viernes, 6 de noviembre de 2020

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Viernes, XXXI semana

San Gregorio Nacianceno Sermón 7, en honor de su hermano Cesáreo 23-24

¿Qué es el hombre para que te ocupes de él? Un gran misterio me envuelve y me penetra. Pequeño soy y, al mismo tiempo, grande, exiguo y sublime, mortal e inmortal, terreno y celeste. Con Cristo soy sepultado, y con Cristo debo resucitar; estoy llamado a ser coheredero de Cristo e hijo de Dios; llegaré incluso a ser Dios mismo. Esto es lo que significa nuestro gran misterio; esto lo que Dios nos ha concedido, y, para que nosotros lo alcancemos, quiso hacerse hombre; quiso ser pobre, para levantar así la carne postrada y dar la incolumidad al hombre que él mismo había creado a su imagen; así todos nosotros llegamos a ser uno en Cristo, pues él ha querido que todos nosotros lleguemos a ser aquello mismo que él es con toda perfección: así entre nosotros ya no hay distinción entre hombres y mujeres, bárbaros y escitas, esclavos y libres, es decir, no queda ya ningún residuo ni discriminación de la carne, sino que brilla sólo en nosotros la imagen de Dios, por quien y para quien hemos sido creados y a cuya semejanza estamos plasmados y hechos, para que nos reconozcamos siempre como hechura suya.



COMENTARIO

En nuestro tiempo ha caído el sentido en desuso el sentido de la glorificación mediante la cual somos divinizados, y llevados a nuestra máxima perfección y potencialidad. Es la perspectiva que se necesita para gustar el sufrimiento terreno inacabable, inabarcable, misterioso como el Misterio de Dios, como si fuera un instrumento de salvación, un cincel en manos del Creador, una poda en manos del viñador. El asalto a la región de los símbolos racionales de la divinidad, creados por el hombre, nos ha cortado el acceso a la realidad de la Divinidad. Por eso hay que retomar lo inspirados símbolos tradicionales, nutridos de tantos y tantas testigos, que ofrecieron su sangre.

jueves, 5 de noviembre de 2020

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 31 de tiempo ordinario

Filipenses 3, 3-8ª

3Porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne, 4aunque yo mismo podría confiar también en la carne. Si algún otro cree tener motivo para confiar en la carne, yo mucho más: 5circuncidado a los ocho días de nacer, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, Hebreo de Hebreos; en cuanto a la Ley, Fariseo; 6en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, hallado irreprensible.
7Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por El lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo,



COMENTARIO

todo eso que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo

Pablo en Jesús ha ganado, no perdido. La pérdida tiene el sentido de algo o que no vale la pena y ni siquiera levanta un duelo, o que arranca con ella un trozo de la propia existencia.

Así goza y exulta quien tiene el hallazgo del reino, porque todo es poco para invertirlo en él.

más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor

Para que la ganancia se mantenga en la vivencia del creyente es necesario penetrar más y más en el Misterio de la persona de Jesús, tanto histórica como en comunidad eclesial.

Porque la vitalidad de tal conocimiento nutrirá nuestro peregrinar y apoyará el discernimiento constante que debo hacer para no ir tras falsos mesías y profetas.

El conocimiento asiduo y tenaz de Jesús forma un sentido, sabor o sabiduría que es mi modo propio y peculiar de relacionarme con él y su reino.

El don de Cristo en la vida propia debería dejar atrás cualquier otro mérito por el cual pudiéramos jactarnos. De dónde saldrá ese conocimiento profundo de Cristo que nos permita tal priorización?

Salmo responsorial: 104



COMENTARIO

buscad continuamente su rostro

Si Jesús es nuestra ganancia debemos echar mano de su conocimiento, progresivamente más comprometido e involucrado.

Lucas 15, 1-10

1Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban para oír a Jesús. 2Y los Fariseos y los escribas murmuraban: "Este recibe a los pecadores y come con ellos".
3Entonces Jesús les dijo esta parábola: 4"¿Qué hombre de ustedes, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla? 5"Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso. 6"Cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: 'Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido.' 7"Les digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.
8"¿O qué mujer, si tiene diez monedas de plata (salario de diez días) y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarla? 9"Cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas, diciendo: 'Alégrense conmigo porque he hallado la moneda que había perdido.' 10"De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente."



COMENTARIO

"Ése acoge a los pecadores y come con ellos."

Nuestro modo fenoménico de juzgar nos lleva a decir: el que anda entre la miel, algo se le pega.

Y así se pensaba de Jesús. Él también debía ser pecador.

Dime con quién andas y te diré quién eres. Es sabiduría humana y muy acertada.

Pero con Jesús la apariencia decía una cosa distinta del fondo. Una ironía tenaz y persistente la del evangelio, en medio del mundo.

Qué tendríamos que buscar como analogía para el mundo actual que nos diera una idea del escándalo que entonces representó el gesto de Jesús para una sociedad de castas?

Quizá deberíamos pensar en el efecto que tendría que Jesús conviviera con enfermos de Sida, por el estigma que llevan y la prevención que despiertan.

Y así podríamos buscar las etiquetas que nuestra sociedad coloca hoy a quienes discrimina y aleja del bien común.

va tras la descarriada hasta que la encuentra?

Porque la motivación es la diferencia. Puedo estar con pecadores, pero por su salvación.

Acaso las prostitutas pueden salvar al prójimo, con sus circunstancias que la sindican de pecadora pública? Pues si ellas logran amar con amor de ágape, efectivamente por encima del cuerpo de lujuria, pueden fraternizar. 

Puedo estar con publicanos y pecadores, pero por buscar lo que se había perdido para llevarlo al rebaño. Por entrañas de misericordia a semejanza del Padre.

habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Justo es el pecador que admite que necesita convertirse continuamente. Un justo que no se convierta no puede ser justo. Porque la justicia es un proceso imparable de conversión. Fue y sigue siendo el quebradero de cabeza de la administración del sacramento del perdón, a través del tiempo. Porque no nos entra eso del setenta veces siete.

Más alegría por la conversión de lo que se había perdido, no significa que los ya convertidos no sean motivo de gozo.

Hay que tener cuidado porque el enemigo que siembra la cizaña, puede plantar malicia en el resto del rebaño que está a salvo.

Porque la conversión es renacer a una vida nueva de familiaridad con el Señor.

Los justos también se alegran porque alguien más experimenta la formidable paternidad del Dios Padre.

La alegría es mayor porque en la parábola el pastor es responsable de las ovejas y una pérdida se le toma en cuenta. Y la mujer que pierde las monedas de su dote tendría problemas con su marido.

Nosotros también por responsabilidad de dar razón de nuestros hermanos, como Caín, debemos preocuparnos por la conversión de otros. Nos salvamos en racimo.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1324311439780302849?s=20