miércoles, 16 de octubre de 2024

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

MIÉRCOLES, XXIX SEMANA

De los sermones de Pedro de Blois
(Sermón 54, sobre el sacrificio del altar : PL 207, 720-721)
Cristo por nosotros se hizo pan

La ley se dio por medio de Moisés; la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Por tanto, si Cristo es la verdad, mejor, porque él es la verdad, si

creemos en Cristo, creamos también a Cristo. Es él mismo el que dice: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; él es el maná reconfortante, él es el cordero que en la ley era inmolado y manducado: efectivamente se nos da en comida y precio el mismo que alimentó a nuestros padres con el maná; nos alimenta con el pan cumpliendo de esta forma lo que está escrito: Comeréis de cosechas

almacenadas y sacaréis lo almacenado para hacer sitio a lo nuevo.

Lo almacenado son los sacrificios de la antigua ley, que ofrecían Aarón y sus hijos sacrificando las crías de las ovejas, derramando la sangre de los novillos y de los cabritos. Lo añejo almacenado fueron el pan y el vino ofrecidos por Melquisedec, que prefiguraba el sacramento de Cristo, respecto a quien había jurado el Padre: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. Para hacer sitio a lo nuevo había que sacar los sacrificios legales y comer lo añejo almacenado, en cuanto que el hombre comió pan de ángeles, que Dios, en su bondad, preparó para los pobres desde los tiempos antiguos.

La asunción de nuestra naturaleza es el pan de que nos alimentamos. Porque Cristo ha convertido en trigo el heno de nuestra carne, para alimentarnos con flor de harina. Se ha convertido en pan para nosotros, porque el corazón del hombre hay que sembrarlo y multiplicarlo en un corazón bueno; se ha

convertido para nosotros en grano de trigo, en pan que da vigor para consuelo de esta mísera vida, para sostenimiento de la fatiga del camino; es pan en la palabra de doctrina, pan en el ejemplo de la vida, pan de la gracia espiritual, pan de la gloria inacabable. Ésta es —dice— la nueva alianza sellada con mi sangre.

Esta alianza nos ha sido confirmada con la muerte de Cristo, para que nuestra existencia esté unida a él en una muerte como la suya, muramos al mundo y nuestra vida esté con Cristo escondida en Dios. De acuerdo con esta

alianza hemos de ordenar los sacrificios, de modo que el hombre, ofreciéndose en su integridad como hostia viva y agradable a Dios, presente ante todo el sacrificio de la penitencia. Mi espíritu —dice— es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

El segundo sacrificio es el ejercicio de la misericordia, sacrificio que en atención a su exquisita excelencia, el Señor no lo llama sacrificio, sino justicia, diciendo: Misericordia quiero y no sacrificios. De este sacrificio está escrito: Ofreced sacrificios de justicia.

Existe un tercer sacrificio que consiste íntegramente en la enjundia y la manteca y que procede de los entresijos del alma y de las profundidades del corazón con exclusividad. Me refiero al sacrificio de alabanza. Deseando el profeta presentar este sacrificio que procede de la fertilidad del corazón y de la

plenitud de la caridad, dijo: Me saciaré como de enjundia y de manteca.

El primer sacrificio se refiere a mí, el segundo al prójimo, el tercero a Dios.

Pero todos los refiero a Dios y los ofrezco por Dios. No obstante, si queremos ofrecer sacrificios en el régimen de la alianza de Cristo, único es el modo y uno solo el mensaje; el orden es éste: que así como se nos manda encomendar a Dios nuestros afanes, así depositemos la fe de los sacrificios en su palabra. Que el hombre crea más a Cristo que a sí mismo, para que su espíritu sea creíble a

Dios, niéguese a sí mismo y siga a Cristo con la esperanza y la fe; porque él es el camino y la verdad y la vida

martes, 15 de octubre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Martes 28 de tiempo ordinario

Gálatas 5, 1-6



REFLEXIÓN

Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado.

Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud

Cuál es el sentido que nuestra fe- en contexto actual -asigna a la libertad, como don del Cristo?

Desde la Palabra parece aportarse ante todo un sentido de don: libertad merecida por Cristo, liberación ganada por Jesús para todos.

Por lo tanto es un don, un carisma del Espíritu de Jesús resucitado.

Pero no es un don asegurado para siempre, exigible siempre, garantizado para nuestro sentido propio de libertad.

Porque Pablo advierte que no caigamos en nueva esclavitud.

Parece darse un choque o confrontación radical de sentidos de libertad y objetivos de liberación.

El mundo de la ley, la estructura de orden humana que llamamos cultura, aspira a salvaguardar una libertad, aunque sea para una élite.

El don de Jesucristo pretende ganar nuestra fe para una libertad radical, absoluta, en la que cualquier otro género de esclavitud es superado y abolido.

Una y otra pudieran estar en relación, en un proceso de liberación de cualquier ley, estructura o cultura, hacia una libertad como don para la fe, que se mantenga libre de cualquier nueva esclavitud.

Por eso todo proceso de liberación no irá muy lejos en el camino del don de Jesucristo, sino es autocrítico de su propia trampa de esclavitud.

Los que buscáis la justificación por la ley habéis roto con Cristo, habéis caído fuera del ámbito de la gracia

La justificación es un sentido, enfoque y estilo de vida, una cosmovisión, cosmoaudición, cosmorelación cuyo factor vinculante es la creencia Trascendente.

Es vivir con un significado de aprobación, que se vale la pena, una suerte de autoestima integral y holística. 

Como un campo de fuerzas en perfecto equilibrio dinámico.

Ponerlo en La ley como en cualquier estructura es un modo, incluso alternativo para quien no descansa en ello como fundamento. 

Vivirlo en la gratuidad del amor de Cristo (gracia) es superior, como acción de gracias permanente en medio de los altibajos de la existencia.

Salmo responsorial: 118




REFLEXIÓN

Andaré por un camino ancho, / buscando tus decretos

Buscar la voluntad de Otro, aunque sea el Espíritu, es algo estrecho e implica la cruz.

Pero en la obediencia de fe es posible sentirlo como ancho, por la comunión que se da con el Señor.

Lucas 11, 37-41



REFLEXIÓN

"Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.

El fariseísmo así retratado es el que recoge Pablo más arriba en su ansia de circuncidar a los gentiles.

Trata una conducta universal, no meramente étnica ni de una cultura particular. 

Trata de imponer con sentido de liberar: como si el lavado prescrito con minucia, o la circuncisión de los inscritos en el régimen de ley debieran adquirir su libertad solo y exclusivamente a través de esa normativa.

Puesto en esta forma tendríamos que revisar nuestro propio faiseísmo cultural mediante el que pretendemos aportar libertad a otros mediante la imposición de nuestra perspectiva.

Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo

Compartamos desde lo profundo, desde nuestro núcleo menos contaminado para liberarnos de verdad.

Jesús no guarda las formas con quien lo ha invitado. No se inhibe, ni se siente deudor, sino de la libertad de conciencia y la verdad, no para sí y su afirmación, sino para la deconstrucción de un estilo de vida hipócrita.

Dar caridad desde lo profundo. Buscar un orden más equitativo y justo para los más pobres.

Una forma actual de cumplir con la limosna, término también degradado.

Desde dentro implica con más coherencia y sinceridad.

Si puedo cambiar las cosas no me puedo conformar con una limosna, en sentido peyorativo.

Es lo mismo que preocuparse por lo de fuera pero no por lo profundo.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1579802812678299651?s=20&t=O1Z7gfnAZesiwLJaN32ESg

motivaciondehoy


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Martes 28 de tiempo ordinario

Gálatas 5, 1-6

Salmo responsorial: 118

Lucas 11, 37-41