lunes, 9 de agosto de 2021

BEATO CARLO

BEATO CARLO 



Del Tratado de Teodoreto de Ciro, obispo, sobre la encarnación del Señor
(Núms. 26-27: PG 75, 1466-1467)

YO CURARÉ SUS EXTRAVÍOS

Jesús acude espontáneamente a la pasión que de él estaba escrita y que más de una
vez había anunciado a sus discípulos, increpando en cierta ocasión a Pedro por haber
aceptado de mala gana este anuncio de la pasión, y demostrando finalmente que a través
de ella sería salvado el mundo. Por eso, se presentó él mismo a los que venían a
prenderle, diciendo: Yo soy a quien buscáis. Y cuando lo acusaban no respondió, y,
habiendo podido esconderse, no quiso hacerlo; por más que en otras varias ocasiones en
que lo buscaban para prenderlo se esfumó.
Además, lloró sobre Jerusalén, que con su incredulidad se labraba su propio desastre y
predijo su ruina definitiva y la destrucción del templo. También sufrió con paciencia que

unos hombres doblemente serviles le pegaran en la cabeza. Fue abofeteado, escupido,
injuriado, atormentado, flagelado y, finalmente, llevado a la crucifixión, dejando que lo
crucificaran entre dos ladrones, siendo así contado entre los homicidas y malhechores
gustando también el vinagre y la hiel de la viña perversa, coronado de espinas en vez de
palmas y racimos, vestido de púrpura con burla y golpeado con una caña, atravesado por
la lanza en el costado y, finalmente, sepultado.
Con todos estos sufrimientos nos procuraba la salvación. Porque todos los que se
habían hecho esclavos del pecado debían sufrir el castigo de sus obras; pero él, inmune
de todo pecado, él, que caminó hasta el fin por el camino de la justicia perfecta, sufrió el
suplicio de los pecadores, borrando en la cruz el decreto de la antigua maldición. Cristo —
dice San Pablo— nos rescató de la maldición de la Ley, haciéndose por nosotros un
maldito, porque dice la Escritura: “Maldito todo el que cuelga de un árbol”. Y con la corona
de espinas puso fin al castigo de Adán, al que se le dijo después del pecado: Maldito el
suelo por tu culpa: brotará para ti cardos y espinas.
Con la hiel cargó sobre sí la amargura y molestias de esta vida mortal y pasible. Con el
vinagre, asumió la naturaleza deteriorada del hombre y la reintegró a su estado primitivo.
La púrpura fue signo de su realeza; la caña, indicio de la debilidad y fragilidad del poder
del diablo; las bofetadas que recibió publicaban nuestra libertad, al tolerar él las injurias,
los castigos y golpes que nosotros habíamos merecido.
Fue abierto su costado, como el de Adán, pero no salió de él una mujer que con su
error engendró la muerte, sino una fuente de vida que vivifica al mundo con un doble
arroyo; uno de ellos nos renueva en el baptisterio y nos viste la túnica de la inmortalidad;
el otro alimenta en la sagrada mesa a los que han nacido de nuevo por el bautismo, como
la leche alimenta a los recién nacidos.

domingo, 8 de agosto de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 19 de tiempo ordinario

1Reyes 19,4-8



REFLEXIÓN

se deseó la muerte: "¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!"

Captarse en misión más allá de las circunstancias que indican que todo ha terminado, es un don de lo alto, que supera nuestras fuerzas en extinción.

Aun allí el enviado muestra en su existencia que es un mensaje del Señor, aportando salvación y redención. Porque no es sólo lo que intencional y conscientemente decimos y expresamos, lo que sirve al designio, sino la existencia toda con su brillantez y su opacidad, la que ofrece su martirio.

Por eso se nos revelará en un momento final todo lo que hemos construído, lo cual con mucho ignoramos.

"¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas."

De nuestra parte, según nuestra fe, el compromiso es seguir comiendo para tener fuerzas, cuando llegue la próxima entrega.

Salmo responsorial: 33



REFLEXIÓN

Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias

Gustad y ved qué bueno es el Señor

El señor como buen terapeuta nos libra si cooperamos, de nuestras angustias, que aceleran nuestro deseo de muerte.

Gustar de Él es parte de la conversión de nuestra totalidad: cuerpo,mente y espíritu. Así como la ciencia encuentra plausible la interconexión e intercomunicación cuerpo y mente, se da la de cuerpo y espíritu pasando por la mente.

Ignacio de Loyola lo intuía cuando en sus meditanciones incluye la aplicación de sentidos, que a primera vista parece una ingenuidad, pero examinada con más detenimiento nos interna en la perspectiva de la unidad que somos: cuerpo, mente y espírtu.

Efesios 4,30-5,2



REFLEXIÓN

Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo

Cuando el Espíritu es nuestro dominio, nuestro estilo de vida lo muestra, procediendo en forma constructiva y fraternal.

Juan 6,41-51



REFLEXIÓN

"No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?"

Abrirse a la transformación de la materia por el Espíritu implica aceptar la posibilidad de que la carne sea glorificada en Dios. Por eso la teología oriental insiste más en la divinización como nuestra vocación primordial.

La aceptación de Jesús, un ciudadano campesino cualquiera en las coordenas palestinas de hace dos mil años, es un llamado a la aceptación de su glorificación por el Padre, como destino y designio de todos nosotros.

Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida.

Un alimento que transforma tiene que venir del cielo, aunque ya se dé entre nosotros su materia prima. Para que sea efectivo debe ser procesado con fe.

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