viernes, 13 de diciembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 Viernes 2 de Adviento

Isaías 48,17-19






REFLEXIÓN

Así dice(amar) el Señor(yhwh), tu redentor(geel), el Santo(qadosh) de Israel

te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues.

Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río

La divinidad propia de Israel, quien en su fe-alianza interpretó como alguien que se comunica desde un nombre revelado solo a ellos, para protegerlos como un vengador-protector, y por eso mismo inalcanzable en su bondad, les reprocha su desobediencia, no porque la necesite, más bien porque dejan de ser como Él, un colmo de dicha.

Eso significa su rebeldía: perder la oportunidad de la paz como cima de la bienaventuranza, en lo que se concreta el reinado del Señor.

San Ignacio ponía su experiencia a disposición de otros en los ejercicios espirituales, como un medio de superar la rebeldía y encontrar la paz: hacer la voluntad de Dios. Todo el esfuerzo en esa dinámica va dirigido hacia allá.

No porque haya que satisfacer una divinidad ansiosa de reconocimiento y sacrificio, sino porque es el único modo de alcanzar la paz anhelada como expresión de lo más deseado.

Actuar(gaal )como pariente más cercano, para hacerse cargo, ayudar, socorrer, liberar.

La venganza se deja en su mano, lo cual es inicio de la institución que imparte justicia a la víctima, que ya no se deja a la espontaneidad de hacerse justicia por su propia mano.

Implica una fe y confianza en la intervención del Señor para sacar adelante la causa de las víctimas, los oprimidos, los afligidos, los vulnerables, los indefensos.

En momentos de suspicacia cultural, de un espíritu de los tiempos teñido de desconfianza, confiarse al Señor y a su intervención en las situaciones cambiantes resulta un desafío y en cierto modo es hacer contracultura, a favor de valores despreciados y estigmatizados por el resentimiento, el rencor, la impaciencia y la desesperación.

Se requiere una gran mansedumbre y tenacidad para dar señales de credibilidad, debiendo permitir que el emotivismo se estrelle contra la paciencia del agente de cambio y se reabsorba en su benevolencia.

Hay una historia y unos antecedentes que evaluar y ponderar. Así encontraremos una línea de comprensión que da luz a los hechos y los ubica bajo el patrocinio del Espíritu. Aprendemos en ello.

Salmo responsorial: 1





REFLEXIÓN

Dichoso el hombre / que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos

La paz-bienestar anhelada no es ganarse la lotería, sino algo de otro orden. Por eso el hombre y mujer de paz tiene una red social sana, constructiva del bien.

su gozo es la ley del Señor, / y medita su ley día y noche

El gozo del encuentro con su Palabra crea y recrea una afectuosa adhesión al mensaje, como un goteo que transforma la roca en arena.

cuanto emprende tiene buen fin

Es una bienaventuranza que se muestra más bien en la capacidad de transformar todo en bien, no obstante que aparezca como mal o infortunio.

La persona de paz que se enfila en su vida a proceder como el mismo Señor, tiene una actitud que todo lo transforma en bien.

Una lozanía persistente y arraigada se manifiesta en su existencia y sus obras.

El buen fin no es porque acaba bien, solamente, sino porque se mueve en dirección a todo lo que es bueno.

Un estilo de vida dirigido a hacer el bien como una flecha señala el blanco.

Mateo 11,16-19






REFLEXIÓN

¿A quién se parece esta generación?

Una pregunta que debemos hacernos toda la vida, sobretodo cuando advertimos el cambio generacional, la brecha generacional, tan mencionadas en nuestro tiempo.

" Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."

El asunto es aferrarse a cualquier “quítame esas pajas” para rehuir el compromiso y no involucrarse, sobretodo en temas que demandan mayor intensidad y alejamiento del propio interés y prejuicio.

Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios

Así los que remontan la rebeldía frente al Señor y se orientan como un norte por su voluntad, en los hechos de su vida comprueban la sabiduría de Dios, incluso en los pasajes más dolorosos y frustrantes.

Esta vivencia es fuerte como para hacer frente a la generación burlesca que desestima y descalifica nuestro modo de proceder.

Pero la opción proactiva hacia el estilo de Jesús, que nos lleva a hacernos los más cercanos del necesitado, es de sabios según Dios Padre.

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Viernes 2 de Adviento

Isaías 48,17-19

Dice Dios que hacerle caso es nuestro bien, y nos evita males.

Salmo responsorial: 1

El justo es quien se arraiga, como el árbol junto al río, en la sabiduría de Dios que refleja su Palabra

Mateo 11,16-19

Jesús pone al oyente ante dos conductas, reflejadas en juegos o caprichos de niños: la del que no come ni bebe y la del que bebe y come con gente de mala reputación. Pero no si involucran ni se comprometen . La conducta procedente es la de quien cree a quien actúa la buena obra

DOCTORES DE LA IGLESIA


 

Del Libro de san Ambrosio, obispo, Sobre la virginidad
(Cap.12, 68. 74-75; 13, 77-78: PL 16 [edición 1845], 281. 283. 285-286)

ILUMINAS LA GRACIA DE TU CUERPO CON EL ESPLENDOR DE TU ESPÍRITU

Tú, que has salido de entre el pueblo, de entre la multitud, eres ciertamente una de las vírgenes que iluminas la gracia de tu cuerpo con el esplendor de tu espíritu (por eso, con toda razón, eres comparada a la Iglesia); así pues, en las noches, cuando estés en tu habitación, piensa siempre en Cristo y espera continuamente su llegada

Así te desea Cristo, por eso te ha elegido. El entra cuando se le deja la puerta abierta; él, que ha prometido entrar, no puede faltar a su promesa. Abraza entonces al que has buscado, acércate a él y quedarás radiante; deténlo, pídele que no se vaya luego, suplícale que no se marche. Pues la Palabra de Dios suele pasar de prisa: si siente algún desdén, no se entrega; si no se le hace caso, se retira. Atiende con interés a lo que te diga, sigue con insistencia las huellas de sus palabras; pues suele retirarse pronto.

¿Qué dice la esposa del Cantar de los cantares? Lo busqué y no lo encontré, lo llamé y no respondió. Si se ha marchado muy pronto de ti aquel a quien llamaste, a quien suplicaste, a quien abriste tu puerta, no por ello pienses que le has desagradado, pues a veces quiere ponernos a prueba. ¿Qué fue lo que dijo, en el Evangelio, a las turbas que le rogaban que no se fuese? Es necesario que yo vaya a anunciar la palabra de Dios también a otras ciudades, porque ésa es mi misión. Así pues, si pareciere apartarse de ti, sal fuera y búscalo de nuevo por todas partes.

¿Quién más, si no es la santa Iglesia, puede enseñarte cómo retener a Cristo? Y ya te lo ha enseñado, si entiendes lo que lees: Apenas los pasé, encontré al amor de mi alma; lo abracé y ya no lo soltaré.

Y ¿cuál es la manera de retener a Cristo? No por la fuerza, no con los nudos de una soga, sino con ataduras de amor, con correas espirituales, con el afecto del alma es como se le retiene.

Si quieres tener a Cristo contigo, búscalo sin temor al sufrimiento; muchas veces, donde mejor se lo encuentra es en medio de los suplicios del cuerpo, entre las mismas manos de los perseguidores.

Apenas los pasé, hemos citado antes. Pasado un breve espacio de tiempo después que hayas escapado a los perseguidores, sin sucumbir a los poderes del mundo, Cristo te saldrá al encuentro y no permitirá que seas ya probada por mucho tiempo.

La que de este modo busca a Cristo, la que lo encuentra, puede exclamar: Lo abracé y ya no lo soltaré, hasta entrarlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas. Esta casa y alcoba de tu madre no significa otra cosa que la parte más íntima de tu ser. Conserva bien esa casa, limpia bien sus rincones más escondidos, para que así, limpia de toda mancha, se levante como una casa espiritual, hasta formar un sacerdocio santo, consolidada por la piedra angular, y que el Espíritu Santo habite en ella.

La que de este modo busca a Cristo, la que le ruega, no queda abandonada por él; al contrario, él vuelve con frecuencia a visitarla, pues está con nosotros hasta el fin del mundo.