el verdadero amor conyugal —aquel precisamente por el que «el hombre... se adherirá a su mujer y vendrán a ser los dos una sola carne» (Gén 2, 24)— es al mismo tiempo un amor difícil, ciertamente se mantiene dentro del terreno de la verdad evangélica y no hay razón alguna para descubrir aquí síntomas de la actitud que caracterizaría más tarde al maniqueísmo. ( JUAN PABLO II AUDIENCIA GENERAL( Miércoles 30 de junio de 1982)

 

Salmo Responsorial: 44



REFLEXIÓN

 

Escucha, hija, mira: inclina el oído, / olvida tu pueblo y la casa paterna; / prendado está el rey de tu belleza:

Porque no nos liberamos para el duelo de la pérdida de unos bienes, sino para el encuentro definitivo del Padre que colmará todo deseo.

"A cambio de tus padres, tendrás hijos, / que nombrarás príncipes por toda la tierra."

En la ley común de la existencia por la unión carnal se dejan los padres y se adquiere descendencia. Un bien reemplaza otro, en una escalada hacia la plenitud, que se fundamenta en la esperanza.

 Es un proceso que nos advierte de un horizonte mayor, más allá de esa unión, que consiste en la unión divina.

 

Lucas 6,20-26



REFLEXIÓN

 

Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios 

Despojados de la ambición, de la avaricia y la acumulación de bienes de cualquier tipo, entienden cuál y cómo es el reinar de Dios.

 La dinámica de su dominio está en el compartir. 

Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados

Porque la palabra que sale de la boca de Dios será la que los sacie.

Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis

Hay promesa y esperanza que tras el dolor vendrá la alegría. Tras la desolación la consolación.

Nuestro tiempo está dedicando especial concentración de atención y cuidado a la realidad social de los despojados de bienes de este mundo. 

Se insiste con razón que la creación es para que todos vivan a plenitud los bienes de la vida y que no existan excluidos porque si no se violan sus derechos al bienestar material, y su derecho a la felicidad de este mundo. 

Lo que podemos olvidar o menospreciar cuando insistimos en este enfoque es la felicidad y dicha anunciada a los que asumen la falta de posesión como una liberación para el mundo venidero y se abren en su carencia a la dicha de la unión definitiva con el Padre. 

Esto también es evangelio, buena nueva. Y si dejamos de señalar el Principio y fundamento, fallamos en la consistencia de nuestra misión. 

Por eso en los ejercicios espirituales ignacianos se abre al horizonte último de la unión desde el principio, y se cierra con la metodología y proceso de peregrinaje en la Contemplación para alcanzar amor. 

Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre-Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas 

Lo que acarrea vivir en contracultura de la idolatría circundante. Lo que acarrea vivir la palabra y significarla en un estilo de vida. 

Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas." 

Los ayes o lamentaciones, al estilo profético, no son maldiciones, sino dolor, como el de Jesús cuando llora sobre Jerusalén, porque el estilo de vida idólatra no cesa ni cesará, y el camino de vida para muchos se perderá.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1567488056533327872?s=20&t=wgGZodV0aMPuPLgG97QDMg

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Miércoles 23 de tiempo ordinario Año Par

I Corintios 7, 25-31

Salmo Responsorial: 44

Lucas 6,20-26

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS


 


MIÉRCOLES, XXIII SEMANA

De las homilías de San Gregorio de Nisa
(Hom. 1 sobre el amor a los pobres : PG 46, 459-462)
No desprecies a los pobres como si fuesen de ningún valor

No desprecies a los pobres que arrastran su miseria como si fuesen de ningún valor. Considera quiénes son y reconocerás su dignidad: son la presencialización del Salvador. En efecto, Cristo, en su bondad, les ha transferido su propia persona para que, a semejanza de los soldados que, frente al enemigo que ataca, blanden, cual escudo, las insignias reales, a fin de que a la vista de la efigie del soberano, se quebrante y refrene el ímpetu de los asaltantes, así también los pobres puedan, gracias a la representación de Cristo que ostentan, doblegar, calmar y apiadar a cuantos ignoran la compasión o aborrecen francamente a los pobres. Ellos son los administradores de los bienes que también nosotros esperamos; los porteros del reino de los cielos, que abren las puertas a los buenos y compasivos, y la cierran a los malos e inhumanos; ellos son también unos severos fiscales y unos magníficos abogados. Pero acusan o defienden, no con discursos, sino con sola su presencia, al comparecer ante el juez. Gritan lo que se ha hecho contra ellos y lo proclaman con mayor claridad, exactitud y eficacia que cualquier pregonero, en presencia de quien escudriña los corazones y conoce todos los pensamientos de los hombres y lee los movimientos secretos del alma. Por causa de ellos se nos describe con todo lujo de detalles aquel tremendo juicio, del que a menudo habéis oído hablar.

Veo, en efecto, allí al Hijo del hombre venir del cielo, avanzando sobre los aires como si caminase sobre la tierra, escoltado de miríadas de ángeles. Veo a continuación el trono de la gloria, erigido en un lugar excelso, y, sentado en él, al Rey. Veo entonces que todas las familias humanas, los pueblos y las naciones que pasaron por esta vida, que respiraron este aire y contemplaron la luz de este sol, están alineados ante el tribunal, divididos en dos grupos.

Oigo que a los situados a la derecha se les llama corderos y a los situados a la izquierda se los denomina cabritos, nombres que responden a la categoría moral de cada grupo. Oigo al Rey que los interroga y anota sus justificaciones. Oigo lo que ellos responden al Rey. Advierto, finalmente, que cada uno es adornado según sus méritos. A los que fueron buenos y compasivos y llevaron una vida intachable, se les premia con el descanso eterno en el reino de los cielos, en cambio, a los inhumanos, y a los malvados, se les condena al suplicio del fuego, y del fuego eterno. Como sabéis, todas estas cosas se explican en el evangelio con toda diligencia.

Me inclino a creer que esta descripción tan detallada de aquel juicio, que parece un cuadro pintado al vivo, no tiene otra finalidad que inculcarnos la beneficiencia e inducirnos a practicar la benevolencia. En ella va facturada la vida. Ella es la madre de los pobres, la maestra de los ricos, la bondadosa nodriza de sus pupilos, la protectora de los ancianos, la despensa de los necesitados, el puerto común de los miserables, la que se cuida de todas las edades, la que atiende en todas las aflicciones y calamidades.