Domingo 5º de Cuaresma
Jeremías 31,31-34
REFLEXIÓN
Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo
seré su Dios, y ellos serán mi pueblo
La ley
sigue vigente, pero ahora vivirá desde dentro del corazón.
Se
superará el vicio de la ley-norma, que obliga por la sanción de algún tipo,
para abrir paso a un cumplimiento cordial, arraigado en lo profundo de las
personas.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su
hermano, diciendo: "Reconoce al Señor.
El
hermano puede enseñar, pero transitoriamente sobre el designio del Señor. Ya la
voz profunda de su designio guiará a todos para hacerlos autónomos y
autocontrolados.
No es la
autonomía de la autosuficiencia, sino la introyección de un Tú amado, ni odiado
ni repudiado ni que esclaviza con el sentido de culpa.
Hoy
vivimos el espejismo del autocontrol, como la meta de la educación por forjar
estudiantes que estudien solos. Sin darse cuenta que no es posible ni saludable
eliminar el Tú, porque la base del individuo es el diálogo que logra el nosotros.
Salmo responsorial: 50
REFLEXIÓN
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro
con espíritu firme
No
cansarse de la renovación entendida como un proceso de énfasis y
descubrimientos.
Somos
caminantes que nos entregamos por etapas en un proceso de generosidad.
Devuélveme la alegría de tu salvación
Vivir el
gozo como señal de que asumimos en serio ese proceso.
Hebreos 5,7-9
REFLEXIÓN
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.
Es
nuestro paradigma de la ley interna de la caridad. El amor discernido,
discreto.
Juan 12,20-33
REFLEXIÓN
si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
infecundo; pero si muere, da mucho fruto
El
espíritu del sacrificio de Jesús es la vida donada a través de la muerte para
dar mucha vida. Un sentido de la parábola de la semilla que muere y da mucho
fruto.
El
sufrimiento, las angustias del conflicto, el triturarnos de las calamidades, la
pobreza, la enfermedad, las circunstancias adversas, los padecimientos de una
sociedad que gime por la violencia, se pueden asociar a la agonìa y muerte que
por inspiración de Jesús buscan convertirse en mucha vida ofrecida.
No lo
sienten muchos como una dimensión atrayente de la fe en Jesús, quizás por la
pasividad frente a los desafíos del cambio. Pero esa impaciencia puede
oscurecer el sentido profundo de la muerte que se va gestando para dar vida
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de
esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu
nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y
volveré a glorificarlo."
Es
preciso en este proceso atravesar las tinieblas, como una nave la tormenta, con
la confianza depositada en el Padre.
La
turbiedad del agua oculta el fondo, la agitación del alma oculta la misión y lo
primero que nos brota es el clamor de liberación. Pero una vez emerge el fondo
y hacemos conciencia dela misión amamos al Padre y su gloria, que también es
nuestra.
En este
pasaje ha incorporado Juan la agonía de Jesús que pasó por la turbiedad del
pánico a lo que se le venía encima, pero orando encontró el fondo, su misión y
puedo concluir: no se haga lo que yo quiero sino lo que tú.
Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este
mundo va a ser echado fuera
Y con el
gesto de acción de gracias de Jesús de Nazaret, que muere para dar fruto, se
reemplaza la lógica de la agonía y la muerte como fracaso, derrota y final de
todo.
En el
mundo hay muchas víctimas de todo tipo. En ellas paradójicamente, si creemos al
sacramento de Jesús de Nazareth, su comunidad seguidora, se da la agonía que
desocupa el dominio del mal. No se da el aplastamiento del bien.
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