PALABRA COMENTADA
Lunes 29 de tiempo ordinario
Año Par
Efesios 2, 1-10
REFLEXIÓN
estabais muertos por vuestros delitos y pecados
el espíritu que ahora actúa en los rebeldes contra Dios
nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.
estáis salvados por su gracia y mediante la fe
para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
La Palabra nos habla a una conciencia de fe por la cual captamos un tiempo teológico: un antes y un después.
Un antes de muerte por nuestra responsabilidad en cuanto a delitos y pecados, es decir, una dimensión teológica no penal.
Ese antes no se ha ido porque se mantiene en vigencia un espíritu activo en la rebeldía contra Dios. Una rebeldía teológica, no cualquier rebeldía. Una rebeldía que atenta contra la vida y su fuente.
Un después que se manifiesta ahora como vida y glorificación en Jesús el hijo del Padre y en las buenas obras teológicas.
De manera que podemos distinguir a qué espíritu nos adscribimos: al de la rebeldía, cuyas obras van contra la vida de Dios o el de la fe en Jesús, con obras que muestren su vigencia en la historia del mundo.
Por tanto el examen de nuestra fe y del espíritu al que nos unimos debe consistir en escrutar nuestras obras teológicas.
Salmo responsorial: 99
REFLEXIÓN
él nos hizo y somos suyos,
Se trata de una verdad teológica que hemos de hacer historia vivida: somos suyos.
Decir teológico/a implica que optamos por mirar desde la fe como Dios mira y desea que las cosas sean.
Necesitamos mostrarnos a nuestra conciencia y a nuestro entorno que somos un espíritu de Jesús, por medio de nuestras obras teológicas.
Las buenas obras teológicas están inspiradas en la fe, la esperanza y el amor de ágape.
Lucas 12,13-21
REFLEXIÓN
dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia
guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes
Hay que estar atentos a cualquier señal de hacerse seguro, pero dependiente, en base a la acumulación de bienes vibles e invisibles.
Pueden quitar la vista de lo fundamental: la dependencia exclusiva del Señor.
"Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."
Grandes obras, para tener más, no para distribuir mejor.
Es la filosofía de la acumulación corporativa, etiquetada como capitalismo neoliberal
Pero que es más profunda en su acechanza que eso, porque se asoma en cualquier sistema conocido en la historia, hasta el más santo.
La proclama del Reino de Dios nos debe golpear como fuerte contraste, para que en el uso de las estrategias del Espíritu y la buena voluntad, breguemos a la construcción de una mejor disposición de los bienes para muchos.
Nos rasgamos las vestiduras en hipócrita señal de escándalo por la voracidad codiciosa de las medidas neoliberales a través de sus obras socioeconómicas: fusiones, compras, consumo.
Pero no examinamos nuestra complicidad y el contagio que promovemos con nuestras obras personales.
Señalamos y anunciamos la muerte del fatídico sistema y entonamos eufóricos los cantos que celebran el mesiánico nuevo sistema solidario, sin verificar que no vayamos a contagiar con la codicia de nuestro corazón toda estructura remozada que iniciemos.
Vamos con vino viejo a odres nuevos.
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Lunes 29 de tiempo ordinario
Año Par
Efesios 2, 1-10
Salmo responsorial: 99
Lucas 12,13-21